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Cuando
Emma llegó al parque esa tarde, Ethan ya estaba en el punto de partida,
con su telescopio en su caja de plástico a la espalda. El sol se estaba
ocultando tras las montañas en una llamarada de luz roja. Por un
momento le dio un brillo sobrenatural a la cara de Ethan, como si
estuviera iluminado desde el interior.
Lo observó por un rato, añadiendo a su lista mental de Cosas Adorables que Hace Ethan: #578: Lleva su telescopio como si fuera una guitarra y él un rockstar.
En sus jeans malgastados y remera blanca, Ethan tenía un aire a James
Dean. El corazón de Emma comenzó a acelerarse al acercarse para
encontrarse con él.
-
Hola, - Ethan estiró sus brazos. Emma presionó su cara contra su remera
e inhaló ese aroma a ropa limpia, sintiendo los músculos de su pecho
contra su mejilla. Él le besó la parte arriba de la cabeza. Los dedos de
sus pies se doblaron de placer al interior de sus calcetines.
-
Vamos, - dijo, tomándole la mano y guiándola hacia el sendero. El
parque estaba vivo con los suaves sonidos de murciélagos cazando, el
chirrido de grillos y cigarras, y el escarbar de pequeños animales en la
arena.
Bajo
un enmarañado sauce del desierto había una manta a cuadros
blanco-y-rojo y un canasto lleno de uvas, frutillas, un baguette, y un
trozo de Brie. Ethan incluso había traído una botella de jugo de manzana
y vasos de champagne plásticos. Velas en jarros Mason completaban la
escena.
Emma resopló y apretó el brazo de Ethan. – No puedo creer que hicieras todo esto, - exclamó.
Él
se arrodilló en la manta y palmeó el sitio a su lado. – Pensé que sería
lindo tener una cita de verdad. Con, ya sabes, romance y esas cosas. –
Abrió la botella de jugo de manzana y le pasó un vaso, sirviéndose uno a
si mismo también.
Ella
se rio y chocaron sus vasos. – Por el romance, entonces. Aunque no
estoy segura de ser tan buena en él como tú. Quizás podrías darme
algunas indicaciones.
-
Creo que podríamos arreglar eso, - él murmuró, inclinándose para
besarla tan suave y dulcemente que ella no pudo evitar querer más.
- Buena lección, - suspiró cuando se separaron.
Comieron
queso y baguette, observando el atardecer en un cómodo silencio. Emma
siempre había soñado con una noche romántica como esta, pero nunca se
había atrevido a soñar que tendría a alguien como Ethan para
compartirla. Él era todo o que ella hubiera podido pedir en un novio, y
finalmente tuvo la suerte de encontrarlo.
-
¿Has pensado más en… ya sabes, qué haremos cuando esto se acabe? –
preguntó Ethan, mirándola nervioso. Ella se sonrojó, recordando o que él
había sugerido—que se muden juntos si los Mercer no la aceptaban como
Emma. Se mordió el labio, mirando a otro lado antes de contestar.
-
Un poco. – Dudó, y luego continuó. – Quiero estar contigo, lo sabes.
Pero mudarnos juntos es un paso muy grande. Quiero ir a la universidad.
Yo solo… quiero recuperar mi vida antes de siquiera pensar en algo de
eso. – Trató de imaginarse qué iba a decir en su ensayo para la
universidad. Pretender
ser mi hermana mientras resolvía su asesinato y aprender todos los
secretos de nuestra familia me enseñó el valor de la perseverancia.
También soy muy multifuncional.
-
Yo también, - dijo rápidamente. – Digo, también quiero ir a la
universidad. Postulé a la admisión temprana. Estoy esperando oír una
respuesta.
-
¿Admisión temprana? – Emma estaba impresionada. Ella estaría a penas y a
última hora con la suya, si es que postulaba este año. Mordió el final
de una frutilla. - ¿A dónde postulaste?
Él
se encogió de hombros. – Universidad de Arizona, obviamente. UC Davis,
Carnegie Mellon, UCLA. Stanford es mi intento menos probable. Va a
depender de dónde me den suficiente apoyo económico. – Frunció el ceño.
-
La mayoría de esas quedan tan lejos, - dijo, sorprendida. Ella sabía
que no debía sorprenderse—Ethan era un buen estudiante y él querría ir a
la mejor universidad posible. Pero ella nunca se lo había imaginado
dejando Tucson. Esa idea se retorcía en su interior como un nudo.
-
Emma, - dijo firmemente, aparentemente leyendo sus pensamientos. –
Antes de conocerte, no podía esperar para salir de este lugar. Odiaba
esta ciudad. Está tan llena de gente que te mira y te juzga. Pero— -
tragó saliva, buscando palabras, y tomó su mano. – Iré a donde quiera
que quieras ir. Si quieres quedarte en Tucson, haremos que funcione
aquí. Si llego a ser admitido en otro lado y puedo financiarlo,
tendremos opciones. Y por supuesto que no tenemos que mudarnos juntos si
no estás lista. Tan sólo quiero quedarme cerca de ti sin importar qué.
Su
cabeza se derritió. Sus ojos eran tan honestos, tan llenos de ternura,
que no pudo encontrar su voz. En lugar de ello, se acercó a él y le dio
otro beso.
-
Y si el caso no está resuelto para entonces, - él susurró en su oído. –
Quizás podríamos simplemente escaparnos. Quizás podrías simplemente
venir conmigo a la universidad. Podrías trabajar en las postulaciones
mientras yo estoy en clases, y comenzar el próximo otoño.
Emma
sonrió, imaginándose a sí misma caminando por el pasto en Stanford, con
un café para llevar en su mano. Se sentaría en una banca y leería En busca del tiempo perdido,
de Proust, esperando juntarse con Ethan después de su seminario de
filosofía. Cuando la clase termine, él le daría un gran beso y la
presentaría a su profesor como “mi novia, Emma Paxton.”
- Te puedo mantener a salvo, Emma, - Ethan continuó. – No dejaré que nadie te haga daño.
Sus
palabras la trajeron directo a la tierra. Se alejó de él con tristeza,
moviendo la cabeza, el encantamiento se había acabado repentinamente. –
Sabes que no puedo irme de Tucson, no mientras la persona que hirió a mi
hermana sigue allí afuera. – Ahora estaba completamente oscuro, el
cielo brillaba con estrellas y la delgada luna cuarto creciente. Miró a
través de la negra extensión del desierto. – Cuando comencé esto, sólo
estaba intentando sobrevivir. Pero ahora… siento como que conozco
a Sutton, Ethan. Sé que suena extraño, pero siento como que a veces
estuviera aquí, conmigo, animándome. La amo, y no puedo decepcionarla.
Ella merece justicia. – Movió la cabeza otra vez. – Voy a resolver este
asunto, o me voy a morir intentándolo.
Yo
sentí toda mi existencia quedarse muy quieta. Nadie nunca había hecho
una promesa así por mí, arriesgarse a morir por mí. Por primera vez
estuve agradecida de que Emma no pueda oír mis pensamientos. No estaba
segura de poder encontrar las palabras para decirle lo gradecida que
estaba.
A
la titilante luz de las velas, Emma vio como el color se fue de la cara
de Ethan. – No hables así, - susurró. – No quiero pensar en que nada te
pase. No podría soportarlo.
Su
mano temblaba en la de ella, y Emma de repente se dio cuenta de que él
nunca había procesado realmente el peligro en el que ella estaba, nunca
había entendido realmente que un asesino la estaba observando. Observándolos, pensó, recordando lo que había ocurrido en el Estudio de Cine Old Tucson.
- Todo es tan complicado ahora mismo, - dijo dulcemente. – Veamos lo que ocurre—cuando
los Mercer se enteren de quién soy, cuando recibas todas esas cartas de
aceptación, cuando sepa si siquiera voy a tener tiempo para postular.
No podemos decidir nada hasta entonces.
El asintió lentamente. - ¿Hay alguna pista nueva?
Ella
negó con la cabeza. – No, pero necesito averiguar más sobre Becky. –
Trató de hablar firmemente, pero su voz se quebró. – Digo, apenas puede
peinarse. ¿Realmente podría armar un plan como este—matar a una de
nosotras, hacerme tomar el lugar de Sutton, meterse a la casa de
Charlotte para estrangularme, seguirme de algún modo por todos lados sin
que yo lo note? Es complicado incluso si eres cuerdo.
Ethan habló dudosamente. – Ella ciertamente suena impredecible.
Emma
podía oír la duda en su voz. Pensó en todas las veces que Becky la
había sorprendido. Un minuto Becky estaría haciendo algo completamente
raro como llorar en medio del supermercado por una pomelo un poco mala, y
al otro estaría hablándole suavemente a un mesero en el restaurant
local para que les regale su cena, o escabullendo a Emma hábilmente a
una película Disney sin comprar una entrada. Podía ser astuta a veces,
incluso inteligente. Era una sobreviviente. Ella y Emma eran
sobrevivientes, y eso significaba que podían ser ingeniosas.
Pero
eso no significaba que era homicida. ¿O sí? Pero luego pensó en cómo
Becky sonrió cuando llamó a Emma por su nombre real, con una expresión
tenebrosamente tranquila, como si supiera que no era Sutton. Como si
estuviera segura de eso.
Emma
se sobó los ojos, la imagen de ese sobre de manila regresó a su mente.
El Dr. Banerjee ha sido su doctor por años. Él tenía un archivo de 12
centímetros sobre ella. Apuesto a que hay notas de sesión, pruebas de
diagnóstico, toda clase de cosas allí. Si pudiera poner mis manos sobre
ese archivo, podría responder algunas preguntas.
Cuando
volvió a mirar a Ethan, su espina se había puesto completamente rígida y
sus labios estaban tensos y enojados. Sus ojos lucían negros a la
oscuridad, sin reflejo y sin poder ser interpretados. – Los informes
psiquiátricos son privados, Emma. – dijo.
Ella
retrocedió ante la frialdad de su voz. – Lo sé. Créeme, no estoy
emocionada por la idea de rebuscar en el loco pasado de mi mamá. Pero
podría darnos las respuestas que estamos buscando. Y no tenemos otras
pistas.
Él sacudió su cabeza violentamente. – No. Está mal.
- ¡Ethan, estoy podría descartar a Becky! – exclamó. Hubo un destello de irritación en ella. ¿Acaso él quería creer que su madre era una asesina?
-
¡No tienes derecho de husmear en la cabeza de alguien de esa forma! –
él dijo cortantemente. Ninguno de los dos habló por un momento. A lo
lejos en el desierto, algunos coyotes estaban ladrando.
Luego él exhaló fuertemente. – Lo siento. Sólo que tengo una fuerte sensación sobre esto.
En
cualquier otro momento en su vida, ella habría estado de acuerdo—ella
tampoco quería ir a meterse en los registros privados de alguien,
especialmente los de su madre. Pero la gente en la vida de Sutton
protegía sus secretos tan cuidadosamente, y la seguridad de Emma
dependía de averiguar tanto como pudiera.
-
De todos modos no importa. No tengo acceso a los archivos. – Emma
suspiró. – En realidad no quiero verlos, Ethan. Simplemente estoy
cansada de los callejones sin salida.
Él le tocó la mejilla. – Sé que estás frustrada.
- Lo siento, también. – Emma sonrió tristemente. – Hasta acá llegó el romance, ¿eh?
Una
pequeña sonrisa apareció en la cara de Ethan.- Diría que el romance no
está completamente fuera de discusión, - él susurró en su oído. Él la
acarició con la cara en su cuello, besando suavemente su garganta. Emma
tembló al tacto, pasando sus dedos por el cabello de Ethan. El ardor de
su breve discusión no se disipó, pero se suavizó, transformándose en una
nueva clase de energía Sus terminaciones nerviosas resonaban bajo sus
uñas. Él la besó, un beso más largo y profundo que el anterior. Ella
cerró sus ojos y se apegó más a él.
Todas
excepto una de las velas se habían apagado. Yo observaba esa última
pequeña llama, recordando las cáusticas discusiones entre Thayer y yo, y
los frenéticos besos que solían venir a continuación. Eso es lo que ganas al salir con un solitario, hermana, pensé. Muchas peleas épicas, y muchas ardientes sesiones de besuqueo de disculpas.
Estaba
feliz de que Emma e Ethan se estuvieran disculpando. Pero la pregunta
seguía en mi cabeza: ¿Cómo iba a averiguar Emma si Becky era inocente o
no?
Y si Ethan no podía ayudarla a demostrarlo, ¿quién podría?
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