Traducido por: Daniela
Corregido por: Ade Rubiah/Frío
Esa tarde, Aria y Graham estaban de pie fuera del teatro, en
el piso más bajo del barco. Las paredes azul brillante mostraban fotos de los
intérpretes del cirque du soleil, quienes se veían raros y poseídos con sus
abultados ojos, mallas extremadamente ajustadas, y extremidades
absurdamente largas. Otro muro era devoto a letreros del show de talentos de
esa noche—comenzaba a las siete, y había una pre- y post-fiesta.
Pero el resto del espacio del muro, estaba cubierto con
extraños jeroglíficos relacionados con el cirque du soleil. Aria y Graham
estaban allí porque la última pista de la Eco Búsqueda del Tesoro, la cual
habían encontrado en un cubo de compost en la cocina del barco, les requería
descifrar los jeroglíficos. Pero para Aria, los símbolos sólo parecían unos
garabatos sin sentido.
- ¿Alguna idea? – Aria se hizo a un lado cuando uno de los
acróbatas, quien tenía una pluma de avestruz saliendo de su cabeza, pasó por la
puerta del teatro. Esa mañana, cuando él y Aria habían reportado a Gretchen,
ella les dijo que estaban entre los primeros. – Si desciframos esta pista, esas
gift cards de la Apple Store son nuestras – A pesar de que Aria no había estado
muy emocionada con esa idea al comienzo, había paseado mentalmente por la Apple
Store, contemplando si comprar un iPad blanco con toneladas de memoria o un
MacBook Air.
- Probablemente por eso es que la hicieron tan difícil – la
frente de Graham se arrugó cuando estudió la pared. – Ese se ve como una nube.
– Apuntó a una imagen que parecía abultada – Y esa se ve como una chica
cayendo.
Aria se estremeció. Si volvía su cabeza en cierto ángulo, sí
se veía como un cuerpo descendiendo por el espacio. La foto de Tabitha cayendo
apareció en la mente de Aria, seguida por la última nota de A. ¿Irá el novio
de Aria a visitarla cuando esté en la cárcel?
La
puerta del teatro se abrió y otra acróbata salió. Ella los miró y sonrió. -
¿Quieren una pista?
Aria y Graham asintieron entusiasmados.
La acróbata se acercó. – ¿Ven la foto de allí, la que se
parece a un tenedor? Significa O. Y la imagen que parece una zanahoria,
es por una letra S.
Aria miró al muro otra vez. - ¿Así que es como un
criptograma?
- Precisamente – La acróbata dijo, luego se alejó.
Aria miró a los símbolos. Ella y su padre, Byron, solían
hacer el criptograma en el Centinela de Philadelphia cada mañana. El
puzle siempre mostraba una cita desordenada. El truco era encontrar el código
para que tuviera sentido.
Cuando buscó un lápiz en el interior de su cartera, sus
dedos tocaron un tee de golf de la cancha de minigolf a la que ella y Graham
fueron el otro día. Se golpeó la frente. - ¡Graham, soy tan pesada! ¿Cómo te
fue con Tori anoche? – Graham le envió un mensaje la tarde anterior diciendo
que él y Tori tenían planes para cenar. Ella le respondió con una lista de
cosas de las que hablar, añadiendo que él tenía que moverle la silla a Tori
cuando se sentara y nunca, jamás, ordenar por ella. No podía creer que se le
hubiese olvidado preguntar.
Graham se sacó un mechón de cabello de su frente. – Estuvo
bien – Luego apuntó una palabra de tres letras con un ícono de tenedor en ella.
– Si eso es una O, entonces la palabra es Los. Y también lo son
esas dos.
- Oh. Cierto. – Aria las escribió, luego llenó las eles
y eses en los otros lados del puzle también. Se aclaró la garganta. -
¿Así que estuvo bien? ¿No fue increíble?
- Y quizás esa sea Al – Graham apuntó a una palabra
de dos letras terminando con L. Era como si él no la oyera.
- Sip – Aria dijo, escribiéndolas. Su estómago se hundió.
¿Había sido un desastre la cita? Quizás Graham habló sin parar sobre SAC o
sobre su ex novia muerta. Quizás Tori se fue después de los aperitivos.
Se moría por preguntar, pero de repente el pasillo se sentía
muy tranquilo y expuesto. Miraron el puzle por unos poco minutos más,
escribiendo más letras. En pocos minutos, tenían todo el mensaje: Protege
los mares. Salva el planeta. Vive la vida al máximo.
- Está bieeeen – Graham torció su boca. - ¿Qué debemos hacer
con esto?
- He visto esa frase en algún lugar – Aria murmuró, cerrando
sus ojos. Luego la respuesta saltó en su mente: El banner en el casino, del
primer día. Lo notó porque juraba haber visto algo—o alguien—moverse entre las
sombras por él.
- Vamos – dijo, tomando la mano de Graham.
El casino estaba oscuro y vacío, las máquinas tragamonedas
zumbaban átonas. El banner aún colgaba sobre las mesas. Aria caminó entre ellas
y puso sus manos en la superficie de la mesa. Cuando pasó su mano por el lado
inferior, sus dedos tocaron la cartulina. Se agachó; dos tarjetas habían sido
pegadas justo en la parte en que la mesa se junta con las patas. Sacó la cinta
adhesiva y las sostuvo a la luz. ¡Felicitaciones! Ambas decían.
Aria abrió una. Era, de hecho, una gift card por $1,000 de
la Apple Store. Se la mostró a Graham - ¡Lo logramos!
Graham lanzó su puño al aire. Luego abrazó a Aria y le dio
vueltas. Ella se rio, pero no lo abrazó tan fuerte, para no darle una idea
equivocada. Cuando Graham la soltó, sus mejillas estaban de un delicado color
rosado.
- Deberíamos celebrarlo ¿No crees? – Él preguntó - ¿Qué tal
si almorzamos en el restaurante que está en la cubierta superior?
- Bueno… - La boca de Aria tembló. Ella quería decirle que
mejor debería hacer algo con Tori. Ella también quería ver a Noel. Pero Graham
se veía tan feliz. Y ellos acababan de ganar.
- De acuerdo – decidió, tomando una de las gift cards de su
mano – Sólo déjame refrescarme.
Una hora más tarde, Aria subió por una escalera de caracol
hacia Galileo, un pequeño restaurante de un pequeño sector en la cubierta
principal. Centelleantes focos de colores estaban colgados por las barandas y
atados entre los árboles de ficus en maceteros. Había chicos sentados en las
mesas, una banda de jazz tocaba en un rincón, y los muros estaban llenos de
posters promocionando el show de talentos. PRIMER PREMIO: ¡VESPA! Decían todos.
- ¿Aria?
Graham apareció tras ella, vestido con una camisa abotonada
azul y un par de jeans limpios. Su cabello estaba cuidadosamente peinado, él
saludó, y ella pudo oler su colonia silvestre desde allí. Cuando él la vio, su
cara tuvo un tic de nervios. – Te ves bien.
- Oh, uso esta vieja cosa todo el tiempo – Aria dijo,
apuntando a su maxi-vestido y sus alpargatas.
Graham caminó hacia el bar y ordenó dos ginger ales, luego
la guio a una mesa alta junto al enrejado. Una vez se sentaron, una mirada astuta
apareció en su cara, y luego sacó un frasco de su bolsillo trasero y lo agitó.
Se escuchó líquido dentro.
- ¿Qué es eso? – Aria susurró.
- Algo para ayudarnos a celebrar – Graham dijo, luego se
detuvo - ¿Está bien?
Aria debió tener una cara extraña; estaba sorprendida de que
Graham bebiera. Después de todo, él había sido tan persistente por el asunto de
que The Cliffs servía alcohol a menores en el sitio web memorial de Tabitha
Clark.
- Supongo que puedo tomar un poco – dijo después de un
momento, y dejó que Graham pusiera el picante líquido en su vaso. Cuando tomó
un trago, casi tosió. – Ostras – Tenía que tener unos 150 grados de alcohol.
Graham se bebió su trago rápidamente – Necesito esto en este
momento.
- ¿Por qué? – Aria alejó su vaso – Pensé que estabas
relajado ahora que hemos ganado – Luego levantó una ceja - ¿Es porque estás
nervioso por tu presentación para el show de talentos? Tocar una canción de
Death Cab en el laúd suena genial para mí.
- No es eso – Graham murmuró
- A Tori va a gustarle también – Aria dijo – Hablando de
eso, suéltalo. ¿Cómo fue realmente la cita?
Graham movió uno de sus hombros – Te lo dije. Estuvo bien.
Fuimos al restaurante de la cubierta principal. Ella ordenó sushi, yo comí
hamburguesa de pavo.
Aria parpadeó. Que le contara lo que cada uno había comido
en una cita no era particularmente una buena señal - ¿Hablasteis mucho?
- Supongo – Graham hizo tiras la servilleta que venía con su
ginger ale. – Para ser honesto, no estoy seguro de que me guste Tori después de
todo.
- ¿Por qué no? – Aria gritó - ¡Ella parecía perfecta para
ti! Y estoy segura de que ella estaba interesada – Se apoyó en el respaldo de
su silla. - ¿Estás asustado de permitirte a ti mismo que te guste alguien más
por lo de Tabitha?
- Definitivamente no estoy asustado. Ella simplemente no era
para mí. – Graham levantó su vaso y bebió el resto del trago. Cubos de hielo
rebotaron al fondo del vaso vacío. Cuando lo puso de vuelta, la miró larga y
profundamente de una forma que Aria no entendió. – Hay algo que necesito
decirte. Algo para lo que he estado juntando coraje para decirlo durante todo
el día.
Aria ladeó su cabeza - ¿A qué te refieres?
Graham continuó mirándola. Y luego, de repente, las piezas
del puzle encajaron en la mente de Aria. Le gustas, Noel lo había dicho.
Un chico puede saberlo. Podrías estar dándole falsas esperanzas sin siquiera
saberlo.
Ella
corrió sus manos hacia la derecha, casi chocando su vaso – Um, no necesitas
decirme nada – ella dijo, tratando de mantener su tono relajado.
- No, en serio lo necesito— Insistió Graham.
- Deberíamos sólo divertirnos esta noche – Aria interrumpió,
buscando su trago—de repente, alcohol sonaba como una estupenda idea – Celebrar
que ganamos.
- Pero… - Graham se desconcertó abruptamente, sus ojos se
ampliaron cuando vio algo en el pecho de Aria.
Ella miró abajo, deseando haber escogido un vestido que no
mostrara mucho escote. - ¿No está escabroso el mar esta noche? – Preguntó
fuertemente, haciendo un gesto sobre la baranda.
Pero Graham no pareció picar el anzuelo. Apuntó al collar
alrededor de su cuello. - ¿De dónde sacaste eso?
Aria lo tocó – mi novio me lo dio.
La mano de Graham se estiró. Tomó el collar y lo acercó
hacia él. La cadena presionaba contra la parte de atrás del cuello de Aria, forzándola
a acercarse. Sus labios estaban a pulgadas de los de ella. Aria gritó, dio la
vuelta a su cabeza para que no la besara y luego se alejó de él, tan
forzosamente que casi derrumbó su taburete.
Cuando se enderezó, Graham sólo la estaba mirando otra vez,
sin pedir perdón por lo que había hecho. Aria tomó su cartera, evitando
contacto visual – Tengo que irme.
Graham se paró también – Aria, espera.
- No lo hagas – Su cabeza comenzó a doler. – De repente,
todo se sentía tan agrio y sucio. – Te llamo después, ¿está bien?
Trató de darse vuelta, pero Graham le pilló el brazo. Gritó
otra vez. Cuando lo miró a la cara, estaba serio, casi enojado. – Pero tengo
que decirte algo – él demandó.
- Me haces daño – Aria dijo temblorosa, mirando a las uñas
de él en su brazo. Su corazón latía con fuerza en su pecho.
Graham la soltó, de repente parecía terrorífico. Ella se fue
rápido, bajando por las escaleras de caracol y pisando tan rápido como sus
zapatos altos la pudieron llevar.
- ¡Aria! – Graham la llamó, pero ella no se detuvo. Sólo
cuando llegó al fondo miró arriba por la escalera. Graham estaba de pie en la
cima, mirando desconcertado con sus ojos amplios y tristes y con las comisuras
de sus labios hacia abajo.
Ella se escabulló y sintió la culpa bañándola. ¿Había hecho
ilusiones a Graham? ¿Él estaba enamorado ahora? ¿Cómo había salido todo esto
tan horriblemente mal?
El elevador no podía llegar tan rápido. Presionó el botón
una y otra vez, asustada de que Graham podría decidir venir a hablar con ella.
Luego un sonido de piano tintineando sonó tras ella. Había un piano de cola
pequeño en el área de espera, y alguien estaba presionando una nota aguda una y
otra vez. Sonaba como el soundtrack de Psycho.
Se dio la vuelta, lista para decirle a quien sea que fuera
que se detuviera, pero no había nadie en la banca. Parpadeó mirando alrededor
de la sala vacía— ¿Había escuchado siquiera el sonido? Pero no, el sonido de
una tecla de piano recién tocada hacía eco en el aire. Alguien había
estado tocando el piano. Y ella supo, inmediatamente, quién había sido.
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