Corregido por: Brayan, Pilar.
Hanna
estaba volviendo de Wawa, donde había conseguido su irresistiblemente delicioso
capuccino cargado de azúcar, totalmente añadidor de centímetros a sus muslos.
Entre sorbos, miró por el espejo retrovisor al Suburban negro detrás de ella.
Saludó a Bo, el conductor, y él le devolvió el saludo. Aunque Bo tenía la nariz
rota, músculos rasgados, y flamantes tatuajes que se asomaban por encima de su
cuello, previamente, cuando Hanna había pasado por el auto para preguntarle si
quería algo de beber, él había estado escuchando a Selena Gomez. También tenía
una foto de su pequeña niña, Gracie, colgando en su espejo retrovisor.
Su
teléfono sonó. En un semáforo lo sacó. ALERTA DE GOOGLE PARA TABITHA CLARK,
decía la pantalla. Su corazón saltó.
Pero
era un artículo sobre cómo las autoridades estaban tratando de conseguir videos
de otros hoteles cercanos a The Cliffs— aparentemente, algunos estaban teniendo
problemas localizando videos de tanto tiempo atrás.
Su
teléfono sonó. MIKE, decía el identificador de llamadas. Presionó el botón en
el volante para activar el Bluetooth.- ¿Está ese tipo en tu cola?- preguntó sin
decir hola.
-
Sip,- Hanna dijo con voz animada.
-
¡El mío también!- Mike cantó.- Es totalmente genial, ¿crees que lleve un
lanzallamas?
Hanna
resopló.- Esto no es una película de superhéroes.
Mike
hizo un sonido de desilusión, el cual Hanna encontró totalmente adorable.
Estaba entusiasmada porque Fuji le había puesto seguridad a él también. Con
Noel casi muriendo e Iris todavía perdida, Mike probablemente habría sido el
siguiente en la lista de Ali.
-
Así que conduje por la clínica de quemaduras, y estaba infestado de policías,-
Mike dijo.- Eso significa que están buscando pistas de Ali, ¿no crees?
-Probablemente,-
Hanna dijo. Los policías seguramente encontrarían huellas de Ali en un
santiamén. Había muchas evidencias de ADN— cabellos, folículos capilares,
muestras de sangre— de su tiempo como Kyla.- ¿Hay muchas vans de noticias?
-
Sí, pero escuché un reporte. Los policías dieron una declaración de que el
asesino de Kyla es un prófugo del hospital mental. No están difundiendo una
palabra sobre Ali.
-
Eso es bueno,- Hanna dijo, aliviada.
Luego,
Mike aclaro su garganta torpemente. La línea telefónica crepitó.- Así que… ¿Te
sientes bien?
Hanna
se rio con nerviosismo.- ¿Quieres decir si estoy adolorida?- ella y Mike
habían sido capaces de robar un poco de tiempo la noche anterior cuando su mamá
no estaba en casa. No habían dejado la cama de Hanna por dos horas.
-
No…- Mike aclaró su garganta.- Estuve preocupado después de tu mensaje.
-¿Cuál
mensaje?- Hana no había mensajeado en todo el día.
-
Uh, ¿el que decía que estabas teniendo una muy mala mañana y que querías
suicidarte?
-
¿Qué?- Hanna pisó el freno con fuerza, y el Prius hizo un sonido
chirriante. Su guardaespaldas casi embiste su parachoques.- ¿Recibiste un
mensaje que decía eso desde mi teléfono?
-
Uh, sí. A las ocho cuarenta y cinco.
La
mente de Hanna giraba. Estaba en inglés en ese entonces. No pensando en
suicidarse.
Hanna paró y tiró del
embrague. El Suburban paró también.- Mike, yo no escribí eso. Alguien debió
haberse apoderado de mi teléfono y enviarte un mensaje solo para meterse con
nosotros.
La
estática crujió en el otro extremo.- La cosa es, Hanna, que no es la primera
vez que escucho que ustedes, chicas, quieren suicidarse. Los rumores están en
todas partes. Y sí que están pasando por mucho. Me dirías si algo te
está molestando tanto, ¿verdad?
Hanna
descansó su frente contra el volante. El interior del auto de repente olía
abrumadoramente a café.- Ni siquiera voy a dignificar eso con una respuesta.
Necesitas reenviar esa nota a la Agente Fuji.
Le
dio la información de Fuji, y después colgó. Mientras volvía a entrar en el
tráfico, su cabeza palpitaba como lo había hecho la vez que ella y Mona
Vanderwaal, su vieja mejor amiga que se había vuelto loca, habían bebido mucho
Patrón Silver. ¿Por qué A le había enviado una nota suicida falsa a Mike?
Pero
cuando se estacionó en la entrada de la nueva casa de su papá, su preocupación
bruscamente cambió. Se le había ocurrido algo la noche anterior, después de que
pasó todo lo de la estación de policía. Ali y el ayudante de A no se sentarían
ociosamente una vez que descubrieran que las chicas habían envuelto a los
policías. Incluso si todos sus cargos habían sido retirados, los policías no
podían hacer nada para evitar que el Equipo-A divulgara sus secretos en
público. Y si A hacía públicas las fotos del choque del auto de Hanna, el
futuro de su padre habría terminado.
Hanna
tenía que controlar los daños, y rápido. Aparcó bajo el sauce llorón y miró
hacia la nueva casa de su papá, reuniendo el coraje.
Con
sus piernas temblando, empujó la puerta de la casa. Se miró a sí misma en el
gran espejo del tocador justo al lado de la despensa. Su cabello castaño estaba
vivaz y lleno, sus ojos estaban brillantes, y su maquillaje perfecto. Al menos lucía
fabulosa.
Su
padre e Isabel, su nueva esposa, estaban en la cocina. Isabel, a quien la piel
le había palidecido considerablemente los pasados dos meses— solía hacerse
bronceados falsos sin parar, pero Hanna sospechaba que los asesores de campaña
le habían dicho que lucía muy naranja en las cámaras— estaba cargando los
platos en el lavavajillas. El señor Marin estaba en la isla, volteando las
fotos. Él alzó la mirada y le sonrió ampliamente.- ¡Hanna!- gritó, como si no
la hubiera visto en meses.- ¿Cómo estás?
Hanna le dio una mirada
recelosa. No era algo de todos los días que su padre estuviera tan feliz de
verla. No se lo digas, una voz en su cabeza le incitó.
Pero
tenía que hacerlo… Antes de que A lo hiciera.
Ella
se acercó.- Papá, tengo que hablar contigo.
Él
se volvió a sentar en el taburete, luciendo, de repente, asustado. Isabel
detuvo el lavado,- ¿Qué está pasando?- preguntó.
Hanna
la miró.- Dije que que quería hablar con mi papá, no contigo.
El
señor Marin miró a Isabel desconcertado, después de vuelta hacia Hanna.-
Cualquier cosa que quieras decirme, puedes decirlo en frente de Isabel.
Hanna
apretó sus ojos cerrados. Segundos después hubo pasos en el pasillo, la
hermanastra de Hanna, Kate, apareció, su cabello húmedo por la ducha. Perfecto.
Toda la familia iba a escuchar su más reciente metida de pata.
-
¿Hanna?- El señor Marin la animó gentilmente.- ¿Qué pasa?
Hanna
mordió el interior de su mejilla. Dilo.- He estado ocultando algo,- dijo
tranquilamente.- Algo que hice en junio pasado.
No
pudo ver a su papá mientras las palabras salían de su boca. Literalmente podía
sentir como la confusión le daba paso a la conmoción que conducía a la
desilusión. Isabel hacía pequeños gemidos. En un punto, incluso se agarró el
pecho como si estuviera teniendo un ataque cardíaco.
-
Y tú me estás contando esto… ¿Por qué?- dijo su padre, cuando Hanna hubo
terminado.
Hanna
se detuvo. No le podía contar sobre A.- Bueno, algunas personas saben sobre
esto. Y si quisieran arruinar tu campaña, podrían acusarme.- tragó saliva.-
Pensé que estaba haciendo lo correcto en ese entonces— Madison estaba tan borracha.
Si conducía ella misma a casa, definitivamente se hubiera herido— y herido a
alguien más, también. Y, quiero decir, alguien se desvió a mi carril— no supe
qué hacer. Pero cuando choqué, me asusté. Y no me quedé y cargué con la culpa
porque quise protegerte y proteger tu campaña. Sin embargo, ahora sé que estuvo
mal.
Isabel
golpeó sus costados.- ¿Mal?- chilló.- Hanna esto está más que mal. No has sido
nada más que una carga en esta campaña. ¿Te has dado cuenta de que en cada paso
del camino, hemos tenido que controlar los daños por los problemas en los que
te has metido? ¿Tienes idea de cuánto dinero hemos gastado para limpiar tus
líos?
-
Lo siento.- Hanna chilló, lágrimas saliendo de sus ojos.
Isabel
se volvió al padre de Hanna.- Te dije que esto pasaría. Te dije que era mala
idea incluir a Hanna de vuelta en tu vida.
-
Isabel…- el señor Marin parecía desgarrado.
Los
ojos de Isabel se ampliaron.- ¡Sé que tú también lo piensas! Sé que desearías
haberte deshecho de ella tanto como yo.
Hanna
gimió.
-¡Mamá!-
la voz de Kate sonó a través de la sala.- ¡Hanna es su hija!
-
Kate tiene razón,- el señor Marin dijo.
Hanna
contuvo su estómago. Isabel lucía como si hubiera sido abofeteada.
El
señor Marin pasó una mano por su frente.- Hanna, estaría mintiendo si te dijera
que lo que hiciste no me molesta en muchos niveles. Pero no importa. Está
hecho. Sólo quiero que estés bien.
Isabel
desfiló hacia él.- Tom, ¿de qué estás hablando? No puedes dejarla salirse con
la suya esta vez.
Incluso
Hanna estaba asombrada. Había pensado que su padre le gritaría, la echaría,
algo.
Su
padre le dio un vistazo desde detrás de la mano que cubría su cara.- Pensé que
ibas a decirme algo más.- se veía culpable.- Recibí una carta esta mañana. Mi
cabeza todavía da vueltas. Decía que querías cometer suicidio.
-
Dios mío,- Kate gimió.- ¡Hanna!
Hanna
abrió y cerró su boca. Primero Mike, ¿y ahora su papá? Esto se estaba poniendo
ridículo.
-
Llamé a tu mamá, pero dijo que no estabas en casa. Llamé a tu celular—dos veces
— pero no atendiste.
Hanna
torció su boca. Había visto esas llamadas de su papá. No había atendido porque
no estaba lo bastante preparada para hablar con él todavía.
-
Estaba muy preocupado de que fueras a…- él se fue apagando, presionando sus
labios juntos. Su barbilla temblaba, su garganta se balanceaba mientras
tragaba.
Isabel
se movió en la esquina, había una mirada disgustada en su cara, pero no dijo
nada.
-
Papá, estoy bien,- Hanna dijo suavemente, caminando hacia él, envolviendo sus
brazos alrededor de sus hombros.
El
señor Marin la apretó fuerte.- Sólo quiero que seas feliz,- dijo con voz
grave.- Y si este accidente fue parte del por qué escribiste esa nota, si
estabas asustada por decírmelo o por cómo reaccionaría, no te preocupes por
eso.- aspiró fuerte.- Probablemente he estado muy concentrado en la campaña.
Tal vez debería retirarme.
-
Tom, ¿has perdido la cabeza?- Isabel chilló.
Hanna
se alejó de su padre. Lo correcto hubiera sido confesar que ella nunca había
querido suicidarse, pero esa atención se sentía muy bien. Además, sí se
sentía abrumada. Sí necesitaba su ayuda.
Y
aunque estaba muriendo por pedirle a su padre ver la nota, no quería elevar las
sospechas de su padre de que pudiera haber un nuevo A.
-
No salgas de la campaña.- le dijo en su lugar.- Estoy bien, lo prometo. Y lo
siento, otra vez. Cualquier cosa que pueda arreglar esto, lo haré.
El
señor Marin palmeó la espalda de Hanna. La cara de Isabel se volvió roja y más
roja y, finalmente, dio un gemido con la boca cerrada y salió hecha una furia
de la sala. Kate se movía inquieta en la entrada. Hanna cruzó miradas con Kate
y le dedicó una sonrisa agradecida, cuando en realidad lo quería hacer era
darle a su hermanastra un abrazo, pero todavía tenía miedo de alejarse del de
su padre.
Los
ojos del señor Marin estaban rojos y húmedos, Hanna no lo había visto llorar en
mucho, mucho tiempo.- Creo que estaría bien que hagas las paces con esa chica.
¿Cuál es su nombre? ¿Madison?
Hanna
asintió.- No sabía cómo encontrarla hasta hace un par de semanas. Su prima es
Naomi Zeigler de la escuela.- se imaginó que recordaría a Naomi— Hanna solía
quejarse de ella cuando ella y su papá hablaban.- Me dijo cómo contactarme con
Madison.
-
Bien, quiero contactarme con la familia de Madison para ir a verla. Después de
eso, estoy pensando en que tú y yo podríamos hacer un anuncio de servicio
público en la televisión sobre beber y conducir. Es decir, si estás dispuesta.
Hanna
entrecerró los ojos.- ¿A qué te refieres?
-
Tú admites lo que hiciste en televisión. Haremos que los medios de comunicación
hablen sobre eso.
-¿Tú
quieres llamar la atención con esto?- tal vez su padre había perdido
la cabeza.
-
Captaremos la atención en la dirección correcta. Recuerda que uno de mis temas
es el consumo de alcohol de menores. Si estás cómoda con eso, puedes contar tu
historia y apoyar las sanciones del consumo de alcohol de menores que quiero
hacer cumplir.
Hanna
torció su boca. Sólo los perdedores querían que las leyes de beber fueran
más estrictas. Pero no podía decir muy bien eso justo ahora.- Está bien. Creo
que puedo hacer eso.
-
Entonces tenemos un plan.- Los ojos grises del señor Marin recorrieron su rostro.-
Oh, Hanna. Casi te pierdo.
Había
un bulto enorme en la garganta de Hanna. Tú sí me perdiste, quiso
recordarle. La había perdido cuando se había levantado y dejado a Hanna y a su
mamá, encontrado a Isabel, y empezado su nueva vida. Pero lo que sea. Tal vez
eso ya no importaba más.
El
señor Marin abrió sus brazos.- Ven aquí.
Hanna
lo abrazó y puso su barbilla en su pecho, inhalando el aroma de detergente y
jabón. Ella sonrió en el suéter rasposo. Aquí estaba la liberación que había
estado esperando desde que se confesaron a la policía. Nada se sentía atorado
en su cerebro. No había problemas que se le hincaran como astillas, que la
pararan en sus pisadas.
Pero
luego captó algo por el rabillo del ojo fuera de la ventana. Se volvió justo
cuando la sombra se deslizaba fuera de vista. ¿Había sido Ali escuchando? ¿El
ayudante de A supervisando? Después recordó que no importaba si lo eran. Se
paró recta y miró a través de vidrio, luego sacó su lengua y rodó los ojos. Toma
eso, articuló.
Eso
se sintió tan malditamente bien.
Capítulo 11 - Capítulo 13
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