- Es con mucha tristeza que
despedimos a Nisha. Ella era una vibrante y talentosa chica, y siempre la vamos
a extrañar.
El funeral era un servicio junto a
la tumba, ubicado entre los sicómoros y los pinos salados del cementerio. El
sol brillaba desde su ángulo del final de la tarde en el cielo, enviando un
brillo melancólico sobre los tonos grises y blancos de las tumbas. Emma estaba
sentada en una silla plegable entre Madeline Vega y Charlotte Chamberlain, las
dos mejores amigas de Sutton. Justo tras ellas estaban las Gemelas Twitter, con
sus celulares en sus carteras por primera vez. Laurel estaba sentada junto a
ellas, con hipo y lágrimas silenciosas. Toda la escuela había venido, incluyendo
a la mayoría de sus profesores y a la directora Ambrose. Emma vio a Ethan
parado a la sombra de un árbol, llevando la camisa y corbata negra que había
llevado en la entrevista de las noticias.
La oficiante, una mujer de hombros
amplios en un sari blanco, continuó. – Es especialmente cruel perder a alguien
tan joven. Nisha estaba llena de potencial. La tentación de lamentar todo lo
que podría haber hecho si hubiera sobrevivido, es grande. Queremos lamentar
cómo podría haber cambiado al mundo, cómo habría llegado muy lejos.
Tras la mujer en el sari estaba el
ataúd, el roble barnizado brillaba a la luz del sol. Estaba cerrado; no había
habido velatorio. El servicio iba a ser corto, aparentemente. Antes de que la
oficiante hubiera dado el elogio final, había habido un montón de lecturas de
amigos de Nisha, y el coro de la Secundaria Hollier había cantado “Wind Beneath
My Wings”. Emma podía imaginarse en privado a Nisha riéndose de esa elección—No
era una chica muy sentimental. Pero no había un solo ojo seco en la audiencia.
Charlotte se había echado a sollozar ahogada, con la máscara corriendo por sus
mejillas, y Madeline, pálida y temblorosa, había hecho una pelota con su falda
en sus manos.
Yo observaba a la multitud
melancólicamente. ¿Tendría yo alguna vez un funeral? ¿Qué diría la gente de mí?
¿Llorarían? Al ver el ataúd y el profundo agujero a su lado sentí escalofríos—en
algún sitio, mi propios restos estaban ocultos, separados violentamente de mi
espíritu y dejados para que se pudran. Miré a mi alrededor otra vez,
medio-esperando encontrar una Nisha etérea. Pero era el único fantasma aquí
hasta donde pude ver.
La oficiante tenía una voz resonante
y musical, con el mismo leve tono Anglo-Indio que tenía el Dr. Banerjee. – Pero
creo que le hacemos perjuicio a Nisha, al enfocarnos en lo que podría haber
ocurrido. Al decir adiós, les pido no lamentar lo que se ha perdido, sino que
pensar en lo que hemos ganado al haber tenido a Nisha en nuestras vidas.
Un pequeño grupo de cuerdas tocó una
versión instrumental de “Let it Be”, de los Beatles, mientras todos se paraban
de sus sillas y comenzaban a esparcirse.
Charlotte se secó los ojos con un
pañuelo que había sacado del interior de su cartera. Sus largos rizos rojos
habían sido tomados atrás de su cabeza, pero mechones sueltos caían a ambos
lados de su redonda cabeza. – No puedo creer que esto esté ocurriendo. No puedo
creer que esté muerta.
- Aun no puedo creer que la gente
crea que lo hizo a propósito, - Madeline dijo, sus ojos color castaña estaban
muy abiertos. Movió su cabeza. – Estaba bien el domingo, ¿no?
El domingo había sido la noche en
que armaron una sesión espiritista falsa para una chica llamada Celeste Echols.
Había sido la primera broma del Juego de las Mentiras en la que Nisha había
participado—a pesar de que había sido víctima algunas veces en su momento.
Definitivamente parecía disfrutar ser parte de la producción.
- Lo sé. No tiene sentido. Ella es
una gran nadadora, - Laurel susurró con lágrimas en los ojos. – Digo, era.
- ¿Qué crees tú, Sutton? – preguntó
Gabby. Emma levantó rápidamente la mirada. Como siempre, los atuendos de las
Gemelas Twitter estaban en perfecto contraste. Gabby llevaba un simple vestido
ajustado, y aros de perla en los oídos, su labial era un rojo cuidadosamente
delineado. Lili, por otro lado, llevaba lo que parecía un tutú de segunda mano
negro y un par de botas de combate hasta la rodilla, con un pequeño velo en la
cabeza.
- Si, parece como que ustedes se
estaban haciendo cercanas últimamente. ¿Parecía triste? – Lili preguntó.
- ¿Importa realmente? – Emma dijo,
con la voz temblorosa. – Se fue. El ‘por qué’ no lo cambia.
Las chicas se quedaron en silencio.
Al otro lado, Emma vio como la oficiante del funeral se acercaba para hablar
con el Dr. Banerjee, quien no se había movido de su asiento, tenía una mirada
lejana en los ojos. Emma había visto al doctor varias semanas atrás, cuando él había
tratado a su madre. Él había sido paciente y amable, incluso cuando Becky fue
violenta. Ahora su peor pesadilla se estaba haciendo realidad—y tan pronto
después de la muerte de su esposa.
- Disculpen, - le dijo a sus amigas,
y caminó alrededor de las sillas que ahora estaban vacías, hacia donde él
estaba sentado.
La gente asentía al verla pasar. La
entrenadora Maggie estaba de pie con un grupo de jugadores de tenis, luciendo
impactada y destrozada. Clara estaba con ellos, con lágrimas cayendo por sus
mejillas.
La oficiante abrazó una última vez
al Dr. Banerjee, y luego se unió a la multitud, dejándolo solo. Emma lo dudó.
Quería decirle cuánto lamentaba su pérdida y que Nisha se había vuelto una
buena amiga de ella. Pero más que eso, quería averiguar qué pensaba él de la muerte de Nisha—— dónde había
estado su hija antes de morir.
Antes de poder decidirse de qué
decir, alguien más se sentó junto al Dr. Banerjee. Su cuerpo se tensó al
reconocer al Detective Quinlan en su traje de ceremonias azul, con su sombrero
en sus manos. Quinlan estaba lejos de ser un fan de Sutton Mercer—tenía un
archivo de ocho centímetros de grosor sobre las hazañas de Sutton con el Juego
de las Mentiras, y había arrestado a Emma por robar dos meses atrás.
Instintivamente se ocultó tras una lápida a algunos pies de distancia.
La voz de Quinlan era un murmullo
bajo y compasivo. Agachándose tras el frío mármol, Emma se concentró en oír lo
que decía. Captó “Lamento mucho”, y “trágico”, y estaba a punto de alejarse de
los dos hombres cuando la palabra “autopsia” llegó a ella.
El Dr. Banerjee sacudió su cabeza
violentamente al oír lo que sea que Quinlan acababa de decir.
- Mira, Sanjay. – La voz de Quinlan
era paciente pero firme. – No había señales de violencia. No había heridas de
defensa, ni moretones, ni huellas. Sólo fue un accidente.
- No. – las manos del Dr. Banerjee
estaban relajadamente puestas en su regazo, pero los músculos de su cara estaban
tensos. – Nisha ha estado nadando desde que tenía dos años. Habría tenido que
tropezarse y golpearse la cabeza para que sea un accidente. ¿Pero no hay
moretones? ¿No hay concusión? – Se detuvo, su boca se retorció un momento antes
de poder volver a hablar. – Mi hija fue asesinada.
Quinlan dudó, sus labios se giraron
hacia abajo bajo su bigote. – Hay más, - dijo suavemente. – Odio decírtelo de
esta forma. Pero el examinador encontró cantidades extremadamente altas de
diazepam en su sangre. Eso es…
- Valium. Sí, soy un doctor, - dijo tajantemente el padre de Nisha. Sus nudillos
se pusieron blancos al apretar aún más sus dedos. – Ella no tiene una receta
médica para Valium.
Quinlan suspiró, rascándose su mandíbula
con barba de varios días. – L sé. Revisamos sus registros.
- Entonces qué estás…
- Sé que es difícil de oír. Pero
Nisha tuvo un muy mal año. – Quinlan lucía incómodo. Daba vueltas una y otra
vez su sombrero en sus manos. – No quiero sonar como que la estoy acusando de
nada. Pero Sanjay, los adolescentes prueban cosas nuevas y no siempre conocen
sus límites.
La voz del Dr. Banerjee era severa.
– Su pieza estaba completamente desordenada, Shane. Alguien entró y destrozó el
lugar. Alguien estaba buscando algo.
Quinlan se escogió de hombros. – No había
señal de una entrada forzada, y no encontramos las huellas digitales de nadie
allí. Sólo las tuyas y las de ella. Nisha tiene que haber hecho eso ella misma.
A veces la gente hace cosas extrañas cuando están en estados alterados.
El Dr. Banerjee se quedó sentado
quieto por un largo momento, mirándose las manos. Sus lentes estaban chuecos
sobre su nariz, y eso le daba una apariencia ligeramente maniática. Quinlan
miró incómodo a su alrededor. Por un momento Emma casi sintió lástima por él.
- Mira, - dijo finalmente en un tono
tan bajo que Emma tuvo que esforzarse para oír. – Si hay alguna persona hacia
quien tengas alguna sensación extraña—personas extrañas cerca de tu casa,
chicos que parecieron demasiado agresivos con ella—si tenía algún enemigo, dame
sus nombres. Voy a investigarlo. Pero ahora mismo, no tengo evidencia, ni
pistas, ni ideas. Dame algo con qué trabajar.
El Dr. Banerjee negó con la cabeza.
– No tenía enemigos. No que yo sepa. – Sus manos se soltaron y volaron hacia su
cara. – No sé quién querría hacerle algo así a mi pequeña hija, - rugió, su
espalda temblando.
Tras el monumento, Emma sintió culpa
acumulándose. ¿Debería decirles lo de las llamadas y mensaje frenético de
Nisha? Su estómago se apretó con la ansiedad. Las sospechas de Quinlan siempre
aumentaban rápido cuando Sutton Mercer estaba involucrada. En el mejor de lo
casos, probablemente lo desestimaría diciendo que era otra broma para llamar la
atención. En el peor, Emma terminaría en una lista de sospechosos, y su historia
se desmoronaría fácilmente en la inspección.
-
Necesito un vaso de agua, - dijo finalmente el Dr. Banerjee. Su voz sonaba
tensa, como si estuviera luchando para mantener la calma. Su cara se había
recompuesto, excepto por sus ojos. Estos estaban rojos y lucían alocados.
Quinlan
asintió. – Vamos, Sanjay. – Con una sorprendente gentileza, mientras ayudó al
Dr. Banerjee a pararse, y los dos hombres caminaron hacia la mesa de banquete
ubicada a la sombra de un pino.
Emma
se apoyó contra la tumba, su corazón daba martillazos. Entonces el cuarto de
Nisha había sido rebuscado. ¿Pero qué estaba buscando el asesino? ¿Y lo
encontró, o seguía allí en el cuarto de Nisha?
Emma
miró el ataúd de Nisha por un momento, la madera café oscura brillaba al sol. –
Lo siento mucho, - susurró. Su mirada cayó a la tumba tras la que se había
estado ocultando. JESMINDER BANERJEE, decía. QUERIDA ESPOSA Y MADRE. La madre
de Nisha. Ni siquiera había pensado en eso—por supuesto que iban a enterrar a
Nisha junto a su madre.
Emma
se levantó y caminó a través del pasto. La multitud estaba empezando a
disminuir. En el distante estacionamiento podía escucha autos partiendo y
puertas cerrándose.
Pasó
junto a un grupo de estudiantes de Hollier quienes estaban parados junto a un
mausoleo afectado por el clima, con una urna de lirios marchitados frente a
este. Garrett Austin estaba parado entre su hermana menor, Louisa, y Celeste,
su actual novia. Garrett había sido el novio “oficial” de Sutton cuando ella
murió, aunque había estado viendo a Thayer en secreto al mismo tiempo. Cuando
Emma tomó su lugar, él le había ofrecido su virginidad como regalo de
cumpleaños, y después de que ella huyó en pánico, terminaron.
Garrett
lucía devastado. Sus ojos estaban rojos, su cabello rubio lucia apagado y sucio.
Él había salido con Nisha por algunas semanas, y a pesar de que habían
terminado, obviamente no se estaba tomando bien su muerte. Levantó la mirada y
notó a Emma, mirándola en blanco, como si no pudiera reconocerla.
Atrapada,
Emma dio un paso dudoso hacia él.
-
¿Cómo te sientes? – Emma preguntó, tocándole el hombro.
Garrett
parpadeó, y luego de repente su cara se
oscureció y su ceño se frunció. Se alejó de su mano, sus brazos tensos del
enojo. Ella instintivamente retrocedió. Él por un segundo parecía que quería
golpearla.
-
¿Qué te importa? A penas la conociste, - chilló.
Tras
él, Emma pudo ver que Celeste lucia impactada por su enojo. Louisa miraba desde
Emma hacia Garrett, confundida.
Emma
se quedó congelada. ¿A penas la conoció? Claro, Emma solo conoció a Nisha por
unos meses. Pero Sutton había crecido
con Nisha.
-
Garrett, sé que estás triste… - Celeste comenzó a decir, poniendo su mano en su
brazo. Él se volteó violentamente y su nariz quedó a centímetros de ella. El
cuerpo entero de Emma estaba tenso al ver la expresión salvaje en su cara. Una
malvada sonrisa se formó en sus labios.
-
Tú no sabes nada, - dijo. - ¿Te puedes callar por cinco minutos? Estoy
empezando a creer que Nisha estaba en lo cierto sobre ti.
Emma
quedó boquiabierta. La expresión de Celeste se oscureció. ¿Ah sí? – dijo, la
calidad aireada de su voz había desaparecido. - ¿Cuándo tuviste esta íntima
conversación sobre mí?
-
No es asunto tuyo, - gritó. Para entonces, la mayoría de los otros estudiantes
con quienes estaban parados se habían ido, incómodos. Louisa observaba a su
hermano con ojos ansiosos.
Laurel
se materializó al lado de Emma y la tomó del brazo, conduciéndola junto a ellos
hacia el estacionamiento. – Vamos, - susurró, mientras la voz de Celeste
aumentó de tono enojada tras ellas. - ¿Pelear en un funeral? Qué bajo.
-
No puedo creer que le grite así a su novia, - dijo Emma, sintiéndose algo
aturdida. Dejó que Laurel la guíe más allá de las hileras de lápidas.
Laurel
se detuvo un momento, levantando su ceja. - ¿Perdona? Ustedes dos solían
discutir todo el tiempo.
Emma
miró a la hermana de Sutton.
Laurel
se encogió de hombros. – Vamos, Sutton, él solía alterarse por todo. De que no
lo llamaras de vuelta suficientemente rápido, de que llevaras una falda muy corta,
de que no llegaras a alguno de sus juegos. No es exactamente equilibrado.
-
Si, - tartamudeó Emma, intentando cubrir su confusión. – Lo sé. Ven, vamos.
Comenzaron
a caminar de nuevo. Al otro lado del cementerio, las voces de Celeste y Garrett
aún eran audibles, disparándose tensamente el uno al otro. La cabeza de Emma
daba vueltas. ¿Por qué había dicho que apenas conocía a Nisha?
Yo
tampoco lo sabía. Pero algo me decía que era mejor que Emma lo averigüe pronto.
Garrett obviamente tenía la mecha corta, y Emma no quería estar en la zona de
la explosión si es que explotaba.
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