Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan
La Sra. DiLaurentis puso
una sartén con lasaña zucchini en la mesa. – Con cuidado, está caliente, -
advirtió, y entonces procedió a poner limonada en los vasos de todos. – Está
recién exprimida, - alardeó. – Sabe mejor así, ¿no creen?
Habían pasado unas horas, y la familia
estaba sentada en el comedor, el cual usualmente sólo se usaba para el Día de
Acción de Gracias y Navidad. Cada asiento tenía un individual dorado, y estaban
bebiendo de las copas de cristal buenas. La Sra. DiLaurentis incluso prendió
velas, y la luz hacía tenebrosas formas en sus caras. Y estaban todos sentados:
El Sr. Y la Sra. DiLaurentis en las cabeceras de la mesa, luego Jason, luego
Ali… y luego la tercera hija. La Gemela. “Courtney”
- Escarben, - La Sra. DiLaurentis anunció
mientras se sacaba los mitones de cocina. – La lasaña no es para nada elegante,
pero todos los ingredientes son frescos.
- Se ve magnífica, - el Sr. DiLaurentis
dijo, alcanzando su tenedor.
- Absolutamente, - Jason dijo, tomando un trago
de limonada.
Ali le lanzó una mirada, pero Jason no miró
hacia ella. Jason de hecho había puesto la mesa hoy. Y se había ofrecido para
sacar el pan del horno. Y se ofreció para subir las cosas de su hermana,
a lo cual “Courtney” sonrió y dijo que sería genial. Cada rastro de Elliot
Smith se había desaparecido.
Entonces Ali se volvió hacia Courtney. Su
hermana estaba educadamente esperando mientras su padre servía un rectángulo de
lasaña en su plato. Sus padres la habían recogido mientras Ali y Jason estaban
en la escuela, diciendo que eso era más compatible con el horario de trabajo
del Sr. DiLaurentis. Ella llegó a casa justo antes que los buses salieran del
estacionamiento de Rosewood Day, lo cual significaba que era casi imposible que
cualquier persona de la edad de Ali la haya visto. No es que eso la hiciera
sentir mucho mejor.
El cabello de Courtney, el cual era más o
menos del mismo largo que el de Ali, estaba alejado de su cara con pequeñas
horquillas que tenían pequeñas estrellas en las puntas. Usaba una remera sin
mangas a rayas con el cuello con volantes que Ali nunca había visto antes, ni
en el que ahora era su armario ni en sus cosas empacadas un año atrás, y jeans
negros ajustados. Lejos de la molesta luz del hospital, la piel de su hermana
tenía un brillo de salud extra, como si acabara de ir a caminar. Y parecía sonreír
un montón, lo cual ponía a Ali con los pelos de punta. Incluso le sonrió a Ali
cuando entró por la puerta, caminando hacia ella y dándole un enorme abrazo
diciendo lo bueno que era verla. Pero cuando sus labios estaban cerca
del oído de Ali, lo susurró de nuevo: Comienza a despedirte.
- Muchas gracias, - Courtney dijo ahora, en
un tono cortés. – Todo esto es tan lindo de su parte. – levantó una
cámara Polaroid moderna hacia sus ojos y tomó una foto de su madre. - ¡Di
whisky!
- ¡Whisky! – dijo la Sra. DiLaurentis,
sonriendo. La cámara hizo un sonido como whirr, y escupió una foto. Al
comienzo, Ali había pensado que era su cámara Polaroid, pero la Sra.
DiLaurentis rápidamente había dicho que Courtney había visto la de Ali en la
cocina y que parecía interesada en ella, así que también le compraron una hoy.
Ali se aclaró la garganta. – Qué divertido
que te interese la fotografía, Courtney. Ese también es mi hobby favorito.
Courtney parpadeó inocentemente. – No te
preocupes, hermanita. No voy a pretender que eres tú.
Bajó su mentón y le guiñó. Ali enroscó los
dedos de sus pies dentro de sus zapatos. ¿Y si eso era exactamente lo
que su hermana había planeado?
La Sra. DiLaurentis tomó un cuadro de
lasaña. – A mucha gente le puede gustar la fotografía, chicas.
Courtney sonrió tímidamente, luego alcanzó
el parmesano, el cual estaba en un pequeño bowl plateado que Ali nunca había
visto—solían usar un frasco.
- Oh, yo lo hago por ti, - el Sr.
DiLaurentis dijo, poniendo un poco de queso en la lasaña de Courtney. Como si
ella fuera inválida y no pudiera hacerlo por sí misma.
- Tuvimos una conversación muy agradable
con los doctores hoy, - La Sra. DiLaurentis dijo entre bocados, mirando a Ali
mientras hablaba. – Courtney fue una paciente modelo este año pasado en la
Reserva. Hizo muchos amigos, participo de verdad en los programas de grupo, le fue
bien en sus estudios… - Puso su mano en el hombro de Courtney.
- Incluso te dejan jugar en un equipo de
hockey sobre pasto entre muros que se juntaba cerca. ¿No, cariño? – La Sra.
DiLaurentis dijo, sonriéndole a su hija.
Ali se enderezó. - ¿Saliste del terreno
para practicas completas?
Courtney le sonrió de una manera que
probablemente parecía genuina para todos pero para Ali parecía absolutamente
siniestra. – Sí. ¿No es genial eso?
- ¿Fuiste a algún otro lugar? – Ali dijo.
Su hermana bajó su mentón. - ¿Por qué?
¿Creíste verme en algún lado?
Ali se estremeció. Así que sus miedos no
eran infundados. Su hermana había estado observando.
Pero entonces Courtney resopló y negó con
su cabeza hacia sus padres reafirmándoles. – Por favor. Los supervisores
estaban tras de mi espalda todo el tiempo. Jugué entre muros, fui a un pabellón
de helados local un par de veces, y eso es todo.
- Pero a ti no te gusta el helado, - Ali
señaló, esperando atrapar a su hermana en una mentira.
Courtney separó un trozo de succhini con su
tenedor. – No sabes todo sobre mí.
Hubo una gran pausa. Se sentía como si la
temperatura de la habitación hubiera bajado unos veinte grados. Jason sacó más
pan, masticando inconscientemente. El Sr. DiLaurentis bebió de su vino.
- ¿Ali? – La voz de la Sra. DiLaurentis
rompió el silencio. - ¿No tienes hambre?
Ali miró hacia abajo a la lasaña, luego
sintió la mirada de su hermana en ella, tan sofocante como una lámpara de
calor. Lo último en lo que podía pensar ahora era en comer, pero si no lo
hacía, su hermana sentiría lo ansiosa que ella se sentía. Cortó un cuadrado
pequeño, sus dedos temblando, y se lo metió a la boca. Sabía como a aserrín. Courtney
levantó la cámara otra vez, apuntándola a Ali como si fuera el cañón de un
arma. Ali puso una mano frente a su cara y se volvió, pero Courtney hizo una
toma de todos modos.
La Sra. DiLaurentis se limpió la boca. – En
el camino a casa, estábamos hablando. Estábamos pensando que quizás deberíamos
presentarle a Courtney a unas cuantas personas en Rosewood, ver cómo va eso.
El bocado que Ali acababa de tragar subió
de vuelta por su garganta. ¿Cómo quién?
- Bueno, los vecinos, para empezar. – La
Sra. DiLaurentis clavó un tomate de la ensalada. – Digo, no podemos mantenerla
enjaulada como lo hicimos antes—Courtney dijo que eso puede haber sido parte
del problema.
- Definitivamente, - Courtney dijo,
asintiendo enfáticamente.
- Dejarla salir es parte del
problema, - Ali chilló. Miró a su hermana. La cabeza de Courtney estaba baja,
pero estaba tratando de ocultar una sonrisa.
- Estábamos pensando en gente de la cuadra,
- la Sra. DiLaurentis continuó, ignorándola. – Creemos que sería demasiado
llevar a Courtney, por decir, a la graduación, pero dejar que unas pocas
personas lo sepan no sería malo.
- ¿Así que le van a decir a los Hastings? –
Ali prácticamente tembló. No había modo de que Spencer pudiera saber sobre
esto. Absolutamente. De.Ningun.Modo.
- Bueno, naturalmente. – La Sra.
DiLaurentis se tocó la boca con su servilleta de tela. – Pero pensamos que te
gustaría decirle a Spencer tú misma, Ali. Quizás en su pijamada. – Se volvió
hacia Courtney. – Tu hermana tendrá una pijamada de final-de-séptimo-grado con
sus amigas la noche del jueves.
Ali se sorprendió de su familia. Todos estaban
sonriéndole como si a todos les hubieran lavado el cerebro. – Contarle a
Spencer en la pijamada significa, básicamente, que le diría a todas mis
amigas. Y personalmente, no quiero decirle a ninguna. Courtney no es realmente
un miembro de la familia que esté orgullosa de tener.
- ¡Alison! – la Sra. DiLaurentis bajó su
tenedor. – Tu hermana está sentada aquí mismo.
Todos los ojos se dirigieron a Courtney,
quien estaba ocultando otra sonrisa más. Se enderezó y juntó sus manos en su
regazo. – Está bien, en serio. Estaba lista para algo de…resentimiento.
Honestamente. No puedo imaginarme cómo es para Ali tenerme de vuelta. – Su voz
temblaba, y se volvió a Ali y le dio una gran mirada de perrito hambriento. –
Sé que va a tomar algo de tiempo en curar, pero realmente, realmente
espero que podamos. ¿Sabes? Solía estar muy enojada, pero ahora entiendo que el
enojo venía de los celos. Estabas totalmente en lo cierto por quererme en el
hospital, Ali. Salvaste mi vida.
La boca de Ali se abrió, pero no salieron
palabras. Había lágrimas de verdad en los ojos de su hermana. Una vez más,
probablemente parecía sincera a muerte, pero para Ali, sus palabras eran
escalofriantes. Amenazadoras.
- ¡Courtney! – La Sra. DiLaurentis dijo,
llevando sus manos a su hueso esternón. – Es tan maravilloso lo que dices.
La Sra. DiLaurentis miró a Ali
alentadoramente, pero Ali miró abajo a las manchas en su plato. Podía sentir
los ojos de su hermana riéndose sobre ella. De repente, se sintió sofocada.
- Termine, - dijo, llevando su plato a la
cocina y casi quebrándolo cuando lo golpeó contra el tarro de basura para
desechar la lasaña sin comer. Y entonces subió corriendo y cerró con
fuertemente la puerta de su dormitorio, respirando con fuerza.
Esto no podía estar sucediendo. Y aún así,
estaba sucediendo… y era peor de lo que pensaba.
Se oía sonar la cuchillería abajo. Voces
murmurando. Esa maldita cámara sonó otra vez, expulsando más fotos. Ali miró
alrededor de su cuarto, sintiendo su corazón latiendo fuertemente en su pecho.
Su hermana tenía un plan, puro y simple. Muy pronto, su hermana iba a encontrar
un modo de exponer exactamente lo que había hecho. Quizás tenía pruebas, de
algún modo. Quizás había inventado las pruebas. Y quizás, solo quizás, sus
padres le creerían. Después de todo, sí era la verdad.
Ali se movió a la cama, reposando su cabeza
sobre la almohada. Algo pinchudo picó su cráneo, y se levantó rápidamente.
Allí, en la funda de la almohada, estaba una pequeña horquilla plateada. Ali la
levantó y la sostuvo en su palma. Había una estrella brillante en la punta.
Sabía de quien era.
Se levantó, mirando el resto del cuarto en
busca de señales de cajones que hubiera sido revisados, puertas de armarios que
haya sido abiertas. Todo parecía en su lugar. Pero aun así, un sentimiento de
terror la envolvió como un edredón. La horquilla se sentía como un
presagio. Su hermana iba a tomar su vida de vuelta—comenzando por su
habitación—una horquilla tirada a la vez.
Capítulo 28 | Capítulo 30
¿cuando subirán los siguientes capítulos de este libro? es tan maravilloso poderlo leer completo.
ResponderBorrarEstamos haciendo lo posible para poder subir los que quedan todos juntos, así que pido un poco de paciencia (la última de este libro :D)
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