miércoles, 23 de diciembre de 2015

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 7 - Extraños en la Noche

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El sonido del SUV de mi padre desaparece a la distancia. No, no de mi padre. De mi abuelo. Esa idea hace que mis dedos se pongan en puño, mis uñas presionan mi palma hasta que sacan sangre. Me limpio las lágrimas y la mugre de la cara y me quedo quieta sentada hasta que el sonido de su motor desaparece por completo.

 
               Lo que comenzó como una cita con Thayer, el único chico a quien realmente he amado, ha terminado con él yendo al hospital en el auto de mi hermana, dejándome sola en las montañas con el aprendizaje de que mi vida entera ha sido una mentira. Siempre supe que fui adoptada—pero hasta esta noche, nunca supe que las personas que me criaron en verdad si estaban relacionados por sangre conmigo.
               La luna se oculta tras una nube, y el cañón se pone aún más oscuro que antes. Mi mano comienza a temblar, la adrenalina se vuelve amarga en mi sangre. ¿Qué he hecho? Le dije cosas horribles al hombre que consideraba mi padre, y luego salí corriendo. Siento que voy a vomitar.
               Al otro lado de la calle del cañón hay un vecindario suburbano, todas las casas están ordenadas en una herradura de calles. Las luces de los pórticos flotan en la oscuridad como libélulas. Veo la casa de Nisha Banerjee, la piscina brillando en el patio trasero, la calle está llena de autos. Si aguanto la respiración, puedo escuchar el bajo sonando en el patio. Allí es donde se supone que debo estar esta noche, en la pijamada de tenis. Quizás debería ir. Al menos algunas de mis amigas estarán allí—necesito estar rodeada de caras felices en este momento, de gente que se preocupe por mí. Nisha es una mosca en el oído, pero es suficientemente tranquila para ignorarla.
               Saco mi teléfono mientras cruzo la calle para ir a su casa. Seis llamadas perdidas, todas de Mads. Quizás la llamaron de Urgencias por Thayer. Trato de llamarla pero me manda directo a buzón de voz. Cuelgo antes del beep, no confió en mí para hablarle a una grabación.
               Casi llego a la reja de Nisha cuando suena un crujido de la casa de al lado que me asusta. Es la casa de Ethan Landry, pero no veo señales de él, sólo un gran telescopio en la entrada apuntado hacia el cielo. Bicho raro. Cualquier otro tipo lo hubiera apuntado hacia la casa de Nisha, esperando pillar un vistazo de una pelea de almohadas sensual.
               Mi mano está en la reja que da al patio trasero de Nisha cuando escucho el teléfono al interior de su casa. - ¿Hola? – contesta la voz de Nisha. – Oh, hola, Sr. Mercer, - dice. – No, él no está aquí ahora. ¿Va a dejarle un mensaje?
               Me muevo. ¿Por qué mi papá estaría llamando al Doctor Banerjee? Ambos trabajan en el mismo hospital, pero hasta donde sé, no interactúan—mi papá está en ortopedia, el papá de Nisha está en psiquiatría. Quizás está llamando para pedirle al papá de Nisha que me vigile. Quizás está tratando de armar alguna clase de patrulla de papás.
               Alguien en el patio trasero grita, - ¡Marco! – escucho un splash y luego risas. Suenan tan jóvenes, con voces tan fuertes e inocentes, como que nunca han tenido que enfrentar nada desgarrador o real. Repentinamente toda la energía en mí se drena, con un leve dolor en mis extremidades. No puedo estar aquí ahora, no puedo ponerme cara alegre y pretender que todo está bien.
               Exhausta, camino de vuelta por el camino hacia el cañón y me dejo caer en un banco del parque, suponiendo que llamaré un taxi. Quién sabe dónde está mi auto después de que ese loco se fue con él. Quizás mi papá va a cubrirme. Es su culpa básicamente que esto haya ocurrido, después de todo.
               Pensar en las mentiras de mis padres me da rabia de nuevo. ¿Por qué me ocultarían un secreto como ese? ¿Era tan difícil admitirá que estábamos todos conectados de sangre? Quizás estaban avergonzados de mí. Quizás solo querían asegurarse de que todos sepan que yo no era como era por culpa de ellos, que yo era una mala semilla de quién sabe dónde—no un monstruo que ellos crearon. Se forman charcos de lágrimas enojadas en mis ojos y rápidamente las seco.
               El crujir de una rama quebrándose atraviesa la oscuridad. Al darme vuelta, de repente me doy cuenta de que los grillos se han quedado en silencio. Miro hacia la oscuridad, pero no veo ni una maldita cosa.
               ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? Hace algunos años atrás una mujer fue atacada al trotar por el cañón al anochecer. Estaba entrenando para una maratón. Las autoridades dicen que probablemente nunca vio el puma—los gatos se mueven tan sigilosamente que la mayoría de las personas no saben que están siendo acechadas hasta que es muy tarde. Después de que eso ocurrió, no podías prender la televisión sin ver un anuncio público diciéndole a la gente que vayan en grupos de dos o más. ¡Recuerda, hay seguridad en los números! No vayas de excursión solo en el Condado de Pima.
               No corras de la persona que te va a llevar cuando estás atrapada en la naturaleza a media noche, pienso. Siento un hormigueo en la parte de atrás de mi cuello.
               Podría ser un animal salvaje. O podría ser el maniático que se robó mi Volvo y atropelló a Thayer. Podría haber vuelto por más.
               Aguanto la respiración y escucho. Lejos, se oyen sirenas policiales.
               Luego, ahí está. El mismo sonido que escuché antes: Hojas moviéndose, crujiendo, bajo los pies de alguien. Me levanto lentamente con el corazón en la garganta. Cuidadosamente doy un paso hacia el camino que me llevará de vuelta a la entrada del parque.
               Allí es cuando mis ojos pillan algo moverse entre los árboles. Algo corre hacia mí, me doy vuelta y salgo corriendo por el camino antes de poder ver qué es. Mi cuerpo está adolorido por todo lo que ha pasado en esta larga y horrible noche. Puedo oír a mi acechador tras de mí, atravesando los arbustos. Mi mentón se golpea en seco con algo—no veo qué— y caigo sobre mis manos y rodillas. Me revuelco sin fuerzas en la mugre, intentando volver a pararme. Pero tras de mi puedo oír a mi acechador acercándose. Me doy vuelta justo a tiempo para ver a alguien alejarse de las sombras y aparecer a la luz.
               Es una mujer. Cuando me ve, se detiene y me mira, respirando cansada. Su negro cabello se ve casi negro a la luz de la luna. Su cara se ve hundida, sus ojos como profundos agujeros en su cráneo. Lleva puesto un sucio uniforme de mesera con un agujero en el borde. Da un paso hacia mí y yo camino como cangrejo hacia atrás, la tierra me duele en las manos. Cuando me doy vuelta, me doy cuenta de que me acerqué a una roca del cañón. No tengo a dónde correr.
               - Espera, - dice la mujer, extendiendo una de sus manos hacia mí. Cuando se acerca, veo que sus ojos no son tan negros como pensé, sino que de un azul oceánico brillante. También ay una tenebrosa expresión depredadora en su cara—como si supiera que estoy atrapada y le gustara.
               - Hola, Sutton. – Su voz es baja y áspera, y tan casual como si hubiéramos hablado mil veces antes. – Soy tu madre. Becky.
               Y luego el recuerdo se derrumba y me quedo sin nada.

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