domingo, 17 de enero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 14 - La escuela de Cabronería

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    La mañana del viernes, Emma puso la cartera roja Kate Spade de Sutton en la mesa en el estudio de alfarería y se ubicó en el asiento entre Charlotte y Madeline. Frente a Madeline había una vasija deforme. Charlotte hacía girar un tazón gigante. Al otro lado de ellas, Laurel jugaba con dos pequeñas tazas de espresso. Había potes de glaseado por toda la mesa, además de pinceles de variados tamaños y toallas de papel.
               - Eso se ve genial, Char, - dijo Emma después de ir a buscar su propio jarrón con patas. Apuntó hacia un remolino que Charlotte estaba pintando en su tazón.
               Charlotte se sonrojó de placer. – Es tal como poner delineador, - dijo.
               - Bien, chicas, - Madeline interrumpió. – Tenemos detalles de la fiesta que organizar. Estamos a una semana, y se nos está acabando el tiempo.
               ¿Fiesta? Casi dijo Emma, luego recordó que los papás de Charlotte iban a salir de la ciudad el próximo fin de semana.
               Charlotte apoyó su mentón en su mano con una manicure perfecta. – Conozco a un tipo que puede conseguirnos algunos barriles de cerveza. Eso el gabinete de licor de mis papás debería ser suficiente.
               Emma ladeó su cabeza. - ¿No lo van a notar tus padres si algo se pierde?
               Charlotte resopló. – Por favor. Se toman el Tanqueray como si fuera agua.
               - ¿Y de comida? – preguntó Madeline.
               Charlotte se encogió de hombros. – Compraremos surtidos en AJ’s. He estado queriendo comer de su Brie en croûte de todos modos.
               Emma alcanzó el contenedor de glaseado azul, pensando en las fiestas a las que iba en su vieja vida, en donde los snacks de la fiesta consistían básicamente de Doritos, Oreos, o un gran bol de Starbursts. Trató de imaginarse a las amigas de Sutton en una de esas fiestas y casi se puso a reír.
               De repente el distintivo tintinear de plata con plata la hizo levantar la vista. Celeste estaba de pie en la puerta del estudio en una gran túnica bordada con hilo metálico y brillante, y Garrett a su lado. Ella se inclinó y le plantó un largo y húmedo beso en los labios, luego miró enfáticamente a Emma, como para refregarle en la cara el hecho de que ella ahora estaba con el ex de Sutton.
               - Gracias por traerme a la clase, - arrulló, con la voz baja y soñadora.
               Garrett tocó una de sus trenzas. – Nos vemos pronto, - dijo con voz ronca. Ella se apoyó en la manija de la puerta luego de que él se fue, observándolo hasta que desapareció en la esquina.
               Madeline estaba boquiabierta. Charlotte arrojó con disgusto su pincel, y luego miró a Emma. – Em, ¿por qué no estás más enojada?
               Emma se encogió de hombros, desenroscando la tapa del glaseado. – Los vi anoche en Saks. Aparentemente, están juntos ahora.
               Charlotte empuñó su mano. – Bueno, claramente está saliendo por ella para vengarse de ti, Sutton. No hay modo de que de verdad le guste.
               Laurel aclaró su garganta. – Aparentemente, muchos de los chicos creen que ella es realmente bonita. – Todas las cabezas se voltearon para verla. Ella se encogió de hombros. – Al menos Thayer dice que todos están hablando de ella.
               - ¿Thayer cree que es bonita? – Emma preguntó, arrugando su nariz. Celeste no parecía de su tipo.
               Laurel rodó sus ojos. – Él dice, y lo voy a citar ‘Tiene un cuerpo celestial’.
               - ¡Ew! – dije en voz alta, aunque nadie me escuchó. Eso no sonaba como Thayer en lo absoluto. Celeste entró al salón, y se dirigió al rack de cerámicas horneadas y recogió un bowl. Las campanas en sus tobillos sonaban con cada movimiento. EN su camino de vuelta a su asiento, se detuvo junto a la mesa de Emma. Miró a Emma, buscando como si estuviera tratando de encontrarla en una densa neblina.
               - ¿Puedo ayudarte en algo? – Emma dijo ácidamente, repentinamente  a la defensiva. No estaba lista para otro incomprensible enfrentamiento con Celeste.
               - Sólo desearía yo poder ayudarte a ti. – Celeste suspiró. Madeline y Charlotte se miraron, arqueando sus cejas. – Ríanse todo lo que quieran, - Celeste les dijo a ellas, - Pero el aura de Sutton está en extrema necesidad de energías sanadoras. En alguna parte del camino, quizás en su vida pasada, su espíritu fue fracturado. Por eso es que es tan difícil para ti ser emocionalmente generosa, - le dijo a Emma en un tono enfermantemente dulce.
               - Escuché que tú te estás poniendo emocionalmente generosa con el ex de Sutton, - Charlotte dijo. – Espero que tu cumpleaños esté cerca. Da buenos regalos de cumpleaños.
               Madeline y Laurel se rieron.
               Celeste sólo sonrió, su mirada seguía en Emma. – Los secretos saldrán, Sutton Mercer. Has sido advertida. – Con eso, se alejó de ellas en una ola de popurri.
               Las palabras golpearon a Emma como un ladrillo. Los secretos eran lo único que la mantenía viva.
               - ¿Cuál es su problema? – Charlotte susurró.
               - Si, ¿Le hiciste algo en una vida pasada o algo así, Sutton? – Madeline bromeó.
               - No lo sé, - Emma dijo, sintiéndose incómoda. – Pero definitivamente viene tras de mí.
               Miraron a Celeste, quien había encontrado un sitio en una mesa llena de chicos, todos los cuales estaban comiéndosela con los ojos a escondidas. Uno de ellos, uno de tercer año que usaba su cabello estilo emo sobre su ojo izquierdo, se inclinó para inspeccionar el bowl que ella estaba pintando, usando la oportunidad para mirar por su polera.
               - ¿Saben qué estaba pensando? – Madeline dijo en voz muy baja. – Creo que estamos atrasadas con una broma del Juego de las Mentiras. Y creo que nuestra próxima víctima puede haber caído recién frente a nosotras.
               Las otras tres chicas se inclinaron imperceptiblemente hacia Madeline, los ojos brillaban con emoción. Pero Emma aún se sentía indecisa. Las bromas del Juego de las Mentiras a veces la ponían incomoda—ella había estado del otro extremo de la crueldad de los chicos populares demasiadas veces allá en Nevada. No podía evitar sentir culpa cada vez que participaba.
           - El casino de esta escuela es totalmente decepcionante, - Celeste estaba diciéndole a un chico atlético al otro lado de la sala. – En Taos, mi escuela sólo vendía productos orgánicos, y todas las entradas venían directo de la granja.
               - Genial, - dijo el chico. Como si realmente le importara.
               - Y hay tantas máquinas de snacks en este lugar, - continuó Celeste. – Es desagradable. ¿Sabes que esas cosas están llenas de toxinas? —Además, te hacen subir de peso. – Su mirada se dirigió a Beth Franklin, una dulce chica con un leve sobrepeso quien estaba comiendo de un paquete de pretzels de máquina expendedora en la mesa de al lado. Beth se puso morada y metió los pretzels de vuelta en su mochila.
           Pensando lo bien, Emma no estaba tan segura de que se sentiría culpable con esta broma. Quizás Celeste se lo merecía.
           Yo estaba pensando lo mismo.
           - ¿Entonces qué hacemos? – preguntó Laurel. - ¿Le escribimos cartas de amor de ‘Garrett’ y la mandamos en una vergonzosa cita falsa? Como, ¿con un mimo o un payaso o algo?
           - Ya hemos hecho cosas así. – Charlotte negó con la cabeza. – Necesitamos algo especial para esta chica.
           Todas se quedaron en silencio, pensando. Una voz fresca y baja vino desde detrás de Emma. – Hagan una sesión espiritista.
           Todas se voltearon para ver a Nisha, quien ni siquiera había levantado la vista del gato de arcilla que estaba pintando. Su cabello estaba tomado en una cola de caballo que caía por uno de sus hombros. Mientras marcaba cuidadosamente los bigotes de la cara del gato, continuó. – Hagan un montón de fantasmas falsos. Ya saben que cree en toda esa basura. Se lo va a creer completamente.
           Las chicas se miraron entre sí. Emma notaba que estaban impresionadas. Finalmente, Madeline habló, con un tono de indignación en la voz. – No aceptamos sugerencias de gente afuera del Juego de las Mentiras.
           Nisha se encogió de hombros. – No suelen tener ideas tan buenas.
           - ¿Has olvidado el asesinato de la sala de casilleros? – Madeline respondió, refiriéndose a una broma que le habían hecho a Nisha varios meses atrás, creando una escena de crimen falsa en el casillero de Nisha. – Estabas lista para hacerte pis en los pantalones.
           Nisha abrió la boca para discutir, pero Emma habló antes de que pueda.
           - Nisha está en lo cierto, - dijo. – Una sesión espiritista de mentira sería un truco sorprendente. – Además parecía más inofensivo que otras ideas del Juego de las Mentiras, las cuales han incluido cosas como ahogar y casi dejar inconsciente a Sutton, o estacionar el Volvo de Sutton en la línea del tren.
           Emma miró a las demás. – Vamos, chicas, esta idea es genial. Y Nisha, ya que tú la pensaste, ¿Quieres ayudar?
           Madeline, Charlotte, y Laurel se quedaron mirándola. - ¿Estás loca? – chilló Madeline, acercándose. – Ella no es un miembro oficial.
           - Gabby y Lili van a enojarse mucho, - Charlotte añadió. – Les tomó años entrar.
           - ¿Desde cuando tomamos decisiones basadas en lo que Gabby y Lili piensan? – Emma preguntó.
           Madeline se cruzó de brazos. – Quería que Samantha Weir se nos una hace dos años y fuiste una mega-perra al respecto en ese entonces, Sutton. NO veo qué ha cambiado.
           - Nisha es mucho más genial que Samantha Weir, - Emma argumentó, canalizando su Sutton interior. – Pero si tienen una idea mejor, no usaremos la de Nisha y no la dejaremos participar. ¿Alguien?
           Se miraron entre sí. Nadie dijo nada. Finalmente, Madeline suspiró. – Bien. Pero esto es sólo por una vez. No necesitamos miembros asociados.
           - ¿Nisha? – Emma preguntó.
           La otra chica les lanzó una larga y apreciativa mirada por encima del gato de arcilla. Luego sonrió. - ¿Por qué no? – dijo. – Cuenten conmigo. Siempre he querido ver una broma del Juego de las Mentiras desde el otro lado.
           Al otro extremo del salón, Celeste pintaba símbolos astrológicos en el borde de su bowl. Un golpe eléctrico bajó por la columna vertebral de Emma cuando la chica levantó la vista y la miró. Una lenta y lánguida sonrisa apareció en su cara—como si acabara de pillar a Emma en una mentira y no pudiera esperar por la oportunidad de exponerla.
           O, pensé con miedo, como si acabara de verme, flotando tras mi gemela.

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