martes, 8 de abril de 2014

Deadly - Capítulo 2 - Un Cuarto Vacío

Traducido por:  Daniela
Corregido :  Brayan


Spencer, Hanna, y Emily se pusieron de pie tan pronto como Aria volvió a la sala de espera. Aria evitó sus miradas y se fue directo hacia la estación de bebidas, sus hombros encorvados.
            - ¿Qué dijo Noel? – Spencer preguntó sin aliento, siguiéndola. - ¿Vio quien lo hirió?
- No, - Aria murmuró, tomando un vaso de la pila.
            - ¿Estás segura?- Hanna preguntó. – De todos modos, ¿Qué tan bien conocía a Ali? ¿Fueron amigos—o más?
            Aria se mantuvo ocupada en la máquina de café. Sus ojos estaban rojos, y seguía haciendo suspiros con hipo como si hubiera estado llorando. Spencer odiaba presionarla por las respuestas, pero necesitaban saberlo.
            De mala gana, Aria transmitió lo que Noel le dijo, incluyendo que había visitado a Ali en La Reserva. Cuando llegó a la parte en que Noel no conoció a nadie más allí excepto Tabitha e Iris, Spencer gruñó. - ¿No vio a ningún chico? ¿Ali nunca le habló sobre alguien que le gustara?
            Aria se encogió de hombros. – Yo creo que Ali quería que Noel pensara que le gustaba él.
            Emily gimió. – Eso tiene sentido. Esa era su manera de mantenerlo de su lado.
            Aria tomó un sorbo de café. – Noel dijo que oyó la voz de un chico cuando fue atacado. Pero eso es todo.
            - Desearía que pudiéramos hundir a Ali y a su ayudante de una vez por todas. – Spencer se dejó caer en una silla.
            - Quizás podríamos volver a La Reserva, - Hanna sugirió. – Preguntarles si hubo algún paciente hombre cuyo nombre comience con N.
            Emily parecía insegura. – Parece tan arriesgado.
            Hanna arrugó sus cejas. - ¿Quieres rendirte?
- Quizás debamos, - Spencer dijo. Sólo la semana pasada, en un intento de atrapar a Ali y a su ayudante, se habían rebelado, desechando sus teléfonos, los cuales A había hackeado docenas de veces, y comprando teléfonos prepago. Luego se juntaron en una habitación del pánico en la casa piloto del padrastro de Spencer para hacer lluvias de ideas sobre Quién es A. Habían creado una lista de personas que podrían haber estado ayudando a Ali. Habían trazado líneas en cada nombre mientras iban descartando gente. Finalmente, sólo quedaba Noel…y pensaron que estaban un paso delante de A, hasta que el mensaje de A de ayer incluía una foto de la lista de sospechosos. Spencer no tenía idea de cómo Ali lo encontró, ya que la había ocultado bajo su cama. ¿Noel como A? ¡No es! – había dicho la nota.
- ¿Qué hay de la policía? – Hanna rearmó su cola de caballo castaña. - ¿Debería entregarles la carta de Ali de la clínica de quemaduras?
            Spencer lo pensó. Si le mostraban la carta a la policía, Ali y su ayudante de A podrían venir tras ellas. Si no lo hacían, los policías las acusarían por obstruir la justicia. - ¿Y si se los pasaras pero no les dijeras nada sobre A? – sugirió. – Está firmado a nombre de Kyla, no de Ali. Los policías no tienen que saber que era la misma persona. Para ser honesta, nosotras tampoco lo sabemos por seguro.
            - Eso podría funcionar, - Hanna murmuró.
            - ¿Qué hacemos con nuestros teléfonos prepago? – preguntó Aria. – A también los hackeó. ¿Los guardamos?
            - Mejor usamos nuestros teléfonos viejos, - Emily sugirió. – No importa lo que hagamos, nos encuentra. Simplemente no hagamos llamadas ni enviemos mensajes a menos que sea absolutamente necesario.
            - Si cambiamos nuestras contraseñas de nuestros e-mails a diario, estaría bien utilizarlo, - Spencer dijo. – Pero no deberíamos discutir nada sobre Ali o Ayudante A por email o mensajes.
            - ¿Y si recibimos otro mensaje de A? – Hanna susurró. - ¿Aun podemos hablar de eso?
            Spencer miró a su alrededor en la habitación, casi asustada de que A estuviera escuchando – Sí, - susurró. – Quizás podríamos usar una palabra clave si queremos juntarnos y hablar sobre Ali. Qué tal… - Su mirada cayó en la linda silueta de cabello claro en la pantalla de la TV. – Anderson Cooper.
            - Claro, - Aria dijo.
            Hanna se inclinó. - ¿Cuál creen que será la próxima jugada de A?
            El estómago de Spencer dio un salto. ¿Cuántas veces se habían preguntado eso?       
– Podría ser cualquier cosa. A sigue vigilándonos. Solo necesitamos mantener nuestros ojos y orejas abiertos.
            Todas asintieron, luciendo aún más aterrorizadas que antes. Pero ya no quedaba nada más que decir, así que Spencer tomó su cartera, buscó sus llaves, y se dirigió al elevador, ansiosa por irse a casa y tomar una larga ducha caliente.
            Pasó la cafetería y salió a la brillante mañana. La calle estaba llena de gente, incluyendo un montón de diversos protestantes sosteniendo carteles en la esquina. ROSEWOOD, decían algunos de los letreros. ASESINO SERIAL estaba escrito en otro en grandes letras rojas. - ¡Cuiden a nuestros hijos! – los protestantes gritaban. Uno de ellos usaba una sudadera de Rosewood Day.
            Spencer los miró por un momento, sintiéndose ambivalente. Era extraño que hubiera tanta gente preocupada tan pasionalmente sobre algo con lo que ella era tan directa e inmediatamente relacionada.
            Luego un van de noticiario se estacionó al otro lado de la calle, con una reportera sentado en el asiento del copiloto. Spencer agachó su cabeza y fue rápidamente hacia su auto, asustada de que en segundos, la reportera la reconocería.
            - ¿Spencer?
            Apretó sus dientes y se dio vuelta—pero era Chase, un nuevo especie-de-amigo. Él estaba de pie bajo el toldo del hospital usando un abrigo de nylon negro y un gorro gris.
            Spencer de mala gana fue hacia Chase y lo llevó a un rincón más apartado cercano a una entrada de servicios. - ¿Qué estás haciendo aquí? – susurró.
            Chase se tocó su deforme oído, una marca de un acechador en la escuela internado. - ¿No se suponía que nos juntáramos hoy? Te busqué por todos lados. Finalmente tu mamá me dijo dónde estabas.
- ¿Te dijo por qué estaba aquí?
            Chase negó con la cabeza.
            - Está bien, - Spencer dijo, y le contó todo. Ella sabía que podía confiar en Chase. Él llevaba un blog de crímenes sin resolver, y se conocieron cuando ella estaba tratando de localizar a Ali. Hubo un poco de confusión de identidades al comienzo—Chase estaba tratando de hacer pasar a su hermano Curtis como él mismo porque él estaba consciente de su oreja, y por un tiempo Spencer incluso pensó que él era A. Pero eventualmente se confesó.
            Cuando Spencer finalmente terminó de contarle la historia sobre Noel y el cobertizo, Chase entrecerró sus ojos verdes. – Entonces… ¿Noel no es el novio de Ali?
            Spencer suspiró. – Nop. Volvimos a donde empezamos.
- Bueno, entonces mejor nos vamos, - Chase dijo enlazando su brazo en el codo de   Spencer.
            Spencer se plantó en el suelo. - ¿A dónde?
            Chase parpadeó. – Vamos a vigilar esa casa adosada del video de seguridad.
Cuando Chase la visitó ayer, él le mostró un graneado video de vigilancia del exterior de una casa adosada en Rosewood. Una chica que se parecía mucho a Ali fue visible por unos cuantos cuadros. Hicieron planes de investigarlo hoy, pero luego de todo lo que había ocurrido con Noel, Spencer lo había olvidado.
Un bus pasó, escupiendo humo por el tubo de escape. – El novio de alguien terminó en un cobertizo por nuestra culpa, - Spencer dijo nerviosa. – Ali sabe que estamos tras ella. No puedo dejar que nadie más salga herido.
            - ¿Pero y si allí es donde vive? – Chase preguntó. – Si pudiéramos encontrar pruebas de que sigue viva, podríamos entregarla a la policía y acabar con todo esto, de una vez por todas. Y entonces nadie más saldría herido.
            Spencer torció su boca. Una sombra parpadeó por la ventana de un auto estacionado al otro lado de la calle, por un momento parecía una persona.
Chase tenía razón. ¿Y si encontraban algo en el apartamento? ¿Y si podían acabar toda esta pesadilla hoy mismo?
            Miró a Chase y asintió muy ligeramente. – Está bien. Hagámoslo.
Veinte minutos después, mientras las nubes se movían por el cielo, Spencer y Chase giraron hacia un complejo de casas en West Rosewood, la parte de bajos ingresos de la ciudad. Por supuesto, bajos ingresos era relativo: un enorme letrero de EN VENTA en la entrada del complejo mostraba pisos de madera y encimeras de mármol en cada unidad. Una piscina comunitaria nuevecita brillaba a la distancia. Y la tienda local era Fresh Fields, donde no podías comprar un cuarto de leche por menos de cinco dólares.
            - Allí está, - Chase dijo, apuntando a un bloque de casas. Cada unidad se veía igual, con una luz de gas falsa estilo antiguo en el jardín, un set de claraboyas falsas en el techo, y detalles tipo jengibre alrededor de las ventanas. En las fotos de vigilancia, Ali había estado caminando hacia la unidad de la esquina.
            Spencer estacionó el auto y se miró a la casa, temblando en el repentinamente frío aire. La casa tenía la puerta pintada de rojo y hojas secas por todo el pórtico. No habían persianas en las ventanas—ella había pensado que Ali insistiría en tener privacidad absoluta. ¿Podría reamente ser la guarida secreta de Ali?
            Luego se asomó hacia las unidades a su lado. El césped en todos los jardines no había sido cortado en un tiempo, y había periódicos apilados en un pórtico. No había ni una sola luz prendida en ninguna de las ventanas, y ningún perro ladraba desde el interior. Antes de que Spencer y Chase hayan dejado Philly, habían chequeado el juzgado del condado en busca de información del complejo de casas y encontraron que la mayoría de las unidades aún no habían sido vendidas. La casa en la que Ali estaba entrando en la foto había estado en el mercado desde su construcción el año pasado. Una pareja de 70 años llamados Joseph y Harriet Maxwell habían comprado la unidad juntos  esta hace dos Noviembres, justo cuando Ian Thomas fue procesado por el asesinato de Courtney DiLaurentis; pero la planta en la escalera de entrada estaba seca, y había un montón de volantes metidos en el guardapuertas.
            - Parece el lugar perfecto para que Ali se oculte, - Spencer murmuró. – Es tan desértico. Nadie nunca la vería ir y venir.
            - Exacto. – Chase comenzó a bajarse del auto, luego se detuvo y se dio vuelta hacia ella. – Spencer. ¿Estás segura de que estás lista para esto?
            El estómago de Spencer se retorció. ¿Lo estaba? Miró por el estacionamiento. Aunque estaba vacío, se sentía como si estuviera siendo observada. Miró a una gruesa línea de arbustos al otro lado del terreno, luego miró preocupada a la oficina de inmobiliaria cerrada al otro lado de la calle. ¿Podría estar ocultándose alguien adentro?
            - Sí, - dijo, bajándose del auto y golpeando firmemente la puerta tras ella.
Necesitaba hacer esto.
            El cielo estaba gris como si fuera un mal augurio, y el aire se sentía espeso y electrificado. Algo hizo un sonido de rasguños tras ella, y el vello de sus brazos se erizó. - ¿Oíste eso?
            Chase se detuvo de golpe y escuchó. – No…
Luego algo se movió en el bosque que bordeaba el terreno. Spencer miró fijamente una mancha entre los árboles. – ¿H-hola? – tartamudeó. Nada.
            El tragar de Chase era audible en el tenebroso silencio. – Probablemente fue un conejo. O un alce.
            Spencer asintió temblorosamente. Se fue de puntillas hasta la entrada de la unidad de la esquina y miró por la ventana, pero estaba muy oscuro para saber qué—o quién—estaba adentro. Inspeccionó la puerta de enfrente. No había rasguños, ni huellas, ni alfombra de bienvenida. Entonces, poniéndose los guantes que Chase le dio—no querían dejar huellas—tocó dudosamente la manija metálica, como si estuviera conectada para hacer estallar una bomba. Su piel hormigueó. Miró por sobre su hombro nuevamente hacia la oficina inmobiliaria.  Un trueno retumbó. El viento se puso más fuerte. Unas cuantas gotas cayeron en la cabeza de Spencer.
            - ¿Disculpe?
            Spencer dio un salto y se dio vuelta. Un hombre paseando un perro se les acercó por la acera. Él parecía mayor, un poco encorvado. La lengua del collie estaba fuera de su boca. Spencer no sabría decir si el perro estaba amarrado o no.
            El hombre miró de Spencer a Chase. - ¿Qué están haciendo? – él preguntó severamente.
            La mente de Spencer se quedó en blanco. – Uh, pensamos que nuestra amiga vivía aquí.
            - Nadie vive aquí, - dijo el hombre, mirando hacia la casa. – Este lugar ha estado vacante desde que lo construyeron.
            No parecía que estuviera mintiendo. Tampoco parecía que él tuviera alguna idea de quiénes eran ellos—él solo era un hombre viejo paseando a su perro. - ¿Ha visto alguna vez a alguien entrando y saliendo de este lugar? – se atrevió a preguntar. - ¿Alguna persona?
- Nop, ni siquiera una luz prendida. – dijo el hombre. – Pero es propiedad privada. Deberían irse. – Volvió a mirarles por un rato, y por un momento, Spencer se preguntó si había confiado en él muy rápidamente. Pero entonces le silbó a su perro, y el perro se paró. Mientras pasaron, el perro se puso tenso y dio vuelta su cabeza hacia la oficina inmobiliaria al otro lado de la calle. Spencer se tragó su estómago. ¿El perro sintió una presencia? Pero entonces se fue y levantó su pata en unos dientes de león. El hombre y el perro desaparecieron, con sus pisadas y su cadena rebotando.
Spencer esperó a que el hombre estuviera a una distancia segura antes de volverse a mirar a Chase. – Esta era definitivamente la unidad de la foto.
- ¿Crees que Ali sabe que la encontramos? – Chase susurró, sus ojos bien abiertos. Y entonces, de repente, una terrible mirada pasó por su cara. - ¿Crees que es posible que Ali plantara ese video? Quizás nunca estuvo aquí en primer lugar. O quizás nos envió aquí para herirnos.
Spencer no podía creer que no se le hubiera ocurrido a ella. Se bajó rápidamente del pórtico, segura de que algo horrible estaba por suceder. No pasó, pero por medio segundo, juró que pudo oír a alguien riéndose. Miró atentamente a los árboles, entonces miró preocupada a la oficina inmobiliaria, desesperada por divisar la sombra de Ali en la ventana. ¿Y si estaba cerca? ¿Y si se dio cuenta de lo que habían descubierto—y estaba furiosa?
            Spencer tomó la mano de Chase. – Salgamos de aquí, - dijo apurada, corriendo hacia su auto. Esperaba, de repente, que no hubieran cometido un terrible error.
           

Capítulo 1- Capítulo3

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