miércoles, 20 de abril de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 12 - Por el (tubo del) drenaje



            - Es como si le estuviera mintiendo a su diario de vida, - dijo Emma, estirada sobre su estómago en la lujosa cama de Sutton. Sin otras pistas, había vuelto al encriptado diario en busca de respuestas. Pero era igual de confuso que todas las otras veces que lo había leído—incluso con la ayuda de Ethan intentando interpretarlo. Eran cerca de las diez de la noche, y habían estado al teléfono por casi una hora, revisando cuidadosamente las diversas entradas sin suerte alguna.
            - 20 de Julio—C está actuando como toda una palabra-con-P, si sabes a que me refiero. Necesita superarlo. – Emma volteó la página. – 21 de Julio—Yum yum yum, le compré un perfume Burberry Sport a G para nuestro aniversario de 1 m. y huele tan bien. Nada sobre el temperamento de Garrett o las peleas que tenían o el hecho de que seguía viéndose con Thayer a escondidas. Tenía todos estos secretos, y ni siquiera se los admitía a sí misma. – Cerró el cuaderno con frustración.
            - Pero tiene sentido. – Al otro lado de la línea pudo oír un suave sonido crujiente. Se imaginó a Ethan con sus piernas sobre la baranda del pórtico, con un bowl de palomitas de maíz saladas sobre él, usando la camisa azul de franela que siempre olía a vainilla. No pudo evitar el pequeño temblor de placer que sintió al imaginárselo. – Sus amigas siempre estaban buscando modos de atraparla. No querría darles nada que pudieran usar para gastarle una broma.
            Emma suspiró, poniéndose de espalda y hojeando el cuaderno por la centésima vez. ¿Cómo sería si sus situaciones hubieran estado revertidas—si Sutton hubiera sido forzada a averiguar quién Emma era a través de sus diarios? Su gemela probablemente estaría tan molesta como Emma lo estaba ahora—después de todo, ninguno de sus titulares cursis o listas tenía información real. Emma siempre había sido cuidadosa de no poner demasiados detalles o nombres. En una casa temporal nunca sabías quién iba a revisar tus cosas.
            - Pareciera que mientras más buscamos, menos encontramos, - dijo. – He desgastado todas las hojas que dicen algo sobre G, pero ninguna de ellas es útil.
            - Tenemos que seguir buscando. Este tipo es inteligente—pero en algún lado, de alguna forma, tuvo un desliz. Estoy seguro. Sólo tenemos que averiguar cómo.
            Un suave golpe sonó en la puerta. - ¡Un segundo! – gritó, cubriendo el teléfono. Luego bajó la voz.
            - Oye, tengo que colgar. Nos vemos mañana, ¿bueno?
            - Te amo, - susurró.
            Los dedos de sus pies se enroscaron al oír el sexy barítono diciendo esas dos pequeñas palabras. Por un momento después de terminar la llamada, puso el teléfono contra su corazón y sonrió. Luego se levantó de la cama, se arregló el pelo, y fue a la puerta.
            El Sr. Mercer estaba en el pasillo, vestido con una chaqueta corta de lana y sosteniendo la correa de Drake en una mano. – Parece que los medios se fueron a sus casas por la noche. ¿Quieres ir a caminar?
            - ¡Si! – Emma nunca se había sentido tan agitada en su vida. Estaba casi aliviada de tener que ir de vuelta a clases al día siguiente. Cualquier cosa sería mejor que no hacer nada.
            Drake había visto la correa y estaba deslizándose en círculos en la entrada cuando bajaron a las escaleras. Su cola volaba de allá para acá como loca, y cuando golpeó la mesa decorativa al final de la escalera, las fotos de Laurel y Sutton que estaban arriba se cayeron como un par de dominós. Se levantó y le dio la pata al Sr. Mercer, quejándose de la emoción.
            - ¡Abajo! – el Sr. Mercer dijo, intentando sonar severo, pero ver eso hizo a Emma sonreír. Se puso una chaqueta acolchada morada de Juicy Couture que había encontrado en el closet de Sutton mientras el Sr. Mercer ataba la correa al collar del perro.
            La noche estaba vigorizante y tan clara que las estrellas lucían como perforaciones en el cielo. Habían empezado a aparecer las decoraciones navideñas en todo el vecindario. Maceteros de terracota con Flores de Pascua bordeaban algunos caminos de entrada de estilo desértico, y una familia había puesto coloridas luces navideñas alrededor de un alto cactus saguaro en su jardín. Los Paulson se habían ido completamente por la borda—habían armado un globo de nieve inflable gigante, su ventilador que corría constantemente, rugía al hacer circular nieve falsa a través de una escena invernal en la que estaban Santa y Frosty el Muñeco de Nieve. Cuando Emma y su abuelo se  acercaron al jardín, activaron algún sensor oculto que comenzó a tocar el villancico “Deck the Halls” desde un pequeño parlante tras el buzón. Drake miró cautelosamente la producción, acercándose protectoramente a la pierna de Emma al pasar por ahí.
            El Sr. Mercer parecía sorprendido por las decoraciones, como si hubiera perdido la noción de los meses. – No he tenido la oportunidad de preguntarles qué quieren para navidad, - dijo.
            - Oh, cierto, - Emma dijo, sintiéndose acalorada repentinamente, a pesar del frío. Nadie nunca le había preguntado antes qué quería para navidad. Sabía que Sutton no tenía problemas para pedir ropa y cosas de diseñador, pero todo lo que quería ella era resolver el asesinato de su hermana. Y seguir siendo parte de esta familia.
            El Sr. Mercer suspiró, su respiración hizo una nube  en frío aire nocturno. – Sé que es difícil siquiera pensar en regalos en un momento como este.
            - Estoy segura de que se me podrá ocurrir algo. – Puso una expresión seria que lo hizo reír.
            Caminaron en silencio por un rato. El Sr. Mercer se movía con sus hombros extrañamente encorvados, como si se protegiera de algo que Emma no podía ver. Parecía cansado e introspectivo, y ella se preguntó si era la pérdida de una nieta que no conoció lo que lo afectaba tan profundamente, o algo completamente distinto.
            - ¿Has oído de Becky? – preguntó cautelosamente.
            - No, - dijo, con la voz baja. Miró hacia adelante a la oscuridad. – Quiero intentar comunicarme con ella, pero ¿quién sabe dónde está ahora? Y quizás es mejor que no sepa. ¿En qué ayudaría? Perdió el rastro de Emma hace tanto tiempo. Puede que sea mejor si nunca se entera de lo que le pasó.
            Esa idea hizo un nudo en la garganta de Emma. Becky no había estado en su vida por trece años, pero la idea de que Emma pudiera morir y Becky nunca ni siquiera lo sabría, la hizo sentir pequeña y sola. Podría haber sufrido terriblemente cada día después de que Becky la dejó—podría haber muerto cientos de veces, y Becky no habría tenido idea alguna. Nunca se había dado cuenta antes, pero ahora que lo hizo, ese pensamiento quedó marcado en su corazón.
            Sabía cómo se sentía Emma. Cada vez que veía a mi padre adoptivo poniendo un brazo alrededor de los hombros de Emma, estaba segura de que ese sería el momento en que se daría cuenta de que era una impostora. Que finalmente vería que yo ya no estaba. No estaba celosa—no le envidiaba ese amor a Emma—pero el mundo había avanzado, y nadie había notado que la chica viviendo mi vida no era yo.
            Emma jugaba con el cierre de su chaqueta, su voz de repente sonó muy despacio. – Papá, ¿lo sospechaste? Me refiero a, ¿antes de que Becky te lo dijera?  ¿Alguna vez pensaste que podría haber dos de nosotras?
            El Sr. Mercer se volteó para mirarla, sus labios estaban doblados pensativamente. – No. Pero pensándolo bien, tú misma fuiste una sorpresa tan grande que fue difícil saber qué pensar. Becky solo tenía dieciocho años cuando llegó a casa contigo. No la habíamos visto en más de seis meses. Ni siquiera supimos que estuvo embarazada, y luego de la nada toca el timbre contigo en brazos. Fue justo antes del día de acción de gracias, y tú sólo tenías unos meses de edad. – Una profunda sonrisa apareció en su cara. – Eras un bebé tan dulce. Y tan pequeña, imposiblemente pequeña. Becky nos dijo que habías nacido prematura por varias semanas—por supuesto, ahora sabemos que tu tamaño era porque eras una gemela. – Su voz se quebró por un momento, luego se recuperó. – Te amamos desde el momento en que te vimos. Las habríamos amado a las dos, si hubiéramos sabido.
            Emma asintió. – Mamá se lo está tomando muy mal, ¿no? ¿Las noticias sobre Emma?
            Estaban pasando bajo un poste de luz, y bajo su chillona luz amarilla, pudo ver las profundas sombras en la cara del Sr. Mercer. – Claro que sí. Ambos nos sentimos terrible. Sutton, Emma era tal como tú al comienzo. Pensar en lo difícil que las cosas fueron para ella es difícil, porque es tan fácil imaginarte a ti en su lugar. Podría haber sido tan fácil que Becky te haya mantenido a ti en secreto de nosotros. Y ahora… bueno, es muy tarde para hacer algo por Emma. Y eso rompe el corazón de tu madre, y el mío.
            Al doblar por una esquina, las luces de un auto se encendieron tras ellos. Emma se volteó para ver un Audi mediano, avanzando lentamente detrás de ellos. Inspiró, instantáneamente nerviosa. – Vamos por aquí, - dijo, pasando su brazo por el Sr. Mercer y llevándolo por una calle lateral. La placa de Drake tintineó al trotar con ellos frente a ellos. Quería ver si el Audi los seguiría. Ciertamente, las luces también doblaron.
            - ¿Es alguien que conoces? – preguntó el Sr. Mercer, mirando sobre su hombro. Ella lo tiró hacia adelante, caminando más rápido. Pasó un buzón con guirnaldas de oropel enrolladas en el poste y volvió a doblar a la derecha. ¿A quién conocía con un Audi? Era difícil ver en la oscuridad, pero lucía blanco. O quizás plateado…
            - Plateado, - susurré, repentinamente sabiendo a quien le pertenecía el auto. Yo había estado en ese auto casi todos los días del verano pasado.
            Garrett, Emma pensó, sólo un momento detrás de mí. Su corazón se aceleró cuando el auto se acercó. Garrett la había ido a buscar en ese auto la noche en que la llevó de picnic. Se afirmó del brazo del Sr. Mercer. – Tenemos que irnos a casa, - murmuró con urgencia.
            - ¿Qué pasa, Sutton? – dijo, intentando mirar para atrás al auto. - ¿Quién es?
            - Sólo confía en mí. Sigue caminando, - lo tiraba tras ella, acortando camino en un jardín en una esquina para mantenerse tan lejos del auto como pudiera. Por un momento pensó en irse corriendo, pero luego notó que no sería útil—Garrett los podría alcanzar. Ya había atropellado a alguien una vez; Si quería hacerlo de nuevo, no habría nada que lo detenga.
            Con el repentino rugir de un motor, el auto se aceleró por la esquina tras ellos, dirigiendo su nariz para bloquear su camino. Drake ladraba furioso. Junto a ella, el Sr. Mercer apretó más su brazo alrededor de ella. Ella tembló al ver la puerta abrirse y se preparó para Garrett en toda su ira, lista para echar abajo al Sr Mercer y pararse frente a Garrett, si era lo necesario.
            Pero no era Garrett. Era un hombre delgado con el mentón puntiagudo, que llevaba una chaqueta de mezclilla y una bufanda gruesa tejida color café. Llevaba gafas con marco delgado, y estaba moviendo un grabador de audio digital al acercarse.
            - ¿Ted y Sutton Mercer? – una sonrisa desvergonzada se extendió a lo largo de su cara. - ¿Les importaría darme una declaración para la Revista Lo Real?
            El Sr. Mercer miró enfadado. Se enderezó hasta su altura máxima y abrazó a Emma a su lado con un brazo. - ¡Casi nos atropellaste!
            La sonrisa del reportero no se debilitó. – Sólo intento llamar tu atención. Vamos, papá, ¿No quieres que tú lado de la historia sea relatado?
            El temperamento de Emma estalló. – No por una revistilla de chismes de segunda.
            El hombre se rio. – Lo he oído todo, querida. Guárdate tus insultos para las chicas gordas de la escuela.
            Drake no había parado de ladrar. Ahora gruñó lenta y amenazadoramente.
            - No tenemos comentarios que hacer a esta hora, - dijo firmemente el Sr. Mercer, Emma notó que había soltado un poco la correa, y Drake se había acercado al reportero. El reportero pareció notarlo también. Levantó sus manos en el aire y retrocedió lentamente.
            - Es su derecho. Pero la historia va a ser grande, y van a salir muchos chismes. Lo garantizo. – Se inclinó lentamente para dejar una tarjeta de negocios en la cuneta. – Si comienzan a sentirse como que no los están representando apropiadamente en los medios, llámenme. Mi número está en la tarjeta.
            El reportero retrocedió hasta el costado de su auto, mirando a Drake todo el tiempo. Buscó la manilla de la puerta, y luego partió, dejando a Emma, el Sr. Mercer, y Drake en una nube de humo de tubo de escape.
            Emma caminó hasta donde estaba la tarjeta y la recogió. Luego la partió en pedazos pequeños y los lanzó al aire. El Sr. Mercer la observó con una expresión ilegible.
            - ¿Sabías que era un reportero? – preguntó.
            - Yo…. Yo los sospeché, - tartamudeó.
            Él suspiró, poniéndole la mano en el hombro. – Desearía poder protegerte de ellos, Sutton. Van a estar por todos lados. – Acarició a Drake tras las orejas. La cola del perro se movió como loca de un lado al otro. Luego se rio. – ¿“Revistilla de chismes de segunda”?
            Emma sonrió tímidamente. – Así es. Esos reporteros son los que van a necesitar protección. – Levantó sus puños y pretendió boxear.
            Fui detrás de mi padre y de mi hermana mientras caminaban de vuelta a casa. También deseaba que papá pudiera proteger a Emma—deseaba que pudiera mantener a raya todo el peligro que ahora la amenazaba. Pero sabía tan bien como Emma que tenía que ser al revés. Ella era quien podía protegerlo. Esta vez no había sido Garrett el del auto. Pero tarde o temprano, cumpliría sus amenazas. Vendría por nuestra familia, y cuando lo haga, tenía que estar preparada.



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