martes, 19 de enero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 16 - Todos los días deberían ser día de hacer novillos

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          Al día siguiente, antes del tercer periodo, Charlotte y Madeline llegaron a cada costada de Emma y la guiaron hacia la puerta que da al estacionamiento de los estudiantes. - ¿Chicas? – Emma preguntó cuando pasaron su salón. – Tengo inglés ahora. Tengo que entregar un paper sobre Jane Eyre.
           No importaba lo importante que era para ella pretender ser Sutton, Emma no había podido dejar sus propios hábitos de estudio. Había terminado Jane Eyre por segunda vez y le encantó, aunque no pudiera admitirlo alguna vez a las amigas de Sutton. Dudaba que Sutton se emocionaría con la angustiada literatura Victoriana.
           Um, no. Yo más bien hubiera visitado la página de Wikipedia diez minutos antes de clases y con la esperanza de que nadie me delate. Pero que bueno por mi hermana. Era bueno saber que una de nosotras era una cerebrito.
           Madeline resopló. – Entrégalo al final de la escuela. ¿Quién quiere hablar sobre un libro viejo y raro escrito por una tipa a quien obviamente nunca le dieron, de todos modos?  Yo me rendí a la primera página. Definitivamente nos merecemos un día de salud mental. Y necesitamos ropa nueva para la fiesta.
           Emma se detuvo. En su vieja vida en Nevada, no hubiera soñado con saltarse las clases. Siempre había sido una buena estudiante—sabía que su única oportunidad de ir a la Universidad era ganarse una beca de primera, así que se esforzaba. También le gustaba la escuela—era un escape de las situaciones de vida más deprimentes en las que se encontraba, un lugar en el que podía entrar anónimamente en la multitud y desaparecer de los ojos de los repulsivos hermanos adoptivos o los excéntricos guardianes, y ser simplemente una niña normal.
           Pero un día de salud mental sí sonaba como justo lo que necesitaba ahora. – Bueno, iré, - dijo, enlazando los brazos con Madeline y caminando hacia donde llegaba la luz solar.
           Las chicas se subieron en el Jeep Grand Cherokee de Charlotte y pusieron una canción de Kelly Clarkson al salir hacia la calle. Emma sintió que el peso de sus hombros se alivianaba un poco por primera vez en días. Esto era mejor que estar sentada en clase.
           - Así que, ordené el postre para la fiesta de Hey, Cupcake! – Charlotte dijo mientras pasaban por una tienda de comics con un Spider Man de fibra de vidrio tamaño real en el muro exterior. - ¿Creen que siete docenas serán suficiente?
           - Me encantan sus red velvet, - Madeline dijo, sus ojos miraron hacia arriba con gusto. – Quizás sería mejor que ordenes otra docena.
           - Si tengo que verte comer una docena de cupcakes, me voy a matar, - Charlotte se quejó, mirando la flexible figura de bailarina de Madeline con envidia.
           - ¿Vas a llevar una cita, Char? – Madeline preguntó, Emma sospechaba que era un intento de cambiar el tema.
           Charlotte se aplicó brillo labial de durazno marca NARS en el espejo retrovisor en una luz roja. – John Hokosawa, - dijo. – No iba a molestarme en invitarlo, pero ayer hablamos después de cálculo, y luce impresionante.
           - Oh mi dios, me encanta su nuevo corte de pelo, - dijo Madeline. – Luce como que debería estar compitiendo en motocicleta. – Ambas se rieron.
           - Espera, retrocede, - Emma dijo, girando su cabeza hacia Charlotte. - ¿Qué querías decir con que no ibas a molestarte con llevar una cita?  - Hasta donde sabía, las chicas del Juego de las Mentiras no iban solas a ningún lado.
           Charlotte se encogió de hombros. – Ya no hay nadie con quien salir.
           - Ugh, dímelo a mí. – Madeline se apoyó en el respaldo de su asiento, haciendo un puchero con sus labios. – Estoy tan cansada de los chicos de secundaria. Sigo mirando por los pasillos, y pienso ¿Es todo? Todos son tan infantiles.
           - ¿Así que vas a ir sola? – Emma preguntó.
           Madeline la miró como si estuviera loca. – Por supuesto que no. Voy a ir con Jake Wood. No voy a pasar sola los próximos seis meses solo porque haya chicos universitarios en el horizonte.
           Emma nunca había oído a Madeline o a Charlotte hablar de la universidad, pero probablemente no debería estar tan impresionada. La universidad estaba en el horizonte—al menos para ellas. Todos parecían estar mirando hacia adelante, listos para seguir con sus vidas, mientras ella estaba atrapada en la de alguien más. ¿Qué pasaría si no pudiera resolver este caso antes de que se acaben las postulaciones a las universidades? ¿Postularía como Sutton, o se quedaría atrapada aquí en el limbo, buscando pistas y girando en sus  talones?
           Yo también me hice preguntas. ¿Y se cansaba de averiguar quién me había matado? ¿Y si encontraba el modo de abandonar mi vida sin salir herida? ¿Qué pasaría conmigo entonces?
           Entraron al estacionamiento de La Encantada. Por la galería se paseaban jóvenes madres en pantalones de yoga Lululemon y aretes de diamante, empujando coches de bebé. Un grupo de adultos mayores pasaron caminando rápidamente junto a las chicas, moviendo sus brazos con energía. A través de los parlantes se escuchaba una animada música jazz, y el aroma de pan y cosas fritas flotaba en el aire saliendo desde AJ’s Market. Al pasar por el área de compras principal, el teléfono de Emma sonó. ¿ALGUNA OTRA IDEA SOBRE BECKY? Escribió Ethan.
           NO REALMENTE, Emma respondió.
           QUIZÁS DEBERIAMOS AVERIGUAR CUÁL ES SU CONDICIÓN EXACTAMENTE, Ethan sugirió. SI ES ALGO INOFENSIVO, ENTONCES PODEMOS DESCARTARLA.
           ESA ES UNA BUENA IDEA, dijo Emma. TENGO QUE IRME.
           ¿TAN INTERESANTE ESTÁ INGLÉS? Bromeó Ethan.
           Emma miró los iluminados frontis de las tiendas frente a ella. ¿Qué pensaría Ethan respecto a que ella salte clases? Sabía que él consideraba a las amigas de Sutton como frívolas y superficiales. TOTALMENTE INTERESANTE, respondió, decidiendo no decirle.
           Se subieron a la escalera mecánica hacia la tienda Bebe. Emma miro a las chicas por el rabillo del ojo. La mirada de Charlotte estaba escondida tras sus lentes estilo aviador, mientras Madeline estaba chateando furiosamente. Una calcomanía que decía MAFIA DEL LAGO DE LOS CISNES cubría la parte de atrás de su iPhone—era una especie de chiste interno de ballet. Una vez que pasaron por la entrada, Madeline se fue derecho a un rack de sweaters cortados, mientras Charlotte comenzó a ver vestidos. Al estudiar un vestido corto con flecos que la hizo pensar en flappers[1] y en Los Violentos Años Veinte, Emma repentinamente tuvo una idea: Habría toneladas de gente en la casa de Charlotte, el mismo lugar en el que fue atacada tarde una noche durante su primera semana en Tucson. La fiesta no sería supervisada. ¿Y si el asesino de Sutton estuviera allí?
           Se estremeció, recordando esas fuertes manos en su garanta, apretando la cadena del relicario plateado de Sutton contra su piel hasta que apenas podía respirar. Si tan solo hubiera podido ver la cara de su atacante.
           - ¿Char? – Emma intentó lucir casual mientras revisaba un rack de cinturones. - ¿Vas a desarmar el sistema de seguridad para tu fiesta?
           Charlotte la miró extraño. – Um, ¿sí? No quiero que la policía aparezca antes de que la fiesta siquiera haya empezado. Lo último que necesito es que un idiota borracho active la alarma.
           - ¿No has visto a alguien, como, merodeando tu casa últimamente?
           Charlotte entrecerró sus ojos. - ¿Es esta la preparación para una broma del Juego de las Mentiras? Patético, Sutton. No se permiten repeticiones, ¿Recuerdas?
           - ¿Repeticiones?
           - Oh, por favor. No pretendas que olvidaste al tipo que se metió en mi fiesta de cumpleaños de décimo grado con una sierra eléctrica y una máscara de Jason.
           Me reí silenciosamente. Desearía poder recordar esa.
           Emma levantó sus manos. – No estoy planeando nada, honestamente. Solo estoy curiosa. Digo, ¿Por qué tienen un sistema de alarmas tan serio? ¿Alguna vez alguien se ha metido a tu casa?
           Charlotte se encogió de hombros. – No lo sé. No lo creo, Detective Mercer.
           Mirando por última vez a Emma, puso algunos vestidos sobre su hombro y se dirigió al probador. Emma se quedó allí pensando. Podía ver montones de tela acumulándose alrededor de los pies con manicure perfecta de su amiga. Lo que realmente quería era saber quién tenía acceso a los códigos de seguridad—pero Charlotte ya pensaba que estaba actuando extraño.
           La puerta se abrió media pulgada y apareció la cara de Charlotte en el espacio. – Oh que bueno, sigues allí. ¿Me puedes ayudar a subir el cierre?
           Charlotte se volteó y levantó su cabello. Emma tiró del cierre, pero no se movía. El vestido verde jade estaba tirante en el torso de Charlotte. – Um, - Emma dijo incómoda, intentando evitar usar las palabras Creo que necesitas una talla más grande. Charlotte ya era lo suficientemente sensible sobre su peso.
           Desafortunadamente, ese fue el momento en que Madeline decidió salir del probador adyacente, usando un sweater sin vientre  colocado sobre su delgado torso, exponiendo sus tonificados abdominales y angosta cadera. Hizo un rápido pas de bourrée en el espejo, terminando en una elegante media reverencia. - ¿Qué creen, chicas?
           Charlotte se alejó de Emma y cerró la puerta.
           Madeline se congeló, con lo ojos bien abiertos. - ¿Qué rayos? – dijo con los labios a Emma.
           Emma rechinó sus dientes, sin saber cómo responder. ¿Cómo podía decirle a Madeline que había escogido el mal momento para bailar por ahí luciendo como una modelo de Victoria’s Secret?
           Luego se volteó hacia el probador  de Charlotte. - ¿Char? – dijo suavemente, apoyando su mejilla contra la puerta. - ¿Estás bien?
           Escuchó un sollozo al interior del vestidor - Estoy bien.
           Madeline cambió de posición, incómoda. - ¿Hice algo? – susurró. Puso sus brazos alrededor de su estómago como si se sintiera desnuda. Emma negó con la cabeza. – No, fui yo. – se volteó hacia el probador.
           - Vamos, - Emma dijo. – Este lugar apesta. Además, vi un vestido bronce increíble abajo en Castor and Pollux que se vería perfecto con tu tono de piel.
           La puerta se abrió. Las mejillas de Charlotte estaban manchadas y sus ojos húmedos, pero conjuró una expresión indiferente. Tras ella, había pilas desordenadas de vestido en el piso. Normalmente Emma hubiera odiado dejar un desastre como ese para que los asistentes de la tienda lo limpien—después de todo, ella misma había sido una chica de la clase trabajadora en su vida antigua—pero ahora simplemente puso su brazo alrededor del brazo de Charlotte y la guio hacia la puerta. Madeline se apresuró tras ellas, pero Emma se volteó y la miró como diciendo, Está bien, sólo dame un poco de tiempo a solas con ella. Madeline asintió, esperando un momento para ir algunos pasos atrás de ella.
           - Entonces, ¿Castor and Pollux? – Emma preguntó.
           - Como sea.
           Emma miró a Charlotte cuidadosamente mientras se subieron a la escalera mecánica, tratando de interpretarla. Char siempre se movía con una confianza de mujer alfa, pero debe haber sido difícil andar por ahí con Madeline la Prima Bailarina y la Fría Sutton Mercer, ambas quienes se contorneaban con facilidad en las tallas más chicas de los racks. Luego estaba la madre de Charlotte, quien no comía nada además de granadas y quien lucía como si pudiera ser la hermana mayor de Charlotte.
           Puso una mano en el hombro de su amiga. – Char. ¿Sabes que eres preciosa, cierto?
           La cara de Charlotte no se salió de su máscara fresca y relajada. Observaba a tres mujeres mayores en el piso de abajo como si fueran las personas más fascinantes del mundo.
           - En serio, - Emma insistió. – Tienes un cuerpo genial. Daría lo que sea por llenar un cuello en V como tú.
           La cara de Charlotte se volteó hacia Emma, sus labios se torcieron con enojo. – Déjame, Sutton. Si mi cuerpo fuera tan genial, esa estúpida broma con mis etiquetas no hubiera funcionado.
           - ¿Etiquetas? – Emma parpadeó.
           - El año pasado, ¿Cuándo ustedes se pasaron un mes entero cambiando las etiquetas de mi ropa para que yo pensara que estaba subiendo de peso?
           Los labios de Emma se separaron. ¿En serio habían hecho eso?
           - Me gustó mucho pasar la mitad de tercer año pensando que era muy gorda para una talla catorce, - Charlotte dijo enojada.
           - Esa fue una broma terrible, - Emma dijo seriamente. – Lo siento mucho, Char.
           Las disculpas parecieron calmar a Charlotte por un momento, pero luego su expresión se volvió a poner imperturbable. – No importa.
           - Sí, importa, - Emma insistió. – Fue algo muy malo.
           Charlotte resopló. – Fue idea tuya.
           Emma se avergonzó. Por supuesto que fue idea de Sutton. – Bueno, fue una mala jugada, y la desharía si pudiera. Lo siento.
           Charlotte se detuvo frente a Williams-Sonoma y levantó sus gafas para mirar a Emma por debajo de ellas. – Bien, estoy empezando a pensar que Celeste podría estar en lo cierto. Fuiste reemplazada por una persona sensible o algo.
           Emma sonrió. – Nada de persona sensible. Yo sólo he… bueno, me di cuenta de que a veces las doy por sentadas. Espero que sepas cuánto tú y Madeline significan para mí. Son mis mejores amigas.
           Yo flotaba junto a mi hermana silenciosamente de acuerdo. Estar muerta me había dado una perspectiva completamente nueva sobre el modo en que había vivido. Supongo que incluso los fantasmas pueden crecer.
           - Esperen un segundo, - Madeline dijo, adelantándose para unírseles de verdad. - ¿Sutton teniendo una charla seria? ¿Es esto por influencia del Sr. Sensibilidad?
           Charlotte sonrió. – Mads, creo que estás en lo cierto. ¿Vas a comenzar a escribir poesía ahora, Sutton?
           Madeline y Charlotte se rieron, asustando a una paloma que estaba sobre un pretzel. - ¿También vas a alimentar gatitos con biberón? – Madeline bromeó.
           - ¿Vas a donar tu cabello a los niños con cáncer? – Charlotte se rio.
           - ¿Tomar tu guitarra e ir a micrófonos abiertos? – añadió Madeline.
           La tensión se había roto. Emma arrugó su nariz fingiendo estar irritada mientras Madeline y Charlotte se inclinaban entre sí, riéndose. – Ustedes dos son  muy divertidas, - dijo arrogantemente.
           - Lo sabemos, - Charlotte dijo, tragándose otra risa. Les tomó las manos. – Vamos. Tengo que encontrar un vestido que se las pueda con mi cuerpo ardiente. – Su voz era sarcástica, pero el tono amargado había desaparecido. – Y Sutton…
           - ¿Si?
           Charlotte sacudió su cabeza. – Nada. Gracias. O… ya sabes… te perdono. A las dos. – Miró a Madeline también.
           - Oye, yo no pedí perdón, - Madeline bromeó, enlazando su brazo con el de Charlotte.
           - Eso es porque tú eres una perra, - Charlotte dijo relajada. – No puedes evitarlo. Pero igual te perdono.
           Caminaron por el mall juntas, mis mejores amigas y mi hermana. – Gracias, - le susurré a Charlotte. – Gracias por perdonarme.
           Todo cambia. Tarde o temprano, todos crecemos.


[1] Flapper: Estilo de los años 20

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