lunes, 25 de marzo de 2013

Stunning - Capítulo 10: Comida para pensar



La tarde del miércoles, Aria y Noel estaban en un mesón en el sótano de la Escuela Culinaria de Rosewood, donde ellos tomaban Introducción a la Cocina. Brillantes ollas y sartenes los rodeaban. Especias en polvo esperaban en pequeños, y limpios bowls, y un apio medio molido descansaba en su tabla de picar. La habitación olía a caldo de pollo hervido, gas de los quemadores, y el picante Trident de canela que Marge, la chica tras ellos, masticaba sin parar.

Todas las miradas estaban sobre Madame Richeau, su instructora. A pesar de que ella solo fue una cocinera en un crucero Carnaval por seis meses en los ochenta, actuaba como si fuera una celebridad chef en el canal de cocina, usando un alto gorro y hablando con un dudoso acento francés.

“La llave para un buen risotto es revolver constantemente,” Madame Richeau dijo, insertando una cuchara de madera en una olla y rodándola lentamente alrededor. Pronunciaba los te como ze “nunca dejen de revolver hasta que el arroz esté cremoso. ¡Es una técnica difícil de dominar! Ahora ¡Revuelvan, revuelvan, revuelvan!”

Noel codeó a Aria. “No estás revolviendo suficientemente rápido.”

Hanna le prestó atención y miró a su olla, la cual estaba llena de arroz Arborio y caldo burbujeando. “Ups,” dijo distraídamente, dándole unas buenas revueltas al brebaje.

“¿Prefieres moler?” Noel levantó el cuchillo Japonés que trajo de la cocina de sus padres. Él estaba trabajando cortando una cebolla roja para ensalada. “No quiero que nuestro risotto esté arruinado. Madame podría mandarnos a la guillotina” dijo con una astuta sonrisa.

“Estoy bien” Aria dijo, mirando a su espacio de trabajo. “Además, jamás podría cortar esa cebolla tan bien como tú.” Sorpresivamente, Noel se había puesto muy bueno con la clase—especialmente la parte de moler. Aria siempre se aburría a medio camino y dejaba sus vegetales en grandes trozos poco manejables.

Podía sentir a Noel estudiándola, pero pretendió no notarle, revolviendo vigorosamente el risotto. Agradecidamente, Noel se había perdido el encuentro del ayuntamiento la noche anterior porque él y sus amigos de lacrosse tenían una cena de equipo. Y sus horarios no se intersectaron en la escuela los últimos dos días, lo que significaba que no lo vio en los pasillos. Ella consideró no venir a la clase de cocina también, pero entonces Noel preguntaría por qué. ¿Y qué se suponía que iba a decir? — ¿Que había visto a su padre apretando tomates en un vestido en Fresh Fields?

Se estremeció, la imagen volvía a su mente. El momento en que notó que la hermana perdida del Sr. Kahn podría ser el mismo Sr. Kahn, se fue de la sección de producción tan rápido como pudo y se escondió tras un rack de pan Francés. Miró al hombre de lejos, rezando para estar equivocada. Quizás era otro tipo en vestido. Quizás era una mujer muy fea. Pero entonces el celular de la persona sonó. “¿Hola?” una voz de hombre dijo—una voz de hombre que sonaba tal como el Sr. Kahn. Game over.

Aria no estaba segura de quien se sentía más avergonzada—del Sr. Kahn o de ella misma. No podía sacarse la sensación de que todo el asunto era su culpa, lo cual era como se sintió cuando descubrió a Byron besando a Meredith en séptimo grado. Si no hubiera bajado por ese callejón, si no se hubiera dado vuelta en ese momento, nunca habría estado cargando el secreto de su papá—o la agonizante duda de su decirle a Ella o no. Igualmente, si solo hubiera ido a Fresh Fields unos momentos después, o se hubiera detenido en el mesón del queso, no sabría algo tan dañino sobre el papá de Noel.

Pero ahora que sabía, se moría por saber más. ¿Era algo que el Sr. Kahn hacía seguido? El si era un poco raro—se vistió como un vikingo de las cavernas para la fiesta de Bienvenida-a-USA de Klaudia hace un mes, y el siempre estaba cantando a todo pulmón canciones de ópera y de shows medio borracho en fiestas de recaudación de fondos del comité escolar de Rosewood Day. Pero vestirse como una mujer— ¿en público? ¿No se daba cuenta lo que parecería si alguien lo pillara? Y seguramente el matrimonio del Sr. y la Sra. Kahn no era tan sólido como Aria había pensado. ¿Eran una de esas parejas que mostraban apariencias pero secretamente no se amaban para nada? Eso solo hacía que su corazón se rompa por Noel aun más. Él idolatraba la fuerte unión de sus padres.

Aria había prometido no más secretos, pero esto era definitivamente algo que Noel no necesitaba saber—o quería saber. Y solo podía esperar que A nunca se enterara.

Desde el momento en que se despertó ayer, Aria siguió esperando que llegue un burlesco mensaje de A sobre el Sr. Kahn. Pero milagrosamente, ningún mensaje fue pasado por debajo de su limpiaparabrisas, ni dejado en su locker, ni llegado a su celular. Lo cual significaba una de dos cosas: A estaba esperando el momento perfecto… o A no sabía.

Si Gayle era A, quizás Gayle había estado muy ocupada acechando a Spencer y a Emily para hacer tiempo también para Aria. No era como que Gayle pudiera estar en todos lados al mismo tiempo. Y si A no sabía, lo mejor que Aria podría hacer era pretender que nunca había visto al Sr. Kahn. Ni siquiera pensaría en eso.

“¡Todos, saquen su beurre y midan media taza!” Madame Richeau cacareó desde el frente.

“¿Qué era beurre?” Noel se quejó. “Odio cuando dice cosas en Francés.”

“Mantequilla.” Aria buscó en el mini refrigerador bajo el mesón y sacó una barra de Land O’Lakes. Mientras la desenvolvía, su mente deambuló otra vez. ¿Por qué estaba Gayle, una rica, y exitosa mujer, perdiendo su tiempo y dinero acechando a cuatro escolares? Nuevamente, ella estaba loca. Aria solo había visto a Gayle una vez antes, e inmediatamente pudo decir que había algo malo en ella.

Había sido poco después de que Emily le admitió a Aria que estaba embarazada. Aria estaba encontrándose con Emily en la ciudad. Planearon visitar minuciosamente el mercado Italiano, pero luego Emily preguntó si podían parar para tomar café con Gayle, una extraña, rica mujer que había conocido una semana atrás.

“Se contactó conmigo a través de Derrick,” Emily explicó, refiriéndose a su amigo del restaurant. “Él trabaja para ella los fines de semana. Él le pidió más horas de trabajo y me puso a mí como persona de referencia.” Sonrió arrepentidamente. “Solo tomará un par de minutos, lo prometo. Y oh, debo advertirte. Ella es un poco…llorona. Pero parece ser buena.”

Aria aceptó, y Emily le pidió que use una peluca y lentes de sol para que Gayle no pueda reconocerla y conectar que ambas eran las famosas Pequeñas Lindas Mentirosas. La única peluca que Aria tenía era una rosada de hace unos cuantos Halloweens, pero la usó de todos modos.

El café estaba junto a un estudio de yoga y una tienda que hacía piercings de lengua. Era el tipo de lugar que tenía mesas de madera recuperadas de granjas, veletas clavadas a los muros, y un menú escrito a mano en una pizarra de tiza que decía que el desayuno era servido todo el día. Gayle estaba esperándolas en una mesa, una gran pila de panqueques de mora ya estaba sobre la mesa. Tan pronto como vio a Emily por el pasillo, empujó el plato en la mesa. “Come. Las moras son buenas para el desarrollo del cerebro del bebé.”

“Oh.” Emily se veía atónita. “Qué bueno de tu parte.”

“Solo estoy haciendo lo que es mejor para el bebé,” Gayle dijo, su mirada estaba fija en Emily, y había una dulce sonrisa en su cara.

“Lo aprecio.” Emily tomó un bocado de los panqueques y sonrió. “Son realmente buenos.”

Gayle aclaró su garganta de forma extraña. “Perdóname si crees que es un poco apresurado, pero asumo que estás poniendo a tu bebé en adopción. ¿Puedo preguntar si ya has encontrado una familia?”

Un musculo en la mejilla de Emily tiritaba. Aria buscó bajo la mesa la mano de Emily y la tomó, como diciendo, Si quieres correr de aquí ahora mismo, estoy junto a ti. “Uh, si. Encontré una linda pareja que vive en los suburbios, no es tan lejos de mi.”

Gayle parecía hecha polvo. “Me lo imaginé. Recientemente perdí a un hijo, y fue devastador. Mi marido y yo queremos un bebé, y he pasado por incontables tratamientos de fertilidad, gastado decenas de miles de dólares, pero no hemos tenido suerte.”

“Debe haber sido muy duro para ti,” Emily dijo, mientras sus facciones se suavizaban.

Los ojos de Gayle se humedecieron con lágrimas. “Quiero tanto un bebé mío. Pareces una chica bella, inteligente, integral. Me sería un honor criar a tu bebé, pero supongo que no puede ser.” Bajó la cabeza.

“Dios, si hubiera sabido,” Emily murmuró, jugueteando con su tenedor. “Lo lamento mucho.”

“¿Estás segura de que no puedes cambiar de opinión?” La voz de Gayle se elevó. “Podría hacer que lo valga. Mi marido y yo estamos muy bien, y podríamos recompensarte muy bien.”

Tropecientas mil alarmas estrepitaron en la cabeza de Aria. ¿Esta mujer en serio decía que iba a pagarle a Emily por su bebé?

Pero Emily no parecía perturbada. Buscó su vaso de agua y tomó un largo trago, asintiendo para que Gayle continúe.

“El bebé tendría todos los privilegios en el mundo,” Gayle dijo. “Escuelas privadas. Lecciones de todos los tipos. Increíbles viajes alrededor del mundo. De todo.”

Aria miró alrededor a los otros clientes habituales en el café sorprendida de que nadie haya escuchado lo que acababa de ocurrir. ¿No era ilegal? Entonces Gayle puso un billete de veinte dólares en la mesa y se paró. “Piénsalo, Heather. Te llamaré en unos días, o llámame.” Le pasó una tarjeta de negocios a Emily. Un segundo después, estaba saliendo del café, despidiéndose del dueño calvo, que usaba suspensores, detrás del contador como si no acabara de ofrecerle a una extraña comprarle su bebé.

Tan pronto como Gayle desapareció por la vereda, Aria suspiró. “¿Quieres llamar a la policía, o lo hago yo?”

Emily parecía sorprendida. “¿Qué?”

Aria la miró fijamente. “¿Estás drogada? Acaba de ofrecerte dinero por tu bebé.”

Emily miró los panqueques. “Me siento terrible por ella. Es obvio que realmente quiere un bebé. Se ve tan triste.”

“¿Te compraste esa historia?” Aria negó con la cabeza. Emily siempre fue la más sensible del grupo, la que salvaba a los pichones cuando la madre los empujaba fuera del nido, o la que trataba de detener a Ali cuando ella molestaba a alguien muy cruelmente. “Em, la gente normal no entra a los cafés y ofrece comprar los hijos nonatos de adolescentes. Incluso la gente que está desesperada por tener hijos. Hay algo seriamente malo en ella.”

Pero Emily estaba mirando melancólicamente su estomago, aparentemente no oía ni una palabra de lo que Aria dijo. “¿No sería lindo tener todo lo que quieras en el mundo? ¿Viajes exóticos? ¿Fantásticos campamentos de verano? La vida del bebé sería increíble.”

“El dinero no lo es todo, sabes,” Aria dijo. “Mira a Spencer. Ella tiene cada privilegio del mundo, y su familia es un desastre. ¿Honestamente podrías decirme que esa mujer sería una madre cuidadosa y buena criando?”

“Es posible,” Emily dijo, con una mirada empática. “Ni siquiera la conocemos.”

“¡Exacto!” Aria golpeó su tenedor en la mesa para enfatizar. “Amé como sonaba la primera familia que escogiste, Em. Tienes que conocerlos. Los escogiste por una razón.”

“Pero ambos son maestros,” Emily protestó. “Ninguno de ellos hace mucho dinero.”

“¿Desde cuándo te importa eso?”

“¡Desde que me embaracé!” Las mejillas de Emily se sonrojaron. Lo dijo tan fuerte que un par de clientes miraron, sorprendidos, y luego tímidamente volvieron a sus comidas.

Aria hablaba y hablaba, enlistando razón tras razón de por qué Emily no debería prestarle atención a Gayle, pero Emily aun tenía esa rota y lejana mirada en su cara. No fue sorpresa cuando Emily le dijo unos pocos días después que había aceptado la oferta de Gayle. Tampoco fue sorpresa que solo unas pocas semanas después, Emily llamó a Aria en pánico, diciendo que había cambiado de opinión y que Aria tenía que ayudarla a salir del enredo de Gayle.

“¡Tu risotto se ha puesto gelatinoso!”

Madame Richeau estaba sobre Aria, mirando a la olla con una mirada de aborrecimiento en la cara. Como era de esperar, el arroz se había vuelto una espesa pasta. Trató de pasar la cuchara por la masa, pero la porquería no se movió.

Madame Richeau movió la cabeza como negando y se fue, murmurando. Toda la clase miraba Aria con pequeñas sonrisas en sus caras. Noel miraba a Aria curioso. “¿Estás segura de que todo está bien?” preguntó.

Una gran presión se sintió tras los ojos de Aria. Consideró decirle a Noel lo que ocurría con el embarazo de Emily… quizás incluso lo de A. Las parejas se lo contaban todo, después de todo. Se suponía que confiaban el uno en el otro, ¿cierto?

Pero luego la imagen del Sr. Kahn en ese vestido salió a flote en su mente otra vez. Se enderezó y le sonrió auto-menospreciativa. “Lo siento. Estaba pensando en lo que iba a usar en la beneficencia del papá de Hanna el domingo. ¿Crees que debería ir vintage o comprar algo nuevo?”

Noel la estudió por un momento, parecía complicado, luego se encogió de hombros y la abrazó por el hombro. “Te verás fantástica en lo que sea que uses.”

Aria lo abrazó, sus interiores se sentían tan fangosos y poco apetitosos como el risotto que acababa de arruinar. Era demasiado para el pacto de honestidad. De reojo, vio un pestañeo blanco en la ventana. ¿Era eso…un flash de cabello rubio? Pero cuando se separó de Noel y miró de cerca, el pestañeo ya se había desvanecido.


2 comentarios:

  1. Esto esta alucinante, gracias por traducirlo, estoy ansiosa por lo que vendra

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    Respuestas
    1. Si! cada vez se pone más interesante :O Yo quedo igual que quienes leen aquí, ya que yo tambien voy leyendolo por primera vez a medida que lo traduzco!

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