Traducido por: Guadalupe
Corregido por: Daniela
Alison DiLaurentis se dirigió por
el pasillo en la Escuela Pre-Secundaria de Rosewood Day, sus tacones
chasqueando, su cabello rubio balanceandose, y la falda a cuadros de su
uniforme rebotando en sus muslos. El profesor de ciencias de la tierra asomó la
cabeza fuera de su aula y levantó las cejas. Las luces del techo, que
hacían que todo el mundo se viera pálido y enfermo, resaltaban la piel
dorada de Ali y las motas verdes en sus ojos. Sus pasos parecían marchar
al ritmo de la “música clásica entre clases”. Y mientras ella bordeaba la
esquina directo hacia la cafeteria, la multitud se abría para darle paso, como
toda una reina.
Era primavera, casi en el final
del séptimo grado, y Ali y sus amigas comían en la mejor mesa de afuera, una
larga y cuadrada de cuatro patas que tenía una excelente vista hacia el
campo de béisbol. Emily Fields, Spencer Hastings, Aria Montgomery, y Hanna Marin
ya estaban sentadas y sacando sus almuerzos: rollos de sushi del mostrador de
Fresh Fields y pretzels suaves de la cafetería.
Ali las saludó desde la entrada.
Spencer se iluminó. Hanna sacó una caja extra de rollos de sushi fuera de su
bolso y la puso en el lugar de Ali. Emily le dio a Ali una pequeña, emocionada
sonrisa, sacando unas hojas del asiento de Ali. Aria dejó de tejer y le dio a
Ali una enorme sonrisa.
Mientras Ali caminó a través del
patio, los ojos de todos estaban en ella una vez más. Ella podía oír los
susurros de sus admiradores y los apreciativos silbidos. Devon Arliss, quien
estaba en la clase de historia con Ali, corrió hacia ella y le pasó la tarea de
esta tarde, la cual ella ya ni siquiera le tenía que pedir a Devon que la haga.
Y Heather Rausch, cuya hermana trabajaba en la tienda de Sephora del mall, le
dio una gran bolsa de regalos, llena de muestras de la línea de maquillaje más
reciente. -Tú eres la única persona además de los empleados que los tiene. -
Heather dijo orgullosamente.
- Gracias - Ali les dijo a Devon
y Heather, disparándoles sonrisas. Se sentía como si ella fuera una estrella
VIP: Ella era tan preciada y tan deseable, tenías que estar en una lista de
espera sólo para acercarte a ella.
Mandar una escuela era, en una palabra,
asombroso. Ella tenía tendencias que imponer (ella había hecho que todos
en Rosewood Day usaran esmalte de uñas verde lima esta primavera); personas que
arruinar (cuando plantó esa nota de amor falsa de Kirsten Cullen a Lucas
Beattie fue la perfecta venganza para cuando Kirsten había criticado sus
habilidades en el campo de hockey); fiestas que planear (la temporada
primavera-verano era la más dura); y niñas para eclipsar. Incluidas sus mejores
amigas.
Ella caminó hacia ellas a la
mesa. - ¡Hey perras!
Sus amigas sonrieron
brillantemente. - ¡Hey, perra! - Todas dijeron al unisono, aunque Emily lucía
avergonzada. Incluso los profesores apenas se estremecían al oír perra
en los pasillos, pero Emily practicamente había sido criada como Amish, y ella
todavía era tímida para hablar mal.
Ali sacó la vieja cámara Polaroid
que su padre le había dado y sacó una foto de ellas, las chicas sonrieron
felizmente. A pesar de que Aria era la fotógrafa/videógrafa oficial del grupo,
la Polaroid era asunto de Ali—ella nunca iba a ningún lugar sin ella. Al
principio, ella la llevaba encima para no olvidar ciertos detalles de su nueva
vida en caso de ser atrapada y enviada a La Reserva. Ella quería pruebas de los
chicos lindos de quienes era amiga y del lugar más soleado en el patio donde
ella y sus amigas se sentaban para almorzar cada día. Ahora, tomar fotos
regularmente se había vuelto un hábito.
– Así que, ¿qué hay de nuevo? -
Ali preguntó mientras levantaba la tapa del sushi. Hanna había tomado el
favorito de Ali —Rollito picante de atún con wasabi extra.
–Vi a Lara Fiori después del
gimnasio. - Aria dijo. - Ella estaba usando las mismas sandalias Marc Jacobs
que tenías la semana pasada. Una total copiona.
Ali resopló. - No es -
dijo ella, refiriéndose al juego que había reutilizado de su hermano, Jason.
Era la frase que ella y sus amigas decían acerca de alguien no popular o no
cool.
- Concuerdo. - Spencer tomó algo
de su bolso y se lo pasó a Ali. - Kirsten Cullen me dio una invitación a su
fiesta en el club de campo este fin de semana. ¿Debería decir sí por nosotras?
Ali estudió la invitación, la
cual era una cartulina color crema. - Luce perfecto, Spence. Definitivamente.
Spencer lucía satisfecha. -
Tendremos que comprar vestidos, ¿huh?
- Ooh, Bloomie tiene un nuevo envío
de DVF. - dijo Hanna con entusiasmo. - Los llamé obsesivamente toda la mañana e
hice que la vendedora ponga algunos en espera para nosotras.
- Lindo - dijo Ali, sosteniendo
su botella de Vitaminwater hacia Hanna en señal de un brindis.
Emily se inclinó hacia delante. -
¿Has oído hablar de Matt hoy?
Ali miró sus uñas. - Sólo un
millón de veces. - Matt Reynolds había sido el novio de Ali, pero se mudó
a Virginia la semana pasada. Él quería hacer las cosas a larga distancia, pero
ella no quería. Aunque él era el chico más guapo de séptimo grado, ella nunca
había sentido algo real por él. Pero como la chica más linda en séptimo
grado, solo era correcto que salieran.
- Lo superé. - Ali continuó. -
Prefiero pasar tiempo con ustedes cualquier día.
Sus mejores amigas de un año y
medio se sonrojaron tan agradecidamente como cuando Ali las había elegido como
su nuevo grupo de amigas. Y Ali tenía mucho que agradecerles también. Si ellas
no hubiesen estado en el patio de su familia ese día, justo en ese momento
crítico, las cosas hubiesen sido muy diferentes. Todos en Rosewood habían
aceptado el nuevo grupo de Ali rápidamente, y la popularidad de las otras
chicas había ascendido como cohete. Era una victoria para todos.
Ellas tenían un montón de
recuerdos divertidos. Como en la casa en la montaña de su familia en Poconos. O
como todas las fiestas a las que fueron invitadas, conversando mientras todas
las otras chicas trataban de impresionarlas. O esa vez el año pasado cuando se
habían bañado desnudas en la Poza del Piquito, las docenas de pijamadas que
habían tenido, los millones de horas de charlas telefónicas, viajes de compras
y días de spa. Ali había re hecho a estas chicas. Habían pasado de ser nada a
ser algo, todo porque ella era Alison DiLaurentis.
Por supuesto, lo que ellas no
sabían era que ella no era Alison DiLaurentis. Pero a Ali ya no le
gustaba pensar en su pasado. Era algo que ella había aprendido en terapia de
grupo hace un millón de años atrás: Si tú tienes sólo pensamientos positivos,
te llevará a tener una vida positiva. Su vieja existencia como Courtney estaba
lejos.
Ella miró a Aria, quién había
tomado recién sus agujas de tejer y un ovillo de lana rosa. - ¿Estás
haciendo otro sujetador?
Aria asintió, y levantó la mitad
de un sujetador copa C. - ¿Te gusta?
Ali tocó la suave lana. - Tú
realmente podrías vender estos en Saks. - Entonces ella miró a Spencer, que
estaba escribiendo algo en su planificador de días del calendario. - Dios,
Spence, tú tienes la mejor letra manuscrita.
Spencer se iluminó.- ¡Gracias!
Ali le dijo a Hanna que las
nuevas gafas de sol que ella había comprado en H&M eran increíblemente
chic, y tiró de la cola de caballo de Emily y le dijo que la remera con cuello
de barco que ella estaba usando remarcaba sus hombros trabajados. Elogiar a las
chicas se sentía bien—no solo porque ellas la elogiaban más aún, sino porque
también las acercaba. No había nada en el mundo más poderoso que un grupo de
amigas que eran honestamente mejores amigas—no solo eneamigas. Era algo que Ali
había soñado toda su vida.
De todos modos, Ali no podía
resistirse a afirmar que ella era solo ligeramente mejor que las demás.
Ella sacó su teléfono, miró la pantalla y soltó una carcajada. - Cassie
me envió un mensaje super gracioso hace un rato. - dijo ella, refiriéndose a
Cassie Buckley, una chica del equipo JV de hockey sobre hierba con Ali. - Ella
es tan divertida.
- ¿Sigues pasando tiempo con
ella? - Emily sonaba herida. - El hockey sobre hierba se acabó hace meses.
- Nos volvimos muy cercanas. -
Ali dijo despreocupadamente. - De hecho, saldré con Cassie y otras chicas del
equipo esta tarde.
Hubo un silencio incómodo. Ali
miró a sus amigas, satisfecha por sus preocupadas, intimidadas expresiones.
Ella sabía perfectamente que querían que las invitara, pero excluirlas era la
idea. No era maldad, exactamente. Le recordaba a lo que los labradores de
Spencer, Rufus y Beatrice, hacían en el patio de los Hastings: Ellos jugaban
por un rato, y entonces Rufus subía por la espalda de Beatrice y la tiraba al
suelo sólo para recordarle quién era el alfa.
- Hey - Spencer dijo después de
un momento. - Necesitamos saber qué haremos en la pijamada del fin del séptimo
grado. Si no es que ya tienes planes para esa noche, Ali. - Su tono era suave,
pero le dio a Ali una mirada cautelosa.
- ¡Por favor di que no tienes
planes! - Emily dijo nerviosamente.
- No me perdería nuestra
pijamada. - Ali miró a Spencer. - ¿Qué tal si la tenemos en tu granero? - La
familia Hastings tenía un viejo granero en su patio al que habían convertido en
un asombroso apartamento para la hermana mayor de Spencer, Melissa. Con sus
techos altos, enorme closet, y su baño de mármol completándolo con una tina de
baño, era el último departamento de soltera.
Spencer torció la boca. - No a
menos que queramos a Melissa jugando verdad o castigo con nosotras.
Ali rodó sus ojos. - ¡Sácala de
allí esa noche! Sería perfecto, ¿no lo crees? Podríamos poner nuestras bolsas
de dormir en esa enorme habitación, mirar películas en la televisión de
pantalla plana, quizá incluso invitaremos algunos chicos… - Sus ojos
chispearon.
- ¿Como a Sean Ackard? - Hanna
preguntó emocionadamente.
- ¿Noel Kahn? - Aria aventuró una
sonrisa.
Spencer se miró sus uñas. -
¿Y si mejor la hacemos en tu patio, Ali?
Ali hizo una mueca. – ¿Olvidaste
el gazebo que estamos construyendo? Mi patio es un área desastrosa. - Entonces
puso su cabeza en el hombro de Spencer. - ¿Por favor, pregúntale a Melissa?
Seré tu mejor amiga.
Spencer suspiró, pero Ali sabía
que lo estaba considerando. Ese era el poder que tenía sobre todas ellas. Ellas
harían cualquier cosa por ella, incluso cosas que no querían hacer.
Tal como ella lo había hecho por su
hermana, hace años.
El timbre sonó, y todo el mundo
se paró. - ¿Nos llamamos luego? - Hanna le preguntó a Ali, y Ali asintió.
Usualmente las chicas hacían llamadas de 5 líneas al final del día para contar
todos los chismes.
Ali tenía la frente alta mientras
giraba directo hacia el gimnasio, su próxima clase, las miradas celosas de sus
compañeros de clase eran como el tibio sol de verano en su piel. Pero de
repente, algo en el pasillo le llamó la atención. Había una nueva muestra en la
vitrina, que decía: “CLUB DEL DRAMA ROSEWOOD DAY: UNA MIRADA HACIA ATRÁS”. En
el centro de una cartulina estaba la imagen del club de teatro de este año
después de la presentación de su obra, “El violinista en el tejado”—allí
estaba Spencer, que había desempeñado un papel de apoyo, justo enfrente.
Abanicándose en un patrón de rayos de sol en torno a la foto central estaban
las imágenes de las obras de incluso antes. Ali vio a una Spencer más joven
haciendo de árbol en: “Sueño de una noche de verano”. Había una foto de
Mona Vanderwaal, su pelo peinado con colas de caballo y su boca con grandes
aparatos, haciendo de vaquera en: “Annie Get Your Gun”. Había una joven
Jenna Cavanaugh, cantando un solo, sus labios naturalmente rosados, sus grandes
ojos castaños, viéndolo todo.
Y justo al lado de eso, dándole
una línea a un Noel Kahn usando un parche en el ojo, estaba su propia cara.
Excepto que esta foto era antes de sexto grado. Antes de que Courtney se
convierta en Ali, y Ali se convierta en Courtney. Si tú te concentrabas bien,
las diferencias entre las dos chicas eran obvias. Los ojos de su hermana eran
un poco más grandes y un poco más azules. Ella era más erguida, y sus oídos no
sobresalían tanto. Pero ni una sola persona había notaba esas diferencias—las
personas raramente le prestan atención a los detalles.
Ali pensó acerca en La Reserva
Addison-Stevens. Ella la había visitado un par de veces, y era incluso peor que
los rumores. La sala de pacientes tenía paredes peladas azules, oscuros
corredores, y rejas en las ventanas. Niños andaban por los pasillos con desaliento,
algunos de ellos murmurando, otros gritando, la mayoría temblando. Su hermana
era una de ellos ahora. Ella venía insistiendo con que era Alison DiLaurentis
durante más de un año, volviéndose loca a ella misma. Era una hermosa
contradicción: cuanto más la verdadera Ali insistía en que había sido
injustamente encarcelada en La Reserva, más razón le daba al personal para
mantenerla allí. Le daban tantas medicinas que estaba embobada la mayor parte
del tiempo.
Ali miró por su hombro, de
repente sintiendo la nauseabunda sensación de que alguien la estaba observando.
Esa sensación la golpeaba de vez en cuando, aunque ella siempre la atribuía a
estar estresada por graduarse.
Ella miró la foto otra vez. Se
sentía peligroso, de alguna manera. Ali no podía nunca, jamás dejar que
alguien descubra su secreto; ella no iba a ir a La Reserva mientras viviese.
Abrió el pestillo de la vitrina, metió su mano dentro, tomó la foto de la linda
Alison de quinto grado, y la metió en su bolso. Ella la quemaría cuando llegase
a casa esa noche.
Fuera de la vista, fuera de la
mente. Tal como ella solía estar.
Prólogo | Capítulo 2
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