jueves, 17 de enero de 2013

Ruthless - Capítulo 32: No el típico flyer sobre el tablero del auto


El reloj en el tablero del Prius de Hanna marcaba las 9:08 cuando Hanna y Liam llegaron en auto a Otto para la fiesta del elenco de Macbeth. Hanna se estacionó y Liam sacó un mechón de cabello fuera de los ojos de Hanna. “¿Estás segura de que tienes que entrar?

“Estoy segura.” Hanna le hizo cariño en el cuello. “Es suficientemente malo que no fui a ver la obra. Voy a tener que mentir y decirle a mi papá que me senté atrás o algo. ¿Qué hacen las brujas? Solo en caso de que mi papá me haga preguntas.”

“Le traen una profecía a Macbeth.” Liam pasó su dedo por el brazo de Hanna. Para su cita secreta de esta noche, ella usaba un vestido mini de seda de Otter nuevecito que mostraba mucha piel. Habían ido al teatro de la Universidad en Hollis y se besaron en los asientos de atrás. “Ellas le dicen que él va a matar al rey y le dan todo tipo de advertencias espeluznantes,” Liam continuó. “Y se ríen mucho.”

Hanna tocó la punta de la nariz de Liam. “Amo lo sexy que suenas cuando hablas sobre Shakespeare.”

“Bueno, yo amo todo sobre ti,” Liam respondió, besándola en los labios.

Las entrañas de Hanna se retorcían. ¿Acababa de decirle que él la ama?

Luego de otros seis besos de despedida, Hanna echó a Liam fuera del auto— él había estacionado el suyo en la cuadra de la iglesia al otro lado de la calle unas cuantas horas atrás. Ella lo miró caminar a través de la avenida Lancaster, tiritando de placer. Luego ella se bajó de su Prius y cruzó el estacionamiento hacia el restaurant. Un Toyota hatchback iba salió frente a ella, aparentemente sin notar que ella estaba allí

“¡Oye!” Hanna le gritó al vehículo, saliendo fuera de su camino. Una cara familiar la miró desde el asiento del copiloto. “¿Emily?” Junto a Emily estaba una chica pelirroja que Hanna sabía que había visto antes también. ¿Pero dónde?

El auto salió del estacionamiento antes de que Hanna pudiera darse cuenta. Dando media vuelta, caminó hacia el restaurant, el cual estaba lleno de chicos y olía a ajo asado y pan fresco. Había tanta gente acumulada en la puerta que Hanna casi se cayó sobre alguien camino hacia la custodia de abrigos. “Fíjate,” la persona dijo cuando Hanna accidentalmente le dio un codazo en la espalda.

“Fíjate tu,” Hanna respondió. Luego la persona se dio vuelta. Era Mike.

Hanna retrocedió. “Oh. Hola.”

“Hola.” Mike pestañea fuertemente, parecía sorprendido. Esto era lo más cerca que Hanna había estado de él en semanas. El aun olía a la loción de manos de pepino de Kiehl que ella le compró para navidad. “¿Cómo…estas?”

Hanna levantó una ceja. “¿Así que volverás a hablar conmigo?”

Mike se puso extraño. “He sido un poco…estúpido.” El la miraba implorantemente, luego puso su mano en su muñeca. “Te extraño.”

Hanna miró sus largos y delgados dedos, de repente se sintió molesta. ¿Por qué no pudo Mike sacar esa conclusión una semana atrás cuando Hanna le dejaba esos mensajes? ¿Estaba Mike interesado en Hanna otra vez solo porque dejó de enviarle mensajes? Eso es algo tan de hombres.

Ella alejó su mano. “De hecho, Mike, estoy con alguien.”

La luz de los ojos de Mike se drenó. “Oh Bueno. Bien por ti. Yo también tengo una novia.”

Hanna se encogió. ¿Tenía? “Bien por ti también,” dijo fríamente.

Se miraron el uno al otro. Luego alguien tiró a Hanna del brazo. Hanna se dio vuelta y vio a Aria y Spencer de pie junto a ella. Ambas se veían exhaustas y pálidas.

“Necesitamos hablar contigo,” Aria dijo. La llevaron al estacionamiento una vez más. Hanna miró por sobre su hombro a Mike, pero el ya se había ido hacia Mason Byers y James Freed

“Tienes que ver esto,” Spencer dijo cuando llegaron a un lugar apartado en la esquina del terreno. Sacó su iPhone y lo puso frente a la cara de Hanna.

Le tomó un segundo a la visión de Hanna para ajustarse. En la pantalla había una foto del cuerpo de una chica tirado en la arena. Había sangre apozada junto a su cabeza. “¿Es…?” Hanna suspiró con asombro, muy asustada como para siquiera decir el nombre de Tabitha.

“Si. Es de A. De Kelsey.”

Spencer le contó a Hanna como Kelsey se había acercado a ella y le preguntó si había recibido su mensaje—este mensaje. “Ella sabe lo que hicimos,” dijo. “Lo sabe todo. Vino tras de mí, y yo traté de protegerme, pero la gente me alejó de ella diciendo que yo la ataqué a ella. Y entonces, cuando todo termino, Kelsey me miró una vez mas y dijo con los labios Estás muerta.”

Hanna suspiró asombrada. “¿Estás segura?”

Spencer asintió. “Tenemos que encontrarla y detenerla antes de que ella haga algo terrible. Pero no tengo idea de a dónde ha ido. No puedo encontrarla en ninguna parte.”

Un motor se oía pasar por la calle, recordando a Hanna el auto que casi la golpeó momentos atrás. De repente, la sinapsis hizo conexiones en su cerebro. Suspiró con asombro “Creo que acabo de ver a Kelsey. Pero no me di cuenta de que era ella.”

“¿Dónde?” Aria temblaba.

Hanna tragó saliva e hizo un gesto hacia la salida del restaurant. “En su auto. Saliendo. Y, chicas, no estaba sola.”

Spencer abrió más sus ojos. “Estaba con Emily, ¿o no?”

Aria buscó en su cartera las llaves de su auto. “Tenemos que encontrarlas. Ahora.”

Comenzó a caminar por el estacionamiento, y Hanna la siguió. Pero luego de unos cuantos pasos, Hanna se do vuelta y notó que Spencer había permanecido en la vereda, balanceándose entre un pie y el otro. “¿Qué ocurre?” Hanna preguntó.

Spencer mordió su labio inferior. “Yo… Yo tuve una pelea con Emily en el restaurant. Le dije cosas horribles. Quizás no querrá verme.”

“Si, si querrá.” Hanna tomó el brazo de Spencer “Es Emily—y está en peligro. Estamos todas juntas en esto, ¿cierto?”

Spencer asintió, se subió el cierre de su abrigo, y caminó por la esquina hacia el auto de Aria. Aria presionó el botón DESBLOQUEAR en su llavero, y todas se subieron. Justo cuando Aria estaba prendiendo el motor, Hanna apuntó un trozo de papel que estaba ensartado en la antena en el capó. “¿Qué es eso?”

Spencer se bajó y desgarró el papel para sacarlo. Se subió de vuelta y lo estiró en su regazo. Todas se acercaron para mirar. Colectivamente, todas dieron un largo y nervioso suspiro de asombro.

¡Apúrense chicas! ¡Antes de que sea demasiado tarde! —A

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