jueves, 19 de septiembre de 2013

Burned - Capítulo 21: La pijamada de Hanna

Traducido por: Daniela
Corregido por: Ade Rubiah/Frío

              - ¡Vamos gente, dos repeticiones más! – gritó la imitadora de Jillian Michaels mientras estaba de pie frente a la pequeña sala de ejercicios, levantando dos mancuernas color celeste sobre su cabeza. - ¡Háganlo aunque duela! ¡Sientan cómo queman!

              Los brazos de Hanna se sentían de goma, pero de todos modos levantaba las mancuernas tan alto como podía, dejando salir gruñidos. Cuando se miró a sí misma en el espejo, estaba haciendo una mueca de anciana constipada.

              Luego dejó caer las pesas al piso y suspiró - ¡Apláudanse! – La instructora celebró. Unas cuantas personas aplaudieron con poco interés.

              Hanna se dejó caer en su alfombrilla. Era la tarde del sábado, y había estado en el gimnasio por dos horas. Antes de tomar la clase de 7 días para quemar grasa, había ido a la caminadora por treinta minutos, luego trató de perderse por otros veinte en la StairMaster. Pero nada de eso la ayudó a olvidarse de Naomi, o A, o a Naomi como A.

              Todos en la clase se dirigieron a la puerta, y Hanna se puso una toalla sobre sus hombros y siguió. Pero cuando vio la brillante cara de Naomi en la ventana, se retractó.
              - ¡Hola, superestrella! – dijo Naomi efusivamente, entrando a la habitación. Estaba vestida con shorts grises de tejido de rizo, una blusa blanca sin mangas, y zapatillas deportivas New Balance. - ¡Te esfumaste tan temprano esta mañana! ¿Has estado aquí todo el tiempo? Deberías haberme dicho que vendrías al gimnasio, ¡habría venido contigo!

              - Uh, fue una cosa de último minuto – dijo Hanna, evitando la mirada de Naomi, la cual se sentía demasiado intrusiva.
              Naomi puso su brazo alrededor del de Hanna. – Justo estaba hablando con la instructora de Pilates—se oye genial. ¿Quizás podríamos apuntarnos para una sesión mañana?

              - Uh, claro – Hanna jugó con su toalla, perturbada por lo cerca que estaba Naomi de ella. Una visión del cuerpo muerto de Gayle en la entrada hizo un flash en su mente. Naomi hizo eso.

              Naomi puso sus manos en sus caderas - ¿Estás enojada conmigo?
              - Por supuesto que no – dijo Hanna, tratando de sonar inocente.
              - Bueno, estás actuando extraño – dijo Naomi, con dolor evidente en su voz – Me tratas como si tuviera vómito en mi cabello.
              Hanna gesticuló un encogimiento de hombros despreocupado – Solo estoy cansada – Luego hizo un gesto hacia la fuente, murmuró que se moría por un refresco, e hizo una línea de abeja hacia el grifo. Lo sabe todo, una voz en el interior de su cabeza rugía. Todo lo que te dijo era una mentira. No está feliz de que su prima estuviera en el choqueestá furiosa, y está en busca de sangre.

              Cuando terminó de beber, Naomi estaba esperando. - ¿Al menos podemos ensayar para el show de talentos esta tarde?
              Hanna se sentía atrapada. Agradecidamente, justo en ese instante, su celular sonó. Solo era un e-mail de Shopbop.com sobre los debes-tener del verano, pero Naomi no sabía eso. – Mike quiere juntarse conmigo—dice que es una emergencia. Qué mal.

              Naomi miró con sospecha - ¿Aún quieres ser mi compañera para el show de talentos?
              - ¡Por supuesto! – Hanna mintió, asustada de lo que Naomi haría si decía que no. La miró con una sonrisa de Lo-siento-pero-estoy-muy-ocupada. – Nos vemos luego, ¿está bien? – Y luego, agachando su cabeza, se fue como una bala hacia la puerta de las escaleras y fue rápidamente hacia el piso en el que estaba su habitación—estaba desesperada por un cambio de ropa. Tenía miedo de que Naomi pudiera seguirla, pero no estaba a la vista.
              Hanna desbloqueó su puerta y entró rápidamente. A pesar de que sólo habían sido unas pocas horas desde que estuvo allí, la habitación ya no se sentía suya. La maleta de Naomi estaba en un lugar completamente diferente. Había ropa diferente en su cama, y la silla se había movido hacia la ventana. Hanna miró a su alrededor en busca de la laptop de Naomi, pero no estaba en ningún lado a la vista. Probablemente nunca más la dejaría desatendida.
              Se dejó caer en su cama por un momento, a la vez sintiéndose tan cansada como pretendía estar en el gimnasio. Su cabeza se hundió en la fresca y suave almohada. Sus extremidades doloridas se relajaron en el esponjoso colchón. Se sentía tan bien estirarse después de tantas horas de ejercicio...  El sonido blanco del ventilador era tranquilizante y suave. Sólo cerraré mis ojos por un minuto, pensó para sí misma, su respiración se hizo más lenta. Y entonces, la oscuridad la rodeó como una sábana pesada, apagándolo todo.

              Cuando volvió a abrir los ojos, estaba sentada en un BMW desconocido. Un aromatizador con forma de pino daba vueltas en el espejo retrovisor. La radio estaba puesta en una estación de hip-hop.
              Parpadeó y miró por la ventana. Estaba lloviznando. Altos edificios la rodeaban, y un letrero neón que indicaba Street Steaks Sur, se iluminó a la distancia.
              La puerta del pasajero se abrió, y una silueta se desplomó sobre el asiento del pasajero. – No es necesario que hagas esto, Olivia – dijo una voz que le era familiar, articulando mal. – Estoy súper bien para manejar.

              Hanna parpadeó con fuerza. Era Madison. Su cabello rubio estaba desordenado, su cara estaba colorada, y estaba usando la misma remera a rayas que había usado esa noche en el bar. Hanna miró a su alrededor otra vez. Esta era esa noche en el bar. El aire se sentía veraniego. El aliento de Madison olía fuertemente a alcohol. Hanna tenía gusto a margarita en su boca.

              Luego tuvo una epifanía. ¿Tenía la oportunidad de rehacer esa noche? ¿Podía cambiar el destino? ¿Podía salirse del auto, llamar a un taxi para Madison, y enviarla a casa de otra forma, quedándose completamente fuera de este desastre? Entonces Naomi nunca habría tenido nada en contra de ellas. Nunca se hubiese convertido en A. Esta pesadilla no estaría ocurriendo.

              Pero cuando trató de tirar de la manija del auto para bajarse, sus dedos no respondían. Y entonces, inconscientemente, sintió su mano girando la llave en la ignición y encendiendo el motor del auto. Antes de saberlo, estaba metiéndose en el tráfico. ¡Para! Se dijo a sí misma, pero sus pies seguían presionando el acelerador.

              - Entra en 76 West – Madison murmuró, apuntando a un letrero arriba de ellas. Hanna trató de girar el auto en otra dirección, pero era inútil. Se encontró a sí misma incorporándose en la autopista, tal como le ocurrió la primera vez.

              Se enfocó en el camino, el cual apenas era visible por la lluvia. – Sigue en la 76 hasta la 202 – Madison instruyó.
              Esas eran las indicaciones para ir a Rosewood - ¿Dónde vives exactamente? – Hanna preguntó, a pesar de que ahora lo sabía.

              Madison se rio – Vas a odiarme, pero no recuerdo exactamente dónde. Mis padres acaban de comprar una casa nueva, como, la semana pasada, y siempre se me olvida la dirección. Pero creo que puedo llevarnos hasta allí.

              Un auto que venía lanzó una columna de agua contra el parabrisas ¡Estaciónate! Se dijo a sí misma ¡Espera hasta que la lluvia se detenga! Pero, frustrantemente, siguió conduciendo.

              Madison indicó a Hanna hacia Reeds Lane. El corazón de Hanna se aceleró mientras conducía por las curvas, asustada por el momento que estaba a punto de llegar. Y entonces, allí estaba: Un auto apareció de la nada, girando directo hacia su carril. Gritó y giró el manubrio. Madison soltó un extraño sonido de urp, y su cabeza se golpeó contra el asiento. Los neumáticos se deslizaron por el camino húmedo, y antes de que Hanna lo supiera, el auto había bajado por el dique. Presionó los frenos con fuerza, y las ruedas se bloquearon  y la cola del auto aleteó.
              - ¡Ayuda! – gritó. Un gran roble se acercaba al parabrisas. Trató de girar y esquivarlo, pero era muy tarde.
              Hubo un ensordecedor crunch, y luego la sinfonía de vidrio rompiéndose. Hanna cubrió su cara y sintió al airbag desplegarse. El cinturón de seguridad le apretó con fuerza el hombro y el estómago, y luego todo se detuvo. Cuando abrió sus ojos, la radio seguía funcionando. Había vidrio por todas partes.

              Hanna miró a su derecha. La cabeza de Madison estaba doblada en un ángulo extraño. Una delgada franja de sangre fluía de su nariz. Cuando Hanna miró al piso, gritó. Madison no tenía piernas. Era solo un torso.

              - ¿Madison? – Hanna susurró temblorosamente. Agitó el hombro de Madison. - ¿Madison?

              De repente, los ojos de Madison se abrieron de golpe. Hanna retrocedió. Los ojos de la chica estaban claros y lúcidos, y miraba impasible a Hanna.
              - Tu nombre no es Olivia – dijo con una voz encantada – Es Hanna Marin. Lo sé todo sobre ti.
              Los ojos de Hanna estaban atónitos. Sacó el airbag de su camino y trató de salirse del auto, pero Madison la tomó del brazo antes de que pudiera. Cuando se dio la vuelta, no era la cara de Madison mirándola. Era la de Ali.

              - ¡Hey, Hanna! – Las orillas de los labios de Ali se estiraban en una amplia sonrisa. - ¿Me extrañas?

              Hanna se levantó de golpe en la cama, respirando con fuerza. Estaba en la tranquila y quieta habitación del barco. Las cobijas habían sido tiradas hacia atrás y estaba apretando un cojín con sus dedos temblando. Se pellizcó el puente de su nariz tratando de borrar la cara de Ali de sus pensamientos, pero su sonrisa estaba quemándose en su cerebro.

              - ¿Estás bien?

              Naomi estaba sentada en su propia cama, mirando con curiosidad a Hanna.
              Hanna saltó. - ¿P-por cuánto has estado sentada ahí?

              Naomi sonrió, sus grandes ojos azules se veían inocentes. – No mucho. Pero tú estabas realmente ida. Diciendo cosas locas también.

              - ¿C-cómo qué? – Hanna dijo. El sueño daba vueltas en su cabeza. ¿Y si había dicho el nombre de Madison?

              Naomi se encogió de hombros pero no respondió. Tomó las manos de Hanna para levantarla. – Te tengo una sorpresa.

              - ¿Una sorpresa? Hanna repitió débilmente.

              Naomi sacó una bolsa de plástico de atrás de su espalda y sacó dos pelucas de colores brillantes. - ¡Mira lo que encontré en una de las tiendas, en el piso del vestíbulo! ¿No serán perfectas para nuestra rutina de mañana? – Puso la azul sobre la cabeza de Hanna, luego se arregló la morada en la suya. – Creo que sé por qué estás actuando tan raro, Hanna. Tienes pánico escénico. ¿O no? Estás asustada por cantar frente a toda esa gente. Pero será genial. Yo estaré ahí junto a ti. Nada malo puede ocurrir—Lo prometo. ¿Así que, aún vienes?
              El perfume frutal de Kate Spade que Naomi siempre usaba de repente era tan abrumador que Hanna pensó que vomitaría. Se miró a sí misma. Naomi aún la tenía sujeta por la muñeca, y sus ojos brillaban, se veían muy parecidos a los de Madison.
              Alejó su brazo rápidamente – Y-yo tengo que irme.

              Naomi frunció el ceño - ¿Por qué?
              Hanna se levantó, con la mente en blanco. Su única meta era llegar a la puerta frontal tan rápido como fuera posible. – Algo surgió – tartamudeó.
              - ¿Pero y qué hay con el show de talentos?

              Hanna miró atrás sólo una vez. Había una mirada muy dolida en la cara de Naomi, pero Hanna sabía ahora que todo eso era sólo una fachada – Lo siento. – Prácticamente susurró. Luego abrió la puerta, salió al pasillo, y la cerró con fuerza antes de que Naomi pudiera seguirla.

              Casi estaba junto a los ascensores cuando vio un reflejo suyo en un espejo del pasillo. La peluca azul que Naomi había comprado estaba mal puesta en su cabeza, la mitad del cabello estaba en el aire, la otra mitad asomaba sobre su frente. Cuando iba a quitársela, algo salió y cayó al piso. Se veía como una boleta. En la parte de atrás, había algo garabateado en rotulador azul. Cuando Hanna se agachó para verlo más de cerca, su corazón se detuvo.

              No puedes esconderte de la verdad, pequeña mentirosa. Obtendrás tu merecido. —A

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