miércoles, 2 de marzo de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 30 - Cosas que asustan en la noche

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La puerta de un auto se cerró en la oscuridad, y una mujer de mediana edad llevando un turbante de un color dorado brillante se bajó en el claro. El sol se acababa de esconder tras las montañas. El Cañón Sabino estaba vivo de sonidos: Los grillos y las aves cantaban en los matorrales, mientras que más allá un coro de coyotes iniciaba sus aullidos nocturnos. Una lechuza adelantada planeaba por sobre sus cabezas.

            Además del turbante, la mujer llevaba un largo manto de terciopelo morado y una dramática sombra de ojos azul que llegaba hasta sus cejas muy delgadas. Enormes gemas brillaban en cada uno de sus gordos dedos. Encendió un cigarrillo y tomó una larga pitada. - ¿Esta es la sesión espiritista? – Preguntó, soplando dos colmillos de humo por su nariz.

            - Genial, pudiste venir, - dijo Madeline, caminando hacia la extraña  mujer y dándole la mano. Le había dicho a las otras chicas que tenía una sorpresa de último minuto para ellas, pero Emma no se había imaginado que fuera a ser así de buena. – Chicas, ella es Madame Anochecer. Ella es una, um, médium real.

            Las otras chicas apenas ocultaron sus sonrisas. Madame Anochecer lucía como si viniera directo del casting central de un infomercial de llama-a-un-psíquico. Emma podía ver una zapatilla deportiva gris y sucia asomándose bajo su manto.

            - Perfecto, - dijo Charlotte. Buscó algo en su bolso al hombro y sacó un sobre amarillo, el cual tenía escrito BROMA DE ENCANTADORA DE FANTASMAS, con un alegre marcador amarillo. – Aquí está la información de nuestro asunto, - explicó, entregándoselo a la psíquica. – Hicimos una pequeña investigación. Su abuela era una escritora bien conocida. Murió el año pasado, pero Celeste era cercana a ella. Podría ser un buen ángulo.

            Madame Anochecer hojeó las páginas. Una fotografía de la abuela de Celeste, una ancha anciana con cabello color ladrillo y demasiado labial,  cayó al suelo.

            - ¿Jeanette Echols? Claro, conozco su trabajo. Fácil, - dijo la médium, inclinándose para recoger la fotografía. Pisó su cigarrillo en la tierra antes de recogerlo cuidadosamente y metiéndolo en un bolsillo oculto en algún lado de su manto. Laurel y Emma se miraron, aguantándose la risa.

            - ¿Dónde la encontraste? – le susurró Charlotte a Madeline mientras Madame Anochecer se servía las zanahorias y salsa que habían estado comiendo mientras preparaban todo.

            - Craiglist, por supuesto, - dijo Madeline. – La avenida de todas las almas perdidas.

            - Acaba de meter un dedo en la pasta de garbanzos, chicas, - Dijo Laurel entre dientes.

            - Quizás es una pasta embrujada, - Emma bromeó.

            Las chicas habían pasado toda la tarde arreglando cosas de último minuto y preparando la escena de la broma. Todas llevaban puestos largos vestidos negros con estrellas metálicas bordadas que Charlotte había rentado en una tienda de disfraces. Todas excepto Nisha, eso sí, quien llevaba jeans negros y una remera negra, como una técnica de escenario. Su trabajo era ocultarse en los arbustos y activar todos los “efectos especiales” que habían preparado para la broma, incluyendo un sistema de sonido surround portátil cargado con sonidos de Halloween, como gruñidos y sonidos de cadenas. Pero la mejor parte era un grupo de globos inflados con helio, con tenebrosas caras pintadas que brillaban en la oscuridad, las cuales Nisha movería amarradas con un hilo. Las chicas las habían probado en el cuarto de Laurel primero. En la oscuridad, daban la perfectamente aterradora impresión de cabezas decapitadas flotando.

            Yo estaba orgullosa de mis amigas por ocurrírseles una broma tan buena—pero también estaba un poco triste. Iban a dirigir una sesión espiritista falsa en el mismo lugar donde yo había pasado las últimas horas de mi vida. Si tan sólo hubiera un modo de que yo pudiera realmente hablar con Emma. Si tan solo Madame Anochecer fuera una auténtica médium y yo pudiera usarla para comunicarme con mis amigas. Le diría a Madeline y a Charlotte cuanto las extrañaba. Le recordaría a Laurel que estaba orgullosa de ella, y que lo sentía por habernos alejado. Le diría a Emma que la quiero, y le daría las gracias por todo lo que ha hecho por mí. Incluso saludaría a Nisha y a las Tontas Twitter. No sabes cuánto significan para ti tus amigos hasta que te ves forzada a verlos desde la lejanía.

            La piel de Emma zumbaba como si una tormenta eléctrica estuviera desatándose sobre sus cabezas, a pesar de que el cielo de la tarde estaba despejado y comenzaba a llenarse de estrellas. No había estado en el cañón desde su primer día aquí, cuando esperó por horas a que Sutton llegara a encontrarla. Su mente seguía ocupada reconstruyendo lo que sabía sobre la última noche con su hermana—la cita con Thayer y el Volvo escapándose que lo golpeó, la discusión con el Sr. Mercer, y después… Becky. ¿Cómo podría Becky haber matado a Sutton? ¿La había estrangulado, o había usado un arma? Tenía un cuchillo cuando la policía la llevó al hospital; quizás esa había sido el arma.

            ¿Y dónde había ocultado el cuerpo? Podría estar en cualquier lugar, incluso entre la maleza, justo fuera de la vista del claro. Emma dio unos pasos hacia el bosque, luego se detuvo. Alguien lo habría descubierto a estas alturas si estaba tan fácil de ver. Aquí en la oscuridad no era el momento de buscar pistas.

            - Casi es la hora del show, chicas, - anunció Madeline. Emma regresó al círculo donde las chicas se estaban reuniendo. El aire se sentía denso con la anticipación. Charlotte levantó sus manos como el lente de una cámara, escaneando el área una vez más. Las gemelas estaban haciendo alguna clase de ejercicio de calentamiento de teatro, diciéndose por turnos la una a la otra “Los labios, los dientes, la punta de la lengua”. Madeline comenzó a entregar pequeñas cajas de cartón.

            Emma abrió la tapa de la de ella. Adentro había una máscara de papel maché con la forma de un sátiro con cuernos, acomodada en una cama de papel tisú.

            - Están geniales, - dijo Lili. Ella y Gabby tenían máscaras de comedia y tragedia, una sonriendo y la otra frunciendo el ceño. Una vez que se las pusieron, Emma no podía reconocer qué chica era quien. La de Laurel era un gato negro con bigotes, y para Charlotte, una tenebrosa cara de muñeca de porcelana.  En verdadera actitud de diva, Madeline se había asegurado la única máscara bonita para ella—una máscara tipo antifaz, roja, con plumas, que le cubría los ojos y las mejillas.

            - Cuidado con estas. Tienen que regresar para el armario de ballet la mañana del lunes, o estoy muerta, - advirtió Madeline.

            Un canto rítmico que salió de detrás de las rocas hizo saltar a Emma. Nisha había puesto la música. Hilos de “niebla” de la máquina de humo empezaron a esparcirse a través del claro. Incluso conociendo la broma, Emma sintió los pelos detrás de su cuello erizarse. Unos años atrás había tenido un trabajo en el contador de tickets en una casa embrujada de Halloween. Recordaba lo tonto que lucía todo cuando las luces estaban prendidas—cualquiera habría visto lo falsos que eran los monstruos de gomaespuma, e incluso el maquillaje de monstruo de calidad profesional se veía pastoso y ridículo a la luz del día. Pero cuando las luces se apagaban, cuando la máquina de humo hacia una neblina, cuando la música hacia extraños ecos y los actores se ocultaban a las sombras esperando saltar sobre sus víctimas, la casa se volvía más grande que la suma de sus partes.

            - ¿Disculpa? – La voz de una chica se escuchó por sobre la música zumbando. Una figura emergió de la niebla, mirando a su alrededor con inseguridad. - ¿Es esta la Conferencia de los Muertos?

            La cara de la chica estaba oculta con una máscara veneciana estilo Carnevale en color dorado y blanco, pero su cabello era inequívocamente el de Celeste, sus trenzas se disparaban en todas direcciones. Su vestido era un terciopelo profundo, bordado con toda clase de símbolos esotéricos en hilo dorado.

            - Apuesto a que tenía ese vestido casualmente colgado en el closet. –susurró Laurel. Emma sonrió tras su máscara.

            Las chicas asintieron lentamente. Madeline, ahora transformada en alguna clase de criatura mística brillante, hizo un gesto hacia el sitio vacío en el círculo. Celeste caminó indecisamente para unírseles, la parte blanca de sus ojos quedaba claramente visible tras la máscara cuando su mirada iba alrededor del claro.

            A pesar del escepticismo de Emma sobre la autenticidad de Madame Anochecer, cuando llegó la hora fue una profesional.  Una intensidad teatral empapaba cada gesto que hacía. Caminó alrededor de ellas por las espaldas en sentido contrario a las agujas del reloj, arrojando sal para marcar un círculo. – Dentro de este círculo invitamos a todos los espíritus benévolos que se quieran comunicar con nosotros. Todos aquellos que nos harán mal están desterrados a la oscuridad externa. – Su voz parecía misteriosamente haber adquirido un extraño y agitado acento. Emma y Charlotte se miraron a través del círculo, y Emma tuvo que morderse el labio para no ponerse a reír.

            La médium se volvió a unir al círculo, moviendo sus manos sobre un pequeño caldero que Emma notó que era un  difusor sofisticado de potpurrí. Alcanzó un bolsito de cuero que tenía alrededor de su cuello y sacó una pizca de alguna clase de hierba seca. Cuando la espolvoreó en el fuego, la llama creció. El aroma que salió era algo como té de menta mezclado con los casilleros del gimnasio.

            Y luego, de repente, sus ojos se levantaron y miraron fijamente a Emma.

            - Tú, - dijo, su voz era ronca. – Alguien está aquí por ti, querida.

            Emma estaba agradecida de que la máscara en su cara cubriera su confusión. ¿Acaso Madame Anochecer había olvidado quién era quién? Quizás esto solo era un acto de introducción, su manera de progresar hasta la revelación final.

            La música que salía de los arbustos era baja y como de mal agüero, el suave murmullo de monjes cantando. – Siento soledad. Dolor, - dijo la médium. La suave llama del caldero se reflejaba en su cara. En ese momento lucía como una bruja, con sus ojos iluminados con un conocimiento sobrenatural. – Alguien que murió muy joven.

            Y luego, de algún modo, me desconecté de las sensaciones de Emma por primera vez desde que había muerto.

            Me alejé de ella, alrededor del círculo hacia Madame Anochecer. Podía oler las hierbas, sentir el calor del fuego y la frescura de la brisa, todo por cuenta propia—no sólo a través de Emma. No era tanto como volver a tener cuerpo, sino que era como conectarme con este lugar. La luz de la luna en el claro, el viento, el suelo, el tranquilo coro de grillos, las ramas de los arbustos mezquite que se enmarañaban contra el cielo como dedos esqueléticos—era como si todas esas cosas estuvieran conectadas y yo fuera una de ellos.

            ¿Acaso esta médium falsa se las había arreglado para llegar a algo real sin darse cuenta? ¿O quizás mi cuerpo estaba cerca, y estar cerca de él me hacía sentir más viva de nuevo?

            - ¿Puedes oírme? – Le pregunté a la médium. Sus ojos parpadearon en respuesta. No parecía verme, pero quizás me sentía.

            - Dile, - dije, hablando tan claramente como pude. Las pupilas de Madame Anochecer estaban muy dilatadas en la oscuridad. – Dile que desearía haber podido conocerla.

            - Desearía haber podido conocerte, - dijo Madame Anochecer, con su voz desafinada y  distante. Emma resolló.

            Emma cerró sus ojos. Esto no podía ser cierto. Ella no creía en fantasmas. Pero ahora más que nunca quería creer. Intentó calmar sus pensamientos, vaciar su mente y esperar que llegue otro mensaje. Estoy escuchando, pensó desesperadamente. Sutton ¿Estás aquí? ¿Eres tú?

            Podría haber abrazado a esa mujer, con lamé dorado y todo. Podía oírme. Podía comunicarse con Emma por mí, y podríamos trabajar juntas para resolver mi asesinato.

            - Dile que estoy preocupada por ella, - dije. – Está en peligro. Tan sólo quisiera que hubiéramos tenido la oportunidad de conocernos. Habríamos sido un equipo imbatible. Dile que agradezco todo lo que ha hecho. Dile que la quiero.

            La sonora voz de Madame Anochecer sonó a través del círculo. – Es un hombre apuesto y joven—uno que has amado en una distante vida pasada, y que perdiste. Él está parado al borde de un abismo e intenta alcanzarte… lo intenta… pero el abismo entre la vida y la muerte es demasiado grande, y se da vuelta otra vez. – Madame Anochecer se llevó una mano a la ceja. – Dice… dice que te volverá a ver un día. Al otro lado.

            Junto a Emma, Madeline resopló. – Sutton Mercer, rompiendo corazones a ambos lados de la tumba, - susurró.

            Gruñí de frustración. Se había sentido tan real por un momento, pero sólo era parte de la actuación de la médium. No importaba lo fuerte que me sintiera aquí. Seguía atrapada en este limbo, sola e indefensa.

            Los hombros de Emma bajaron. Había sido tan fácil creer que su hermana seguía allí afuera, observándola. Pero así era como los artistas trabajaban, ¿No? Averiguaban lo que querías creer y te lo servían en una bandeja de plata. No podía permitirse esa clase de negación. Sutton estaba muerta e ida.

            - Muerta, - susurré con tristeza, - Pero no ida. Estoy aquí Emma.

            Hilos de neblina flotaban a lo largo del claro y la música se volvió un suave murmullo. Madame Anochecer volteó su cabeza con turbante hacia Celeste. La máscara veneciana brillaba a la luz del ambiente.

            - Tú, querida, - dijo la médium. – Alguien llegó por ti. Una mujer mayor. Ella pasó al otro lado muy recientemente. Una mujer de letras ¿Quizás?

            A través de los agujeros en su máscara, los ojos de Celeste se abrieron como plato. - ¿Abuela? – chilló. ¿Eres tú?

            Emma sintió algo de culpa. Era obvio que Celeste había sido cercana a su abuela. Quizás de allí era de donde venían todas sus tonterías del más allá—el deseo desesperado de creer que su abuela seguía allí. Se sintió cruel el apuntar a un sitio tan vulnerable, especialmente luego de que Emma acabara de darse cuenta de lo fácil que era creer que su hermana muerta seguía con ella.

            - Está intentando decirme algo, - dijo Madame Anochecer, llevando sus manos a su frente. Lucía como si tuviera dificultad en escuchar. – Dice que no aprueba al chico que ves. Gareth ¿Creo?

            - G-g-g-garrett, abuela, - dijo Celeste, su voz sonaba tan despacio que Emma apenas pudo escucharla. Madame Anochecer asintió.

            - Dice… que él usa más productos para el cabello que tú. – Charlotte tuvo un ataque de tos junto a Emma. – Y que no le importas realmente. Dice que sólo te usa para vengarse de su verdadero amor, una chica devastadoramente bella quien rompió su corazón.

            Emma no podía creer que Charlotte le hubiera dicho todo esto a Madame Anochecer. Los labios de Celeste estaban muy apretados.

            - Lo sabía, - dijo. – No te preocupes, abuela. Terminamos. No perderé más tiempo con él.

            Madame Anochecer se afirmó la cabeza. - ¡Silencio! – gritó. – Las chicas se quedaron quietas. Desde las malezas, la música fue en aumento, un tenso trémolo de violín se sumó a los tranquilos tambores. Una ráfaga de viento pasó por el claro.

            Cuando la ráfaga terminó, la médium abrió sus ojos. – Aquí hay algo más, - dijo, con un tono de miedo. Un suave quejido sonó en algún sitio por la izquierda, luego parecía que se movía a su alrededor como si estuvieran siendo rondadas. La cabeza de Celeste se levantó de golpe, con la boca abierta.

            - ¿Abuela? – susurró.

            Luces multicolores comenzaron a alumbrar desde la maleza, y el sonido de pasos retumbaba por todo el claro. El cactus falso se retorcía como si estuviera poseído. Por un momento Emma casi olvidó que era uno de sus equipamientos, controlado por Nisha en la oscuridad.

            - No, - Madame Anochecer dijo, con la voz muy baja, una extraña mueca medio-loca apareció en su cara. – La abuela ya no está aquí, Celeste. Este es un ser malévolo. Todos, manténganse con fuerza en sus mentes e intenciones y podremos vencerlo juntos. Fuerzas del mal, déjennos en paz. Fuerzas del mal, déjennos en paz… - comenzó a cantar.

            Un grito hizo eco en algún lado, y luego otro le respondió al otro lado del claro. Celeste dio un grito ahogado, llevándose rápidamente una mano a la boca, y la otra apuntando hacia arriba a las maliciosas caras verdes que se paseaban por sobre sus cabezas. Celeste gimió y gateó hacia atrás, rayando el círculo de sal con sus sandalias.

            - ¡Has roto el circulo sagrado! – gritó Madame Anochecer, levantando un dedo tembloroso para apuntar a Celeste. Celeste abría y cerraba la boca como un pez. Miraba salvajemente a su alrededor, su cara bajo la máscara estaba pálida. Emma vio algo moverse en las sombras tras ella. Era Nisha, agachándose tras una roca con una pluma de pavo real en la mano. Le hizo cosquillas a Celeste en la parte de atrás del cuello y desapareció antes de que la chica se volteara.

            - Celeste… - una extraña voz sonó en los arbustos. Nisha había puesto el mejor de sus fragmentos de audio, una grabación súper distorsionada de Charlotte diciendo el nombre de Celeste en un tenebroso cántico. Nisha lo había deformado y le había añadido reverberación hasta que quedó apenas reconocible. La misma llamada sonó al otro lado del claro, y luego desde un tercer ángulo. Pronto estaban rodeadas por todos lados por esa voz.

            A Emma se le puso la piel de gallina en el cuello. Incluso yo temblé, y yo sabía perfectamente que yo era el único fantasma en el cañón esa noche.

            - ¡Los espíritus han venido por ti! – Madame Anochecer gritó.

            Celeste estaba acurrucada, sus manos cubrían su cabeza, temblando. El coro de voces se sobreponía entre sí y llegaron a un punto máximo,  un descabellado balbuceo. Pero justo cuando Emma no creía que podría aguantarlo más, los sonidos se detuvieron de golpe.

            - ¡Te atrapamos! – gritaron las otras chicas al mismo tiempo, todas menos Emma.

            El claro se iluminó. Las chicas se sacaron las máscaras, afirmándose los estómagos de la risa.  Madeline tenía lágrimas corriendo por las mejillas. Laurel apenas podía respirar doblada sobre sus rodillas, histérica. Nisha salió sonriendo de los arbustos.

            Celeste parpadeó ante las brillantes luces, con una expresión confundida y vacía. No se sacó la máscara, sino que se quedó agachada en las hojas y la tierra.

            Charlotte  sacudió su cabello para que se suelte después de haberlo tenido aplastado bajo la máscara. - ¿Cómo luce el aura de Sutton ahora? – se rio maliciosamente.

            - ¿Lo grabaste, Nisha? – Madeline preguntó. Nisha levantó su iPhone.

            - Se está subiendo a YouTube en este momento.

            - ¡En eso! – las gemelas exclamaron, sacando sus teléfonos para retweetear el link.

            Celeste se levantó lentamente, con tierra y hojas pegadas a su vestido. Una de sus trenzas se había caído sobre su cabeza y se asomaba hacia afuera.

            - De verdad te pillamos, ¿no? – Madeline preguntó. – Digo, ¿no debiste haberlo visto venir en las estrellas, o en las hojas del té, o lo que sea?

            - Muy gracioso. – Celeste dijo cortantemente. Su voz era sustancialmente menos soñadora que lo usual. – Ustedes son muy graciosas.

            - Lo sabemos, - dijeron las Gemelas Twitter en perfecto unísono. Estaban bailando un dos-à-dos de burla entre las dos.

            Celeste caminó lentamente al borde del claro y recogió su mochila de cáñamo. Estaba cubierta de parches y chapas que decían cosas como LIBEREN EL TIBET y LOS VEGANOS SABEN MEJOR. Luego se dio vuelta para darles la cara.

            - No deberían jugar con fuerzas que no entienden, - dijo. Se quedó mirando a Emma. – Puede ser peligroso. Puedes llamar toda clase de problemas a ti misma accidentalmente.

            - Creo que es hora de que pares las patéticas advertencias de aura, - dijo Charlotte. – Tú eres la que llamó toda clase de problemas a ti misma cuando te metiste con nosotras. Recuerda eso la próxima vez que intentes meterte en la cabeza de Sutton.

            - Has sido advertida, - insistió Celeste, sacudiendo su cabeza lentamente. – Uno  no se burla de los espíritus. – Se puso el bolso en el hombro y comenzó a caminar por el camino de salida. Un momento después escucharon un auto encenderse y alejarse.

            - Eso fue brillante, - Madeline le dijo a Madame Anochecer. La médium ya había prendido un cigarrillo y estaba parada a un lado, examinando su equipo. Charlotte le pasó un sobre relleno de dinero a la mujer, y ella lo abrió y comenzó a contar los billetes.

            - Voy a tener que recordar algunas de estas cosas, - dijo. – Pintura fosforescente y globos. Buen toque.

            Emma se quedó parada atrás, con la máscara todavía puesta, sin unirse a la celebración del resto del grupo. Observó como la mujer metió el sobre en algún lado de su ropa, y luego se fue por el mismo camino que Celeste, hacia el estacionamiento. Laurel sacó un cooler de la maleza mientras Gabby y Lili armaban una tambaleante pirámide de leña. Nisha puso un álbum de Black Eyed Peas en el sistema de sonido surround. Pronto tenían una fogata ardiendo, marshmallows pinchados en ramas y bronceándose al calor. El claro, que sólo minutos antes había sido más tenebroso que un cementerio, se volvió brillante y animado.

            - No podría haber salido mejor, - dijo Madeline, reclinándose en una silla de camping. Las Gemelas Twitter estaban leyendo en voz alta tweets con el hashtag “SesiónEspiritista.” Habían hecho que la broma sea tendencia en el área local durante los últimos minutos.

            Emma se apretó más la chaqueta de lana de Sutton en su torso. – Chicas, me siento un poco mal, - dijo.

            Si hubiera habido un DJ en los arbustos, su disco hubiera crujido y quedado en silencio. Las chicas se voltearon para mirarla boquiabiertas. Sutton raramente se sentía mal por nada, y no era muy buena para arrepentirse. Pero Emma no podía evitar pensar en cuán desesperadamente había querido creer que su hermana aun podía hablar, y lo sola que se sintió el segundo después de darse cuenta de que la médium era un fraude. Se había sentido casi tan terrible como esos momentos después de que encontró la primera nota del asesino —casi como si hubiera vuelto a perder a Sutton.

            - Sólo digo que, ya saben… su abuela se murió hace poco. Quizás no debimos haber usado eso.

            Sorprendentemente, fue Nisha quien habló primero, con la voz tensa.

            - Si fue tan estúpida como para creer que su abuela le hablaría a través de una cursi pirata que usa lamé, se merecía ser engañada. – dijo Nisha. – Los muertos no vuelven. No importa cuánto lo desees.

            Emma se mordió el labio. Por supuesto que la sólida y sensata Nisha no habría tenido paciencia para las desesperadas y delusivas esperanzas del duelo.

            Su voz fue severa y amargada. Sonaba como si hubiera estado burlándose de su propio duelo tanto como el de otros.

            La canción terminó en el estéreo. Durante el silencio antes de que comience la siguiente, escucharon el ladrido de un perro en la subdivisión de Nisha. Luego escucharon un bajo grito de sufrimiento.

            - ¿Dejaste puestos los efectos de sonido? – Laurel le preguntó a Nisha. Nisha negó. Algo crujió en los arbustos cercanos. Emma prestó atención a sus orejas.

            - ¿En serio chicas? – Madeline dijo. - ¿Quién está contra-bromeando? Pensé que habíamos acordado no volver a hacer eso. Dejó de ser divertido en la pre secundaria. Creo que quien sea que lo hizo tendrá que quedarse fuera en la próxima broma como castigo.

            - ¡Yo no lo hice! – Laurel protestó rápidamente. – ¡Lo juro por mi vida!

            Todas rápidamente repitieron la palabra clave. Se miraron inseguras entre sí.

            - Okey, - dijo Charlotte, rodando sus ojos. Su vestido estaba abierto, revelando una camisola rosada con lentejuelas. – Obviamente es Celeste.

            Madeline se golpeó la frente. – Oh dios mío, es cierto.

            - Pero la oímos irse. – Emma frunció el ceño.

            Charlotte levantó una ceja. – Disculpa ¿Eres nueva en esto? Dio una vuelta en círculo, de alguna forma. Hay senderos por todos lados —no sería difícil. Sólo está tratando de hacernos creer que hay algún espíritu malvado en libertad.

            - No puedo creer que esté pidiendo una segunda broma, - dijo laurel.

            - Sólo ignórala, - dijo Charlotte. – Estoy tan cansada de esa rara.

            La explicación parecía ser suficiente para las otras chicas. Nisha volvió a poner música. Las Gemelas Twitter repitieron toda la sesión espiritista en su nuevo iPad, leyendo los comentarios que ya habían aparecido en YouTube. – Spaceman77 dice, ‘¿Quién es la chica con cuernos de sátiro?, ¡es leenda!’ – Gabby se volteó hacia Emma, pero Emma apenas lo notó.

            Probablemente estaban en lo cierto —debía ser Celeste, esperando vengarse de ellas. ¿Pero y si alguien estaba herido? La voz sonaba como si fuera un llanto. ¿Y si alguien acababa de ser herido en el bosque?

            O… ¿Y si Becky había vuelto a la escena del crimen y se había llevado a otra víctima?

            Emma se imaginó a Sutton sangrando y corriendo por el bosque, intentando alejarse de Becky. ¿Y si alguien había estado en el claro esa noche? ¿Y si alguien hubiera podido ayudarla pero en vez de eso la ignoró? Sutton podría estar viva ahora, junto al fuego con el resto de ellas. No podía dejar que Becky se salga con la suya de nuevo.

            Se levantó y se sacudió el trasero. Afuera, más allá de la alegre luz del fuego, el cañón estaba oscuro como boca de lobo. Se asomó por el sendero en la dirección que había oído el grito.

            - ¿Qué haces? – Madeline preguntó, mirándola.

            Emma miró a sus amigas. En el claro habría seguridad en los números. Pero luego cerró la boca con determinación.

            - Voy a gastarle una broma de vuelta a Celeste, - dijo. – Ustedes quédense aquí.

            - Espera, queremos ir, - dijeron Gabby y Lili, comenzando a pararse, pero Emma levantó la mano.

            - Estoy invocando el privilegio de Diva Ejecutiva, - anunció, citando el título oficial de Sutton en el Juego de las Mentiras. – Después les cuento. Les daré una exclusiva. – Intentó sonar alegre, pero su corazón latía como un martillo. No importaba cuánto era que no quería ir sola allí afuera, nunca podría vivir consigo misma si una de sus amigas salía herida.

            - Bien, levanten la mano si creen que no es una idea brillante que Sutton vaya sola a vagar por el bosque, - dijo Laurel, levantando su propia mano. Emma resopló.

            - Da lo mismo, chicas, - dijo, partiendo por el camino con una linterna.

            - Bueno, pero si te asesinan en el bosque, voy a decir Te lo dije, - dijo la voz de Charlotte a sus espaldas.

            Touché, pensé.

            El pálido brillo de la linterna pasaba por sobre los arbustos a ambos lados, pequeños arbustos y cactus proyectaban grandes sombras. Emma se detuvo y escuchó los sonidos de nuevo. Desde más lejos que la vez anterior sonó otro quejido, un crujido de hojas. Comenzó a trotar por el sendero, intentando pisar suavemente para poder escuchar de dónde venía el sonido. Un quejido humano hizo eco en las rocas del desierto. El sendero seguía subiendo por la montaña. Se movió en silencio por varios minutos, hasta que la fogata brillaba a lo lejos hacia abajo, como un pequeño punto de luz que brillaba entremedio de los escasos árboles.

            Emma llegó a un mirador, con una banca de parque mirando al vecindario en donde Ethan y Nisha vivían. Pensó que podía ver la luz del pórtico de Ethan. ¿Estaba mirando las estrellas? Deseaba poder correr todo el camino montaña abajo hasta sus brazos.

            Mientras Emma miraba la ciudad, yo vi una figura emerger lentamente de las sombras. Era una mujer delgada, con máscara y lágrimas cayendo por sus mejillas. Observó a Emma por un momento, mordiéndose el labio. Un viejo brazalete de hospital estaba amarrado en su muñeca, como si hubiera olvidado cortarlo.

            Becky.

            Emma volvió a sí misma. Yo no podía creer lo silenciosa que nuestra madre podía moverse cuando lo quería —sólo un momento atrás había estado chocando con la maleza, pero ya no había nada más con qué tropezarse. Caminó hacia Emma, con los ojos pegados a su espalda.

            Algunas piedras cayeron por el costado de la montaña donde los pies de Emma las empujaron. Era una caída vertical hasta la próxima superficie, a unos doce o más metros. Becky seguía avanzando, sus ojos brillaban de forma extraña en la oscuridad, como los de un gato montés.

            - ¡Emma! – grité, tan fuerte como pude.

            Emma ladeó su cabeza. - ¿Hola? – susurró. La voz que había gritado su nombre era tan pequeña, tan sutil, fue casi como un suspiro.

            Mis nudillos se apretaron. Me había oído. Estaba en lo cierto —yo era más fuerte aquí, por algún motivo.

            - ¡Es Becky! – chillé, concentrando cada fibra de mi fantasmal ser en esas palabras. - ¡Está justo tras de ti!

            - ¿Sutton? – Emma susurró. Pero antes de poder responder, antes de que Emma pueda volver a moverse, una mano cayó en su brazo. El cuerpo de Emma giró con fuerza y quedó mirando la cara de Becky.

            Y así tal cual, algo volvió a su lugar en mi mente. Me vino esa familiar sensación de que algo desconocido finalmente tenía sentido, y un recuerdo me arrastró de vuelta en el tiempo…



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