miércoles, 25 de mayo de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 28 - Un mensaje del más allá



            Emma pasó por la reja de metal forjado que llevaba al patio trasero de los Banerjee, Ethan estaba justo tras ella. La casa estaba completamente oscura, las ventanas eran como ojos vacíos. La única luz era la luna que se reflejaba en la superficie de la piscina, vaga y brillante. Ese vistazo le dio nauseas. Era fácil imaginarse a Nisha boca abajo, su largo cabello flotando alrededor de su cabeza.
            - Odio esta parte, - susurró. Ethan asintió. Le pasó sus dedos entre los de ella y le apretó la mano.


            Dos enormes puertas francesas conectaban la terraza con la cocina. A la izquierda, un panel de alarma brillaba suavemente en rojo. Emma se acercó cautelosamente, sus nervios estaban alerta. No podía arriesgarse a cometer un error. Si la alarma se activaba, el Dr. Banerjee cambiaría el código de nuevo, y quién sabía a qué lo cambiaría esta vez. Por un momento sus dedos se quedaron quietos sobre los números, listos para presionar 0907. Luego pensó en Garrett, y en cómo ya había entrado.
            - El Dr. Banerjee cambió el código, - susurró. – Por supuesto. Lo habría cambiado después de encontrar a Garrett en su casa. No hay modo de que siga siendo el cumpleaños de la Sra. Banerjee.
            La cara de Ethan se entristeció. – Tienes razón. No podemos… - pero dejó de hablar cuando ella se volteó de nuevo hacia el panel. Antes de poder ponerse en duda, Emma puso un nuevo número: 0420. El cumpleaños de Nisha. Por un momento, nada ocurrió. Contuvo la respiración, preparándose para el chillido de alarmas cortando la silenciosa noche, lista para correr tan rápido como pudiera hacia la casa de Ethan.
            Pero luego, después de lo que se sintió como una eternidad, la luz se puso verde. Escuchó un suave click al interior de la puerta. Tenían acceso.
            Se volteó para mirar a Ethan, con una sonrisa triunfante en su cara. Su mandíbula estaba floja, su cabeza iba del panel a su cara y de vuelta. - ¿Cómo supiste el código correcto?
            Se encogió de hombros. – Una corazonada.
            Ethan tragó saliva. – Jesús, Emma, pudiste haber activado la alarma.
            - Una chica puede tener suerte a veces. Incluso yo. – Abrió la puerta silenciosamente y entró, sus ojos se ajustaron a la sombra más profunda de la cocina.
            La habitación había sido limpiada de pies a cabeza desde la última vez que la vio. Un fuerte olor a Pine-Sol flotaba en el aire, y los adornos de bronce le guiñaban el ojo en la escasa luz. Junto a la puerta, había un bowl en el suelo, lleno de alimento para gatos.
            Yo seguí la mirada de Emma alrededor de la habitación, recordando las fiestas y las cenas del equipo de tenis a las que había ido en la casa de Nisha, parada alrededor de la isla de la cocina con mis amigas, comiendo barras de zanahoria, y chismeando. Ahora la casa estaba silenciosa y vacía, como si las mismas paredes estuvieran de duelo.
            Una pequeña esfera de luz apareció de la nada. Emma se dio vuelta para ver a Ethan, quien tenía una linterna Maglite frente a él. Estaba unida a su llavero. Se la pasó a ella. – Deberíamos tener las luces apagadas – susurró. – No queremos que nadie nos vea de la calle. Yo voy a revisar el living y la oficina del Dr. Banerjee. Tú revisa su dormitorio. - ¿Nos encontramos aquí en cinco minutos?
            - Bueno, - dijo Emma, estirándose para besarle la mejilla. Luego se volteó y entró por el pasillo, apuntando con la luz de la linterna hacia el frente de ella.
            Motas de polvo volaban en la pálida luz. Las fotos del pasillo parecían mirarla maliciosamente, se veían monstruosas en la oscuridad. Se encogió del miedo al pisar una tabla crujiente, el suave chillido sonaba tan fuerte como una alarma en ese profundo silencio. ¿Y si Garrett escogía este mismo instante para volver a entrar a la casa? ¿Y si llegaba y encontraba que Ethan y ella se le habían adelantado? Tembló al pensar en lo que podría hacer.
            Se detuvo junto a la puerta del dormitorio de Nisha. A pesar de que ya había revisado este cuarto antes, no podía quitarse la sensación de que la evidencia estaba allí. Sabía de sus años como chica adoptada que el único lugar para esconder algo de forma segura era algo personal, cercano a ti
            Su corazón le golpeaba las costillas, Emma se detuvo en el umbral de la puerta, dirigiendo el orbe de luz lentamente sobre las cosas de Nisha, pero cuidadosamente evitando la ventana. Todo estaba tal como había estado la última vez que vino de visita. Había viales transparentes de perfume sobre la cómoda de Nisha junto a una pequeña colección de trofeos de tenis. En la repisa se veían los arrugados lomos de unos libros, bien ordenados y alfabetizados, y el cubrecamas estaba liso y sin arrugas. Junto al computador Compaq en el escritorio había una caja del DVD de la mini serie de la BBC, Orgullo y Prejuicio—Nisha debía haber estado viéndola antes de morir.
            Nada parecía fuera de lugar. Emma se dio un puñetazo en el muslo por la frustración, sus uñas se enterraban en sus palmas. Nisha había encontrado algo importante—y seguía aquí. Emma podía sentirlo en su interior. ¿Pero dónde habría escondido algo tan importante?
            Lentamente se le ocurrió algo, como si un lente se enfocara gradualmente. Ella misma había escondido montones de cosas—había pasado toda su niñez protegiendo sus escasos tesoros de sus curiosos padres adoptivos y compañeros de cuarto cleptómanos. Inhaló profundamente. Parecía una oportunidad muy remota, una respuesta demasiado simple. Pero valía la pena intentarlo. Pisando con sus talones, abrió la puerta del baño de Nisha. Una pequeña luz de noche se iluminó desde el enchufe junto al espejo. Emma se arrodilló junto al mueble y empezó a abrir cajones
            Allí, a la luz bajo el lavamanos, había una caja enorme de Tampax.
            Se congeló, casi con miedo a moverse. Con miedo de que su última esperanza decente fuera aplastada. Las cajas de tampones habían sido su principal lugar para esconder cosas por años. Pero no era posible que Nisha haya tenido el mismo sitio secreto… ¿O sí?
            Lentamente, sacó la caja. Su corazón se sentía inmóvil en su pecho. Pasó su mano por el interior de la caja, pasando por las hileras de cajas individuales, y al fondo sus dedos tocaron algo que se sentía como un tubo.
            Era un sobre amarillo, enrollado en una espiral muy apretada y afirmada con varios elásticos. La cabeza de Emma daba vueltas mientras sacaba los elásticos y estiraba el sobre en el suelo. Afuera del sobre había una nota rosada con diseño de Hello Kitty afirmada con un clip. Reconoció la ordenada escritura de Nisha inmediatamente.
            Sutton, lo siento mucho. Tenía una mala sensación sobre esto desde que hablamos, y tuve que averiguarlo. Tienes que saber la verdad.
            Aguantándose la respiración, abrió el sobre.
            En la primera página, las palabras REGISTRO DEL CENTRO MEDICO DE LA UNIVERSIDAD DE ARIZONA estaban escritas en una fuente grande y negrita. En “Departamento” alguien había escrito la palabra psiquiátrico con lápiz negro.
            Cuando yo vi el nombre escrito en el formulario junto a “PACIENTE”, primero no lo pude entender. Las letras eran como jeroglíficos, extraños e ilegibles. Pero luego, el mundo se volvió dolorosa y horripilantemente más claro.
            El nombre activó algo en mi memoria, y con un rugido ensordecedor, comenzó a arrastrarme de vuelta a esa noche en el cañón. Y sabía con una nauseabunda certeza que finamente, finalmente, iba a revivir los últimos momentos de mi vida.

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