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Para
cuando el Sr. Mercer dejó a Emma en la escuela, las noticias de la broma de la
sesión espiritista ya habían sido divulgadas. Las palabras viajaban rápido en
Hollier, especialmente cuando el tema era las chicas del Juego de las Mentiras.
Algunos chicos del equipo de futbol trataron de darle los cinco a Emma en el
pasillo. Había chicos que ella reconocía de la fiesta de Charlotte quienes
bromeaban sobre su “Loco fin de semana.”
No
vio a Celeste hasta alemán en el tercer periodo. La sala de la Frau
Fenstermacher estaba decorada con cartas de declinación y fotos de puntos
emblemáticos de Alemania y Austria. Una foto panorámica de Neuschwanstein
colgaba junto a la pizarra, era una toma en blanco y negro de la Puerta de
Brandenburg sobre el radiador. La Frau estaba sentada en su escritorio,
corrigiendo una pila de papeles mientras los estudiantes se acomodaban en sus
asientos.
Dos
chicas estaban sentadas a ambos lados de Celeste. Emma no pudo recordar sus
nombres reales—los aliases alemanes que se habían puesto era Klara y Gretl.
Klara tenía una cartera con diseño de tigre marca Mulberry en su escritorio, y
Gretl usaba una chaqueta negra de motocicleta y leggings ajustados. La primera
chica hizo un sonido de fantasma, meneando sus dedos hacia Celeste, mientras la
otra se reía estridentemente. Por su parte, Celeste estaba sentada
silenciosamente, mirando hacia el frente, determinada a ignorarlas. Llevaba un
vestido corto teñido artesanalmente y su usual armadura de joyas plateadas,
pero su cabello se había liberado de sus habituales trenzas. Este caía largo y más
bien liso sobre sus hombros, como si se hubiera desinflado.
Emma
dejó caer sus libros en el escritorio junto a Gretl. Todas saltaron y alejó su
mirada rápidamente.
-
Hola, Sutton. Buena esa este fin de semana, - Gretl la felicitó.
-
Si, bueno, estoy segura de que Celeste aprendió su lección, - dijo Emma cortantemente. – Así que ¿Por qué
no la dejan tranquila?
La
sonrisa se desvaneció rápidamente. Gretl hizo una mueca. – Oh, para, Sutton.
¿Por qué tu pedestal? Tú fuiste quien le hizo la broma.
-
Claro. Y la broma ya se terminó, así que olvídalo. Ya es suficientemente malo
que estés usando esas imitaciones de Jimmy Choos. No creas que también puedes
imitar mis bromas ingeniosas. – Emma se echó el cabello sobre un hombro y miró
a ambas chicas con la máxima actitud Sutton. Luego de un momento, se hundieron
en sus sillas.
La
campana sonó. Frau Fenstermacher se paseaba frente al salón, ocasionalmente
azotando una vara de madera contra su palma para dar énfasis, mientras los
guiaba en sus ejercicios de conjugación. Emma sentía los ojos de Celeste
dirigirse a ella durante la clase, pero mantuvo sus ojos en su texto. – Kennen, - dijo, cuando la profesora le
preguntó el verbo “Saber”. – Ich kenne,
du kennst, er kennt, wir kennen, sie kennen. – Yo sé, tú sabes, él sabe nosotros sabemos, ellos saben.
¿DÓNDE
ESTÁS? Emma le envió un mensaje a Ethan bajo su mesa, Se suponía que tenía que
estar en alemán, y él no era el tipo de chico que faltara a clases.
ENFERMO
EN CASA, respondió.
¡OH
NO! MIS PADRES QUERÍAN QUE VINIERAS A CENAR L ¡SERÁ PARA OTRA NOCHE!
¿BROMEAS?
POR TI, DEFINITIVAMENTE MEJORARÉ, respondió.
-
¡Sehr gut! – exclamó Frau
Fenstermacher, y Emma rápidamente volvió a meter su teléfono a su bolso. La
frau seguía mirando a Emma con sospecha después de que respondió una pregunta
correctamente—como esperando que la teufelkind
reemerja, la chica demoniaca que todos sabían que era Sutton Mercer. Pero
cuando entregó sus quizzes corregidos, el de Emma tenía una estrella plateada
en la parte de arriba, y un signo de exclamación escrito tras el “100%!”
Cuando
la clase finalmente terminó, Emma metió su libro y su estuche en su bolso.
Celeste estaba esperándola cerca de la salida.
La
cara de la chica lucía menos luminosa de lo usual, sus ojos lucían cansados y
rojos. – No tenías que hacer eso, - dijo, haciendo un gesto hacia el asiento
que Gretl había ocupado. – Pero gracias.
Emma
abrió la boca para hablar, pero Celeste levantó su mano. – Escucha, lo siento
si me puse rara con el asunto del aura. Te prometo que no lo voy a volver a
decir. Pero sólo quiero que sepas que no lo estaba inventando. – Su voz no
tenía su típico tono aterciopelado, sino que era baja e intensa. – De verdad tengo
sensaciones con estas cosas, y no puedo quitarme la sensación de que estás en
verdadero peligro. Sólo espero estar equivocada.
Un
escalofrío pasó por la piel de Emma. Claro que Celeste estaba en lo cierto—pero
no era como que su extraña premonición le dijera a Emma algo que no supiera de
antes. Había estado en peligro desde que se bajó del bus en Tucson. Quizás
Celeste tenía alguna clase de
instinto supernatural, pero a menos que la llevara al asesino de su hermana, no
le servía.
Justo
entonces apareció Garrett en la puerta y puso un brazo protectoramente sobre el
hombro de Celeste. – No puedo creer lo que hiciste, Sutton. – dijo. La forma en que enfatizó el nombre de su gemela le
hizo sentir un escalofrío en la espalda, casi como si él supiera que o era el
suyo. – Cuida tus espaldas.
El
teléfono de Emma se puso a vibrar en su bolso. Miró la pantalla; era Nisha.
Presionó IGNORAR—pero no antes de que Garrett también viera la pantalla.
-
Entonces, ¿Tú y Nisha son mejores amigas ahora, eh? – Garrett se rio una vez,
una clase de risa agresiva y enojada. – Bueno, supongo que tienen una cosa en
común—yo.
-
Vamos, Garrett, - interrumpió Celeste, tirándole la manga y mirando con cara de
perdón a Emma por sobre su hombro.
Emma
se quedó parada allí confundida. Luego sacudió su cabeza y salió de la
habitación. Y chocó con Thayer Vega.
Le
tomó el brazo para equilibrarse. No lo había visto desde la fiesta, desde el
beso que había durado demasiado. Sus labios ardieron con el recuerdo.
Thayer
lucía algo más desgastado. Su ojo estaba morado y brillante, y su labio tenía
una herida al medio, donde Ethan lo había golpeado. – Oh dios mío, - Emma
susurró. Se estiró hacia su mejilla para tocarla, pero él se alejó de su mano.
Eso le dolió. Se lo merecía. – Thayer, lo siento tanto.
Se
encogió de hombros. – Tienes cálculo ahora, ¿no? Te acompaño.
Se
movieron por los pasillos en silencio, con un rastro de susurros al pasar. -
¿Esos dos están juntos de nuevo? – le preguntó una chica a otra,
suficientemente fuerte para que Emma escuche. Emma sólo mantuvo la mirada hacia
el frente. Que piensen que ella era alguna clase de perra come-hombres si eso
querían. Tenía cosas más grandes de las que preocuparse, un asesinato que
resolver. La gente que realmente importaba sabía la verdad sobre ella.
Su
teléfono vibró en su cartera. Miró la pantalla, y luego presionó IGNORAR. Nisha
podría esperar unos minutos.
-
Vamos, - Thayer dijo, llevándola por un angosto pasillo que conectaba el ala de
matemáticas con el de artes. No había salones en el pasillo—sólo un closet de
aseo, un par de baños, y los cuartos oscuros de fotografía. Estaban solos a
excepción de una pareja de la banda que se estaba besando contra la pared bajo
un póster de reclutamiento de la armada.
-
Necesito hablar contigo, - dijo, deteniéndose junto a una alarma de incendios. Sus
labios estaban en una línea recta. El moretón en su ojo lucia casi verde bajo
las luces fluorescentes.
Emma
se rio nerviosa. – Bueno. ¿Qué ocurre? – Su teléfono vibró otra vez y lo miró.
Nisha. Entiende la indirecta, pensó,
presionando IGNORAR otra vez.
Él
la tomó del brazo. Su mirada saltó para encontrar la de él, su toque parecía
quemarla.
-
Hay algo distinto en ti, - susurró enojado.
El
corazón de Emma se aceleró. Se alejó de él y se cruzó de brazos.
-
Claro que hay algo distinto, Thayer. Mira, ya no estamos juntos. No debiste
haberme besado. Yo ya no soy la chica con quien solías salir, no más.
Su
teléfono sonó otra vez, y Thayer apretó sus dientes. - ¿Tienes que atender eso,
o qué?
-
No, - dijo cortantemente, presionando IGNORAR. Volvió a mirarlo. Él estaba
analizando sus facciones, como si estuviera intentando resolver un puzle y no
pudiera entender hacia donde girar la pieza.
Sacudió
su cabeza. – Algo pasa contigo. No es solo Landry. Hay algo… distinto. No me
importa lo que digas, Sutton. Voy a averiguar qué es.
Emma
movió su cabello con despreocupación, a pesar de que su cuerpo entero se había
congelado. - ¿Volviste a los vicios?
Porque estas actuando como drogado.
Thayer
se le quedó mirando penetrantemente. Tenía que alejarse de él, tenía que
ocultarse de su mirada antes de que viera algo en ella que no debiera ver. Lo
empujó juguetonamente en el hombre. – Ahora voy a clase, Sr. Teoría
Conspiratoria. Apúrate o vas a llegar tarde a inglés. El Sr. Abernathy no te va
a dejar sin problemas por tercera vez.
Con
eso, se dio media vuelta y se fue caminado, sintiendo su mirada en su espalda
al caminar por el pasillo.
Estoy justo aquí, le susurré a Thayer,
antes de que mi atadura a Emma me llevara a la fuerza tras ella. A pesar de que
no quería que Emma sea descubierta, mi corazón se hinchó. Al menos Thayer
finalmente había notado que Emma no era el perfecto reemplazo de Sutton.
Finalmente había sentido que yo ya no estaba.
Emma
volvió a mirar su teléfono. LLAMAME LO ANTES POSIBLE, TENGO QUE DECIRTE ALGO,
había escrito Nisha. Pero antes de poder marcar, sonó la campana. Los chicos
desaparecieron entrando a los salones a ambos lados del pasillo. Apagó el
sonido de su celular y devolvió su teléfono a su bolso. Nisha tendría que
esperar hasta la práctica de tenis.
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