La tarde
del miércoles, Aria y Noel estaban en un mesón en el sótano de la Escuela
Culinaria de Rosewood, donde ellos tomaban Introducción a la Cocina. Brillantes
ollas y sartenes los rodeaban. Especias en polvo esperaban en pequeños, y
limpios bowls, y un apio medio molido descansaba en su tabla de picar. La
habitación olía a caldo de pollo hervido, gas de los quemadores, y el picante
Trident de canela que Marge, la chica tras ellos, masticaba sin parar.
Todas las
miradas estaban sobre Madame Richeau, su instructora. A pesar de que ella solo
fue una cocinera en un crucero Carnaval por seis meses en los ochenta, actuaba
como si fuera una celebridad chef en el canal de cocina, usando un alto gorro y
hablando con un dudoso acento francés.
“La llave
para un buen risotto es revolver constantemente,” Madame Richeau dijo,
insertando una cuchara de madera en una olla y rodándola lentamente alrededor.
Pronunciaba los te como ze “nunca dejen de revolver hasta que el
arroz esté cremoso. ¡Es una técnica difícil de dominar! Ahora ¡Revuelvan,
revuelvan, revuelvan!”
Noel codeó
a Aria. “No estás revolviendo suficientemente rápido.”
Hanna le
prestó atención y miró a su olla, la cual estaba llena de arroz Arborio y caldo
burbujeando. “Ups,” dijo distraídamente, dándole unas buenas revueltas al brebaje.
“¿Prefieres
moler?” Noel levantó el cuchillo Japonés que trajo de la cocina de sus padres.
Él estaba trabajando cortando una cebolla roja para ensalada. “No quiero que nuestro
risotto esté arruinado. Madame podría mandarnos a la guillotina” dijo con una
astuta sonrisa.
“Estoy
bien” Aria dijo, mirando a su espacio de trabajo. “Además, jamás podría cortar
esa cebolla tan bien como tú.” Sorpresivamente, Noel se había puesto muy bueno
con la clase—especialmente la parte de moler. Aria siempre se aburría a medio
camino y dejaba sus vegetales en grandes trozos poco manejables.
Podía
sentir a Noel estudiándola, pero pretendió no notarle, revolviendo
vigorosamente el risotto. Agradecidamente, Noel se había perdido el encuentro del
ayuntamiento la noche anterior porque él y sus amigos de lacrosse tenían una
cena de equipo. Y sus horarios no se intersectaron en la escuela los últimos
dos días, lo que significaba que no lo vio en los pasillos. Ella consideró no
venir a la clase de cocina también, pero entonces Noel preguntaría por qué. ¿Y
qué se suponía que iba a decir? — ¿Que había visto a su padre apretando tomates
en un vestido en Fresh Fields?
Se
estremeció, la imagen volvía a su mente. El momento en que notó que la hermana
perdida del Sr. Kahn podría ser el mismo Sr. Kahn, se fue de la sección de
producción tan rápido como pudo y se escondió tras un rack de pan Francés. Miró
al hombre de lejos, rezando para estar equivocada. Quizás era otro tipo en
vestido. Quizás era una mujer muy fea. Pero entonces el celular de la persona
sonó. “¿Hola?” una voz de hombre dijo—una voz de hombre que sonaba tal como el
Sr. Kahn. Game over.
Aria no
estaba segura de quien se sentía más avergonzada—del Sr. Kahn o de ella misma.
No podía sacarse la sensación de que todo el asunto era su culpa, lo
cual era como se sintió cuando descubrió a Byron besando a Meredith en séptimo
grado. Si no hubiera bajado por ese callejón, si no se hubiera dado vuelta en
ese momento, nunca habría estado cargando el secreto de su papá—o la agonizante
duda de su decirle a Ella o no. Igualmente, si solo hubiera ido a Fresh Fields
unos momentos después, o se hubiera detenido en el mesón del queso, no sabría
algo tan dañino sobre el papá de Noel.
Pero ahora
que sabía, se moría por saber más. ¿Era algo que el Sr. Kahn hacía seguido? El
si era un poco raro—se vistió como un vikingo de las cavernas para la
fiesta de Bienvenida-a-USA de Klaudia hace un mes, y el siempre estaba cantando
a todo pulmón canciones de ópera y de shows medio borracho en fiestas de
recaudación de fondos del comité escolar de Rosewood Day. Pero vestirse como
una mujer— ¿en público? ¿No se daba cuenta lo que parecería si alguien
lo pillara? Y seguramente el matrimonio del Sr. y la Sra. Kahn no era tan sólido
como Aria había pensado. ¿Eran una de esas parejas que mostraban apariencias
pero secretamente no se amaban para nada? Eso solo hacía que su corazón se
rompa por Noel aun más. Él idolatraba la fuerte unión de sus padres.
Aria había
prometido no más secretos, pero esto era definitivamente algo que Noel no
necesitaba saber—o quería saber. Y solo podía esperar que A nunca se
enterara.
Desde el
momento en que se despertó ayer, Aria siguió esperando que llegue un burlesco
mensaje de A sobre el Sr. Kahn. Pero milagrosamente, ningún mensaje fue pasado
por debajo de su limpiaparabrisas, ni dejado en su locker, ni llegado a su
celular. Lo cual significaba una de dos cosas: A estaba esperando el momento
perfecto… o A no sabía.
Si Gayle
era A, quizás Gayle había estado muy ocupada acechando a Spencer y a Emily para
hacer tiempo también para Aria. No era como que Gayle pudiera estar en todos
lados al mismo tiempo. Y si A no sabía, lo mejor que Aria podría hacer era
pretender que nunca había visto al Sr. Kahn. Ni siquiera pensaría en
eso.
“¡Todos,
saquen su beurre y midan media taza!” Madame Richeau cacareó desde el
frente.
“¿Qué era beurre?”
Noel se quejó. “Odio cuando dice cosas en Francés.”
“Mantequilla.”
Aria buscó en el mini refrigerador bajo el mesón y sacó una barra de Land
O’Lakes. Mientras la desenvolvía, su mente deambuló otra vez. ¿Por qué estaba
Gayle, una rica, y exitosa mujer, perdiendo su tiempo y dinero acechando a
cuatro escolares? Nuevamente, ella estaba loca. Aria solo había visto a
Gayle una vez antes, e inmediatamente pudo decir que había algo malo en ella.
Había sido
poco después de que Emily le admitió a Aria que estaba embarazada. Aria estaba
encontrándose con Emily en la ciudad. Planearon visitar minuciosamente el
mercado Italiano, pero luego Emily preguntó si podían parar para tomar café con
Gayle, una extraña, rica mujer que había conocido una semana atrás.
“Se
contactó conmigo a través de Derrick,” Emily explicó, refiriéndose a su amigo
del restaurant. “Él trabaja para ella los fines de semana. Él le pidió más
horas de trabajo y me puso a mí como persona de referencia.” Sonrió
arrepentidamente. “Solo tomará un par de minutos, lo prometo. Y oh, debo
advertirte. Ella es un poco…llorona. Pero parece ser buena.”
Aria
aceptó, y Emily le pidió que use una peluca y lentes de sol para que Gayle no
pueda reconocerla y conectar que ambas eran las famosas Pequeñas Lindas
Mentirosas. La única peluca que Aria tenía era una rosada de hace unos cuantos
Halloweens, pero la usó de todos modos.
El café
estaba junto a un estudio de yoga y una tienda que hacía piercings de lengua.
Era el tipo de lugar que tenía mesas de madera recuperadas de granjas, veletas
clavadas a los muros, y un menú escrito a mano en una pizarra de tiza que decía
que el desayuno era servido todo el día. Gayle estaba esperándolas en una mesa,
una gran pila de panqueques de mora ya estaba sobre la mesa. Tan pronto como
vio a Emily por el pasillo, empujó el plato en la mesa. “Come. Las moras son
buenas para el desarrollo del cerebro del bebé.”
“Oh.”
Emily se veía atónita. “Qué bueno de tu parte.”
“Solo
estoy haciendo lo que es mejor para el bebé,” Gayle dijo, su mirada estaba fija
en Emily, y había una dulce sonrisa en su cara.
“Lo
aprecio.” Emily tomó un bocado de los panqueques y sonrió. “Son realmente
buenos.”
Gayle
aclaró su garganta de forma extraña. “Perdóname si crees que es un poco
apresurado, pero asumo que estás poniendo a tu bebé en adopción. ¿Puedo preguntar
si ya has encontrado una familia?”
Un musculo
en la mejilla de Emily tiritaba. Aria buscó bajo la mesa la mano de Emily y la
tomó, como diciendo, Si quieres correr de aquí ahora mismo, estoy junto a ti.
“Uh, si. Encontré una linda pareja que vive en los suburbios, no es tan lejos
de mi.”
Gayle
parecía hecha polvo. “Me lo imaginé. Recientemente perdí a un hijo, y fue devastador.
Mi marido y yo queremos un bebé, y he pasado por incontables tratamientos de
fertilidad, gastado decenas de miles de dólares, pero no hemos tenido suerte.”
“Debe
haber sido muy duro para ti,” Emily dijo, mientras sus facciones se suavizaban.
Los ojos
de Gayle se humedecieron con lágrimas. “Quiero tanto un bebé mío. Pareces una
chica bella, inteligente, integral. Me sería un honor criar a tu bebé, pero
supongo que no puede ser.” Bajó la cabeza.
“Dios, si
hubiera sabido,” Emily murmuró, jugueteando con su tenedor. “Lo lamento mucho.”
“¿Estás
segura de que no puedes cambiar de opinión?” La voz de Gayle se elevó. “Podría
hacer que lo valga. Mi marido y yo estamos muy bien, y podríamos recompensarte
muy bien.”
Tropecientas
mil alarmas estrepitaron en la cabeza de Aria. ¿Esta mujer en serio decía que
iba a pagarle a Emily por su bebé?
Pero Emily
no parecía perturbada. Buscó su vaso de agua y tomó un largo trago, asintiendo
para que Gayle continúe.
“El bebé
tendría todos los privilegios en el mundo,” Gayle dijo. “Escuelas privadas.
Lecciones de todos los tipos. Increíbles viajes alrededor del mundo. De todo.”
Aria miró
alrededor a los otros clientes habituales en el café sorprendida de que nadie
haya escuchado lo que acababa de ocurrir. ¿No era ilegal? Entonces Gayle puso
un billete de veinte dólares en la mesa y se paró. “Piénsalo, Heather. Te
llamaré en unos días, o llámame.” Le pasó una tarjeta de negocios a Emily. Un
segundo después, estaba saliendo del café, despidiéndose del dueño calvo, que
usaba suspensores, detrás del contador como si no acabara de ofrecerle a una
extraña comprarle su bebé.
Tan pronto
como Gayle desapareció por la vereda, Aria suspiró. “¿Quieres llamar a la
policía, o lo hago yo?”
Emily
parecía sorprendida. “¿Qué?”
Aria la
miró fijamente. “¿Estás drogada? Acaba de ofrecerte dinero por tu bebé.”
Emily miró
los panqueques. “Me siento terrible por ella. Es obvio que realmente quiere un
bebé. Se ve tan triste.”
“¿Te
compraste esa historia?” Aria negó con la cabeza. Emily siempre fue la más
sensible del grupo, la que salvaba a los pichones cuando la madre los empujaba
fuera del nido, o la que trataba de detener a Ali cuando ella molestaba a
alguien muy cruelmente. “Em, la gente normal no entra a los cafés y ofrece
comprar los hijos nonatos de adolescentes. Incluso la gente que está
desesperada por tener hijos. Hay algo seriamente malo en ella.”
Pero Emily
estaba mirando melancólicamente su estomago, aparentemente no oía ni una
palabra de lo que Aria dijo. “¿No sería lindo tener todo lo que quieras en el
mundo? ¿Viajes exóticos? ¿Fantásticos campamentos de verano? La vida del bebé
sería increíble.”
“El dinero
no lo es todo, sabes,” Aria dijo. “Mira a Spencer. Ella tiene cada privilegio
del mundo, y su familia es un desastre. ¿Honestamente podrías decirme que esa
mujer sería una madre cuidadosa y buena criando?”
“Es
posible,” Emily dijo, con una mirada empática. “Ni siquiera la conocemos.”
“¡Exacto!”
Aria golpeó su tenedor en la mesa para enfatizar. “Amé como sonaba la primera
familia que escogiste, Em. Tienes que conocerlos. Los escogiste por una razón.”
“Pero
ambos son maestros,” Emily protestó. “Ninguno de ellos hace mucho dinero.”
“¿Desde cuándo
te importa eso?”
“¡Desde
que me embaracé!” Las mejillas de Emily se sonrojaron. Lo dijo tan fuerte que
un par de clientes miraron, sorprendidos, y luego tímidamente volvieron a sus
comidas.
Aria
hablaba y hablaba, enlistando razón tras razón de por qué Emily no debería
prestarle atención a Gayle, pero Emily aun tenía esa rota y lejana mirada en su
cara. No fue sorpresa cuando Emily le dijo unos pocos días después que había
aceptado la oferta de Gayle. Tampoco fue sorpresa que solo unas pocas semanas
después, Emily llamó a Aria en pánico, diciendo que había cambiado de opinión y
que Aria tenía que ayudarla a salir del enredo de Gayle.
“¡Tu
risotto se ha puesto gelatinoso!”
Madame
Richeau estaba sobre Aria, mirando a la olla con una mirada de aborrecimiento
en la cara. Como era de esperar, el arroz se había vuelto una espesa pasta.
Trató de pasar la cuchara por la masa, pero la porquería no se movió.
Madame
Richeau movió la cabeza como negando y se fue, murmurando. Toda la clase miraba
Aria con pequeñas sonrisas en sus caras. Noel miraba a Aria curioso. “¿Estás
segura de que todo está bien?” preguntó.
Una gran
presión se sintió tras los ojos de Aria. Consideró decirle a Noel lo que
ocurría con el embarazo de Emily… quizás incluso lo de A. Las parejas se lo
contaban todo, después de todo. Se suponía que confiaban el uno en el otro,
¿cierto?
Pero luego
la imagen del Sr. Kahn en ese vestido salió a flote en su mente otra vez. Se
enderezó y le sonrió auto-menospreciativa. “Lo siento. Estaba pensando en lo
que iba a usar en la beneficencia del papá de Hanna el domingo. ¿Crees que
debería ir vintage o comprar algo nuevo?”
Noel la
estudió por un momento, parecía complicado, luego se encogió de hombros y la
abrazó por el hombro. “Te verás fantástica en lo que sea que uses.”
Aria lo
abrazó, sus interiores se sentían tan fangosos y poco apetitosos como el
risotto que acababa de arruinar. Era demasiado para el pacto de honestidad. De
reojo, vio un pestañeo blanco en la ventana. ¿Era eso…un flash de cabello
rubio? Pero cuando se separó de Noel y miró de cerca, el pestañeo ya se había
desvanecido.
Esto esta alucinante, gracias por traducirlo, estoy ansiosa por lo que vendra
ResponderBorrarSi! cada vez se pone más interesante :O Yo quedo igual que quienes leen aquí, ya que yo tambien voy leyendolo por primera vez a medida que lo traduzco!
Borrar