martes, 29 de abril de 2014

Deadly - Capítulo 10 - Un Día Nuevecito

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       Traducido por: Analía :) 
            Corregido por: Brayan, Pilar.
           
            Cuando una patrulla estacionó en la casa de la madre de Aria, el servicio de cortar césped acababa de terminar. Dos chicos musculosos de edad universitaria cargaron las cortadoras de césped en el remolque detrás de su camioneta. Saludaron a Aria como si fuera completamente normal que saliera de un auto policía un martes a la tarde.
            - ¿Quiere que la escoltemos hasta su puerta, señorita Montgomery?- le preguntó el policía que la había llevado, mirando hacia la derecha e izquierda cautelosamente.
            - Estoy bien,- Aria respondió.
            - Bien, cualquier cosa que necesites, solo avísale a Buzz.- El policía hizo señas hacia una minivan aparcada en la calle. A pesar de la calcomanía en el parachoques que decía MI HIJO ES UN ESTUDIANTE DE HONOR DE LA PRIMARIA DE ROSEWOOD y un par de orejas de Mickey en la antena, un chico musculoso con lentes de sol que lucía como el doble de La Roca estaba sentado en el asiento del conductor.
            - Entendido.- Aria sonrió. Se sintió casi ligera mientras caminaba por el césped del frente.
            - ¿Aria?
            Ella estaba en el porche. Estaba usando una túnica amarilla zigzagueada que tenía desde sus días en la escuela de arte, y su cabello negro plateado estaba atado en la parte superior de su cabeza en un rodete. Había una expresión horrorizada en su cara.- ¿Por qué la policía te trajo?- preguntó mirando al coche de policía que desaparecía por la calle.
            - Oh, eso.- Aria agitó la mano.- No es nada. No estoy en problemas.
            Ella parpadeó fuerte.- Tuviste tu entrevista hoy, ¿verdad? ¿Pasó algo en la facultad?
            - Hey, ¡huele muy bien aquí!- Aria dijo en voz alta mientras entraba al recibidor, esperando cambiar el tema.- ¿Acabas de hornear algo de pan?
            Ella cerró de un empujón la puerta.- Aria, dime qué está pasando. Ahora.
            Aria dejó salir un largo suspiro.- Es una larga historia, pero no estoy en problemas. De verdad. Y sí, tuve la entrevista… Pero la arruine.
            Ella ladeó su cabeza.- ¿Qué pasó?
            Aria se encogió de hombros.- No era la más adecuada.- se desplomó en el sofá.- En verdad quería ir también.   
            Ella se sentó a su lado y  recogió a Polo, el gato de la familia, en sus manos.- ¿Por qué querías ir exactamente?
            Aria le dio una mirada de uh duh a su mamá.- Porque el arte es el campo en el que quiero entrar. Porque podría conocer a personas asombrosas y ayudarlas a hacer proyectos geniales. Porque…
            Ella colocó su mano en la rodilla de Aria.- Pero, ¿no podrías hacer esas cosas en Nueva York? ¿Philly? ¿Rosewood, incluso? ¿Por qué tienes que irte hasta Holanda?
            Aria estudió los penetrantes ojos azules de Ella y su expresión interrogante.- ¿Esto tiene algo que ver con Noel? - Ella continuó.- Mike me contó que ustedes dos rompieron. Que Noel te mintió.
            La mandíbula de Aria tembló. Dicho así, eso sonaba muy… severo. Horrible. Pero tal vez eso era un poco cierto. Incluso si Noel no había hecho nada con Ali, él todavía le había mentido.
            Cerró los ojos, pensando una vez más en Noel. En algún momento entre que había ido a la estación de policías y que había sido liberada, él le había enviado un mensaje que decía, ¿Cómo estás? Dudaba que tuviera alguna idea sobre lo que le había pasado; era sólo una coincidencia. En el camino a casa, había compuesto un mensaje en respuesta.
            Pero no lo había enviado. Necesitaba superarlo, ¿cierto?
            Miró por la habitación hacia la mesa que sostenía las fotos enmarcadas de la familia. Hacía mucho tiempo que Ella había quitado las que tenían a Byron en ellas, así que ahora la mayoría eran de Aria y Mike, con una al azar de la antigua bisabuela de Aria, Hilda.- ¿Cómo te sentiste cuando descubriste el asunto de papá con Meredith?- preguntó.
            Ella gimió y se sentó de nuevo contra las almohadas.- Horrible. Quise huir también. Pero no lo hice.
            - Desde luego que no lo hiciste. Nos tenías a mí y a Mike.
            - también nos tienes a mí y a Mike.- Ella dijo firmemente.- Y a tu papá y a Lola. Todavía te necesitamos.- Se aclaró su garganta.- He oído otras cosas también, cariño.- Ella tomó las manos de Aria.-No estás pensando en… Lastimarte a ti misma, ¿o sí?
            Había lágrimas en sus ojos. Su voz era muy cariñosa. Aria bajó sus hombros, odiando esos estúpidos rumores suicidas.- Por supuesto que no.- Dijo suavemente.- Soy más fuerte que eso.
            - Eso pensé.- Ella dijo, su voz temblando un poco.- Sólo quería asegurarme.
            Aria se acurrucó en su hombro. La blusa de gasa de Ella olía a aceite pachuli. Acarició el cabello de Aria, como cuando ella era pequeña y estaba asustada porque pensaba que una anguila gigante vivía en su closet.
            - Siento lo de Noel, cariño,- su mamá dijo suavemente.- Sé que no ir a Holanda parece un contratiempo. Pero tú eres fuerte. Y no necesitas ir a algún país lejano para ser feliz. Puedes encontrar una asombrosa escena de arte aquí en Rosewood.
            Aria aspiro.- Sí, claro.- La idea de arte vanguardista en Rosewood era pintar manzanas en naturaleza muerta de rojo ligeramente apagado, las peras en un tono  verde ligeramente antinatural.
            - Creo que sé de algo que podría alegrarte. Hay una vacante para asistente de tiempo parcial en la galería. Si quieres el trabajo, es tuyo.
            Aria resistió la urgencia de reír. Su madre trabajaba en una galería de arte en Hollis que vendía paisajes monótonos y poco entusiastas de los viejos graneros de Pennsylvania y minuciosas pinturas de pájaros locales. A Aria le daba jaqueca cada vez que iba porque el lugar olía abrumadoramente a la tienda Yankee Candle que estaba al lado.
            - Te hará bien estar alrededor de personas,- Ella urgió.- Y trae tu portafolio— Tal vez Jim enmarque una de tus piezas y te dé un mini show.
            Quizás Ella tuviera un punto. Un trabajo le daría algo que hacer por las tardes— tenía muchas horas que llenar ahora que ella y Noel no estaban juntos. Y aunque Aria odiaba la idea de que alguien comprara sus pinturas y las pusiera al lado de un falso símbolo maléfico Amish, le gustaba la idea de vender sus pinturas.
            - Está bien, creo que puedo hacer eso,- dijo.
            - Genial.- Ella se paró, después se detuvo y miró a Aria otra vez.- ¿Y estás segura de que no tengo que preocuparme por el auto policía?
            Aria simuló estar interesada en las espirales psicodélicas del sofá.- Desde luego que no.- murmuró.
            - ¡Bien!- Ella fingió limpiar su frente.- ¡Tengo suficientes cabellos grises a cómo vamos!
            Aria logró una risa. Ella había usado la línea del cabello gris con los chicos desde mucho antes de que Aria fuera atormentada por A. Pero esta vez, estaba muy segura de que podría soportar su parte del trato. De ahora en adelante, no habría drama. No habría problemas. No habría mentiras.
            Y tal vez, ahora que A estaba fuera de sus manos, Ella conseguiría su deseo.



Capítulo 9 - Capítulo 11

domingo, 27 de abril de 2014

Deadly - Capítulo 9 - Bienvenida a Casa

Traducido por: Daniela
Corregido: Pilar y Brayan.

          Cerca de una hora más tarde, un oficial del FBI condujo a Emily de vuelta a la iglesia de Filadelfia donde había estacionado su auto para el funeral de Graham, dejando que Emily condujera las quince millas de vuelta a Rosewood sola.
        Sólo que no estaba sola. Mientras entraba a la autopista que conducía hacia los suburbios, miró por su espejo retrovisor. Un gran Escalade negro cambiaba de carriles cuando ella lo hacía. Fuji había instalado el equipo de seguridad inmediatamente, instruyendo a los guardas en que debían vigilar a las chicas todo el tiempo, veinticuatro horas al día. El guardia de Emily se había presentado como Clarence, tomando su mano en sus carnosas palmas y dándole una buena sacudida, luego le había entregado una tarjeta de negocios con su número de teléfono en ella. - Mi compañero o yo estaremos afuera día y noche, - dijo en un acento de New Jersey. - Pero si tienes miedo, siempre puedes llamarnos.
        Una gran sonrisa se dibujó en la cara de Emily y tamborileó alegremente en el manubrio. Si tienes miedo. ¿Cuántas veces había estado aterrorizada y no había tenido idea de cómo arreglarlo? Ahora podría lograr dormir una noche entera. Podría ir a trotar por su vecindario sin temer el ataque de un asaltante misterioso.
        Por supuesto, sentía una punzada de aprensión por todo lo que había ocurrido. La verdad había salido definitivamente a la luz, y Ali probablemente lo sabría pronto. Su potencial rabia era aterrorizante—especialmente dados sus antecedentes. Volver a hablar del pasado trajo el recuerdo de ver el cuerpo muerto de Gayle en su entrada. ¿Y si Ali le había hecho algo a Iris? Al menos el FBI la estaba buscando…pero, ¿y si Iris aparecía muerta?
        Emily tomó la salida a Rosewood por la 76 y aceleró por la colina hacia casa. Cuando iba entrando a su hogar diez minutos más tarde, su estómago dio saltos varias veces. ¿Y si de algún modo sus padres se habían enterado de que el FBI la había escoltado fuera del funeral? Fuji insistió en que mantendrían todo muy secreto, pero fuera de la iglesia estaban todos esos reporteros— ¿Podrían haber filtrado la historia? Realmente no tenía ganas de someterse a un interrogatorio.
        Nerviosamente prendió la radio en KYW, el canal de noticias local. Sobre el sonido del tecleo, la reportera leyó la última historia del momento. Un robo en el lado norte. El alcalde discutiendo los cortes de presupuesto. Un accidente en la Ruta Azul. Nada sobre actividad policial. Suspiró.
        Salió del auto y se dirigió al camino de entrada, cuidadosa de no tropezar con las azaleas recientemente plantadas de su madre. El interior de la casa estaba tranquilo. Había marcas en la alfombra que indicaban que acaba de ser aspirada, y la mesa del comedor estaba libre de polvo. Cuando Emily respiró olió fideos horneados. Era el plato favorito de su hermana Carolyn, pero no habían comido eso desde que se había ido a la Universidad.
        - ¡Emily, mira quien está aquí!
        Su madre entró al pasillo. Junto a ella, en una remera manga larga de Stanford y jeans negros, estaba la mismísima Carolyn.
        Emily parpadeó. La última vez que había visto a su hermana mayor fue el día antes de que fuera al hospital por su cesárea. Emily había estado agachada sobre el baño en el cuarto de pensión de Carolyn—su mareo mañanero había durado los nueve meses—y su hermana había estado de pie en el portal, mirándola con desdén. Emily no les había confesado la verdad a sus padres hace mucho, y sus padres la habían perdonado. Aunque dijeron que Carolyn iba a llamar y pedir perdón también, su hermana nunca lo hizo. A juzgar por la mirada ambivalente en su cara, no lucía como que quería hacerlo ahora tampoco.
        La Sra. Fields acercó a Carolyn. - Carolyn vino a casa a verte.
        Emily cuidadosamente dejó caer su mochila al piso de madera. - ¿En serio?
        Carolyn se encogió de hombros, un mechón de cabello rojizo-dorado cayendo en su cara. - Bueno, todos mis exámenes habían terminado. Y tenía un ticket, así que…
        - Así que ¡Sorpresa! – La Sra. Fields dijo apurada. - La familia tiene que mantenerse unida, ¿No estás de acuerdo, Carolyn? - la codeó otra vez. - Pásale a Emily lo que le trajiste.
        La boca de Carolyn tembló. Tomó una bolsa plástica y se la acercó a Emily. La mano de Emily tocó algo de algodón. Era la misma remera de Stanford que Carolyn estaba usando.
        - Gracias, - Emily murmuró mientras sostenía la remera en su pecho.
        Carolyn asintió tensamente. - Es un color que te queda bien. Y supuse que te quedaría ahora que… - dejó de hablar, pero Emily sabía lo que iba a decir. Ahora que no estás embarazada.
        - ¡Bien! - La Sra. Fields dio un aplauso. - Las dejaré solas para que se pongan al día. – Le dio una sonrisa alentadora y esperanzadora a Carolyn y luego desapareció en la cocina. Emily se hundió en un sillón en el living, nerviosa.
        Carolyn se mantuvo de pie, la boca chueca. Miraba en blanco a una foto de un granero que colgaba en el recibidor como si nunca lo hubiera visto, a pesar de que probablemente había estado colgado allí por quince años. - Me gusta mi remera, - Emily dijo, acariciando la remera de Stanford en su regazo. - Gracias otra vez.
        Carolyn la miró. – De nada.
        Lucía absolutamente torturada. Emily cruzó y descruzó sus piernas. Esto se sentía como un desastre. ¿De qué iban a hablar? ¿Por qué su mamá había forzado esto? Y en serio, ¿Carolyn aún estaba enojada? Tenía que superarlo.
        - Puedes subir si quieres, - Emily dijo. Las palabras salieron más amargas de lo que quería. – No es necesario que estés conmigo.
        La boca de Carolyn se apretó. - Estoy tratando de hacer un esfuerzo, Emily. No tienes que estar tan enojada.
        - ¿Yo estoy enojada? - Emily apretó los brazos del sillón. Luego suspiró. - Está bien. Quizás estoy un poco enojada contigo. Por la millonésima vez, lo siento por haber forzado que guardes mi secreto—no debí hacerlo. Pero desearía que lo hubieras manejado de otra manera.
        Los ojos de Carolyn se iluminaron. - Te recibí. - Dijo cuchicheando. - Te daba pases para el comedor. No le conté a mamá. ¿Qué más querías?
        El corazón de Emily latía más y más rápido. - Odiaba llegar a casa a tu dormitorio. Y estaba embarazada—esa AeroBed era tan incómoda.
        - Nunca te quejaste, - Carolyn dijo exasperadamente.
        - ¡No sentía que pudiera hacerlo! - Emily exclamó. - ¡Me hiciste sentir tan poco bienvenida! - de repente, se sintió exhausta. Se levantó y partió hacia las escaleras. - Olvídalo. Yo me iré.
        Puso su mano en la baranda, luchando contra las lágrimas. Justo cuando tocó el primer escalón, Carolyn le tocó el brazo. - No. ¿Está bien? Estás siendo tonta.
        La columna de Emily se puso tensa. No se sentía tonta. Cinco minutos más, decidió Emily. Si su hermana continuaba siendo perra, definitivamente, definitivamente iba a encerrarse en su cuarto.
        Se sentó en el mismo sillón. Carolyn se sentó frente a ella. Pasaron unos segundos. Se oían ollas en la cocina. Cuchillería sonando.
        - Estás en lo cierto. Simplemente no supe cómo manejar el último verano, - Carolyn dijo finalmente. - Tenía miedo por ti y el bebé. No quería pensar en él como un bebé. No podía encariñarme—parecía muy difícil.
        Emily se mordió el labio. - Si, bien. - No sonaba como una muy buena excusa.
        Carolyn bajó su mentón. - Te oí llorando en medio de la noche tantas veces…
        Emily miraba ausentemente las figuras Hummel que su madre coleccionaba en el gran gabinete en el rincón. Recordaba haber llorado demasiado bien. Al menos había tenido a Derrick, su amigo quien trabajaba con ella en el restaurant de comida marina en Penn’s Landing. Él servía como una especie de sustituto de Carolyn.
        - Se supone que ella debería ser familia, - ella se quejaba con él una vez. - Pero no puede ni siquiera mirarme. La otra noche, ella estaba al teléfono pasado de las una y media, conmigo en el piso junto a ella. Estaba tan cansada, y ella lo sabía, pero no colgaba.
        - ¿Por qué no te quedas conmigo? - Derrick había ofrecido. - Yo dormiré en el sofá. Está bien.
        Emily lo miró. Derrick era tan alto que cuando se sentaba en la banca, sus largas extremidades se doblaban de una rara forma similar a un insecto. Él la estaba mirando tan atenta y generosamente desde detrás de sus gafas.
        Había considerado tomar su oferta, pero luego se encogió de hombros. - No. Probablemente ya estoy haciendo miserable tu vida al contarte todo esto. - Lo besó en la mejilla. - Pero eres dulce.
        Ahora, Carolyn suspiró. - Las cosas con las que estabas lidiando eran intimidantes.
        Emily asintió. No había duda de ello. - ¿Entonces por qué estás aquí ahora? ¿Por qué no quisiste quedarte lejos?
        Carolyn miró a otro lado. - Recibí una carta. Tenía miedo de que si no venía a casa esta vez, sería muy tarde.
        Un escalofrío subió por la espalda de Emily. - ¿De qué estás hablando? ¿Quién te escribió una carta?
        - No lo sé. Solo estaba firmada como Un Amigo Preocupado. - La garganta de Carolyn tembló. - Decía que parecías muy triste y que podrías hacer algo...irracional. - Sus pestañas se movieron rápido. - Tenía miedo de no volver a verte.
        La piel de Emily picaba. No era la primera vez que ella oía sobre los rumores suicidas, pero una carta parecía un tanto extremo. - Un montón de cosas tristes me han ocurrido, pero estoy bien realmente, - le aseguró a Carolyn.
        Su hermana no parecía convencida. - ¿Estás segura?
        - Por supuesto que estoy segura. - La garganta de Emily se trancó, sabiendo que tenía que escoger las próximas palabras muy cuidadosamente. - Pero me gustaría ver la carta. ¿Aún la tienes?
        La frente de Carolyn tembló. - La tiré. No podía soportar que esté en mi cuarto.
        - ¿Estaba escrita a mano? ¿Tenía un sello?
        - No, estaba escrita en computador. No recuerdo de dónde venía - Carolyn la miró con curiosidad. -¿Sabes quién la podría haber escrito?
        Emily pasó su lengua por sus dientes. Un Amigo Preocupado. ¿Ali? ¿Su ayudante? ¿Quién más podría ser?
        La Sra. Fields asomó su cabeza al pasillo. - ¡La cena está lista! - dijo.
        Emily y Carolyn se volvieron hacia la cocina. El corazón de Emily seguía latiendo rápido por la pelea, pero al menos todo estaba finalmente revelado. Echó un vistazo a Carolyn mientras caminaron por el pasillo. Carolyn le dio una pequeña y dudosa sonrisa. Cuando Emily se acercó a ella y estiró sus brazos para un abrazo, Carolyn no se alejó. El abrazo fue algo tenso e incómodo, pero se sentía como un paso en la dirección correcta.
        La Sra. Fields pasó los platos. Entonces, algo afuera de la ventana llamó la atención de Emily. El SUV negro estaba estacionado junto a la cuneta. Clarence estaba en el asiento delantero, leyendo el periódico. Un auto pasó y el bajó el periódico y lo observó hasta que dobló en la esquina.
        Nadie de la familia de Emily lo notó allí. Eventualmente lo harían—Emily tendría que decirle a Clarence que se estacione en un sitio más aislado. Pero por ahora, apreciaba la pequeña distancia. Quédate afuera, Clarence le estaba diciendo a Ali, quien seguramente estaba observando. Desde ahora, está fuera de tu alcance.
        Eso también se sentía como un paso en la dirección correcta.



viernes, 25 de abril de 2014

Deadly - Capítulo 8 - Confesándose

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Traducido por: Daniela
Corregido por: Pilar y Brayan.


           Spencer había estado sentada en una sala de retención en la oficina sucursal del FBI por más de una hora ya. La habitación era pequeña y sombría, con una mesa astillosa y absolutamente nada para hacer—le habían quitado el teléfono y la cartera—excepto ir y venir. El único objeto allí era un vaso plástico que había tenido agua en algún momento. Un calefactor hacía ruido en el techo. Todo el lugar olía vagamente a Popsicles de uva.
            Paseó otra vez alrededor de la sala, su mente daba vueltas. No entendía por qué el Oficial Gates la había traído al FBI. ¿Su crimen no debería ser manejado por la policía local? ¿O la posesión de drogas era un asunto mayor? ¿Y si la llevaban a la prisión federal? Cerró sus ojos, viendo su futuro en Princeton irse por el drenaje. Por supuesto que esta era la próxima jugada de Ali. Había sido una idiota por no anticiparlo.
            La puerta se abrió, y Spencer puso atención. Aria apareció. El Oficial Gates y un hombre con FBI escrito en su chaqueta en hilo azul empujaron a Hanna y a Emily hacia el interior también.
            A también las había atrapado.
            Gates miró a Emily y a Hanna. - Vacíen sus bolsillos y entréguenme sus carteras. Quiero sus llaves, teléfonos, y cualquier otro ítem personal.
            Hanna y Emily hicieron lo que les dijeron. Aria solo se encogió de hombros, aparentemente ya despojada de sus pertenencias. Entonces los agentes les pasaron vasos con agua y salieron de la sala. La puerta metálica se cerró con un clunk.
            Todas se dejaron caer a la mesa. Spencer tocó la mano de Emily. - ¿Jordan? ¿O Gayle? - preguntó en voz baja.
            Emily ladeo su cabeza. - El FBI sabe que estuve en contacto con… - Se apagó. - ¿Y si me preguntan dónde está?
            - ¿Sabes dónde está? - Spencer susurró.
            Emily estaba a punto de contestar, pero entonces Spencer le tomó el brazo y miró alrededor. Pueden estar escuchando, dijo con la boca pero sin emitir sonido. Un espejo colgaba de una lejana pared. Hasta donde sabía, los agentes podían estar observando desde el otro lado.
            Emily acercó su silla y susurró al oído de Spencer. - No sé dónde está.
            Aria puso sus manos alrededor de su boca y también dijo suavemente - Bueno, al menos no serás extraditada. Puede que yo pase los próximos veinte años en una prisión islandesa por colarme, entrar y ayudar—a pesar de que la pintura era falsa.
            Hanna puso su cabello alrededor de su cara y dijo en voz baja, - Chicas, ¿y si la prensa se entera de por qué estamos aquí? - sus ojos brillaban con lágrimas. - Va a arruinar la campaña de mi papá.
            - Mi mamá estaba allí cuando la policía vino por mí. - Spencer pensó en la horrible escena en la casa. - Debieron haber visto su cara.
            Emily miraba inquietamente de un lugar a otro. - ¿Por qué ahora?
            Aria apoyó su cabeza en la mesa. - Quizás estoy siendo castigada por tratar de sacarle respuestas a Noel.
            - No, es porque yo fui a La Reserva, - Emily insistió. Spencer la miró, sorprendida. Emily la puso al corriente.
            - Quizá es porque le conté a Mike, - Hanna murmuró.
            Spencer sintió un nudo en su garganta. - Yo también soy culpable. Ubiqué el edificio de esa foto del video de vigilancia. El que tenía a Ali en él.
            La cabeza de Hanna se levantó rápidamente. - ¿Lo hiciste? ¿Qué ocurrió? - Su voz subió de volumen, y se puso la mano en la boca para callarse.
            - ¿Por qué no dijiste nada? - Aria dijo susurrando.
            Spencer se encorvó y miró a las otras. - Ali no estaba allí. No creo que alguna vez haya estado allí. Supongo que todo el tiempo fue una trampa.
            - Nunca debimos habernos dedicado a nada de esto, - Emily chilló. - Noel no fue suficiente castigo—Ali necesitaba hacernos pagar a nosotras. Y tenía todas las municiones que necesitaba.
            - Supongo que perdimos la perspectiva de todo lo que A sabía sobre nosotras, - dijo Aria suavemente.
            Spencer miró a su alrededor. - ¿Pero por qué estamos aquí, en el FBI? Digo, sí, Emily y Aria, tiene sentido para ustedes. ¿Pero por qué nos trajeron a todas aquí? ¿Por qué estamos en la misma sala?
            Emily se picó su uña. - Bueno, tú sabes quién trabaja para el FBI. Fuji.
            Spencer presionó su lengua con fuerza contra su paladar. Jasmine Fuji era una agente del FBI quien había estado haciéndoles preguntas a las chicas sobre la muerte de Tabitha Clark. ¿Jamaica? dijo con la boca sin emitir sonido.
            Aria miró a su alrededor nerviosamente. - Quizás se enteraron sobre...ya saben. - Dibujó una T en la mesa con su dedo. T de Tabitha.
            - Quizás Ali les dijo, - dijo Emily.
            - Pero tenemos pruebas de que no lo hicimos, - dijo Hanna. - Ali nos envió un mensaje y dijo que ella la asesinó. Simplemente se los mostraremos.
            - ¿Cómo podríamos? - dijo Emily con sus ojos llenos de miedo. También dibujó algo en la mesa con su dedo. La letra A.
            Spencer sabía a qué se refería. Si hablaban sobre A; A podría herir a alguien más.
            Aria se sentó de vuelta en la silla, haciéndola crujir. - Desearía que hubiera un modo de hablar pero mantenernos protegidas. Además del programa de protección de testigos.
            Spencer se humedeció los labios. - Podríamos pedir inmunidad, - susurró. - Hacerles prometer que nos protegerán si hablamos sobre A.
            Emily parecía nerviosa. - Pero, ¿y si dijeran que no...Y luego nos manipulan y nos sacan la verdad de todos modos?
            - ¿O si dicen que nos protegerán pero no lo hacen? - Aria preguntó.
            -Sí, no creo que eso suene como un buen plan, - dijo Hanna, mordiéndose una uña.
            - Es un buen plan, - insistió Spencer. - Lo veo en La Ley y el Orden todo el tiempo.
            Se escucharon pasos en el pasillo acercándose. Entonces la puerta se abrió y una mujer entró. Todas saltaron. - Hola, chicas, - una voz fresca y familiar dijo.
            Era la Agente Fuji. Cerró la puerta tras ella. Spencer tragó saliva. Esto era sobre Tabitha.
            El cabello negro de Fuji estaba liso, como siempre, pero había algo en su cara que parecía cansancio. Cuando sacó una silla para sentarse, una de sus uñas se quebró. - Hablemos, - dijo. Fuji miró a cada una de ellas mientras se sentaba.
            Ninguna dijo una palabra. El cabello de Hanna colgaba en su cara. Aria se secó las lágrimas con su manga. Spencer se había sacado toda la piel del lado de su uña del dedo pulgar. Se preguntó si Fuji lo habría oído todo.
            La Agente Fuji se acomodó en su silla e hizo sonar sus llaves. Su llavero tenía una foto de un terrier West Highland  con cintas rosas en su cabello. Spencer no había clasificado a Fuji como el tipo de persona que le gustaran los perros.
            Afuera, otra puerta se cerró. Un teléfono sonó. Un calefactor se prendió con un ruido. - Está bien, -  dijo Fuji finalmente. - Chocar y escapar. Asistir e instigar. Salir con una fugitiva. Y robo internacional de arte. ¿Todo sale a la luz de una vez? Parece una terrible coincidencia. Ustedes chicas podrían enfrentar mucho tiempo en prisión. Esto va a arruinar la campaña de tu padre, Hanna. Si las han aceptado en universidades, probablemente les retirarán las ofertas. Están arruinando sus vidas. ¿Si quiera pensaron en eso?
            Ninguna se atrevió a mirar a Fuji. El corazón de Spencer latía con fuerza en su pecho.
            - He estado trabajando con las fuerzas policiales locales y del estado en este caso Clark, y creo que hay cosas que también me están ocultando al respecto. - Fuji juntó sus manos. - Mejor comiencen a hablar—sobre algo.
            Hanna se acomodó. Aria se secó otra lágrima de la mejilla. Spencer aclaró su garganta y miró por la mesa. - Anderson Cooper, - dijo en una voz tranquila y pareja. Su código secreto para Ali.
            - Spence, no lo sé. - Aria lucía dolida.
            Hanna tragó saliva. - Sí, quizás debamos—
- Tenemos qué, - Spencer interrumpió. - Es el único modo. Sólo confíen en mí en esto.
            Todas cerraron la boca. Fuji las miraba, esperando. Entonces Aria suspiró. - Bueno. Hagámoslo.
            Luego de un momento, Hanna asintió muy sutilmente. Emily también. Spencer miró por la sala, viendo las cosas por última vez antes de confesar sobre Tabitha. Antes de que sus vidas, posiblemente, cambiasen para siempre. Pero ella sabía que era lo correcto. Se estaban ahogando por sí solas. Necesitaban ayuda.
            Se inclinó y miró a Fuji. - Mire. No estamos diciendo que lo que hicimos estuviera bien, pero lo arruinamos, y lo lamentamos. Pero hay razones por las que no hemos confesado. Y tenemos más información sobre Tabitha, pero no hemos podido decirles.
            - ¿Por qué no? - Fuji preguntó bruscamente.
            - Porque no ha sido seguro, - Spencer explicó. - Estamos siendo amenazadas. Lo que sabemos es muy, muy peligroso. Entonces si decimos algo, queremos algo a cambio.
            - Continúa. - Fuji juntó sus manos. - Estoy escuchando.
            - Necesitamos estar seguras de que nos mantendrán a salvo, - Spencer dijo firmemente. - No queremos que nada nos ocurra ni a nosotras ni a nuestras familias.
            Fuji asintió. - Muy bien. Podemos arreglar eso.
            - Y también queremos que se nos retiren los cargos. Todo lo que hicimos—las drogas, el robo, la comunicación secreta con la fugitiva, y el accidente—necesita ser eliminado de nuestros registros.
            - ¡Spencer! - Emily gritó.
            Aria se cubrió los ojos.
            Pero Spencer no pidió perdón o abandonó la petición. Adoptó la táctica que usaba cuando solía jugar en hockey sobre césped: observa a tu oponente durante el enfrentamiento. No dejes que te vean sudar. No te eches para atrás. - Eso es lo que queremos. ¿Puedes hacer eso por nosotras?
            Fuji fue la primera en parpadear. - Está bien. Pero lo que sea que tengas, mejor que sea bueno.
            Spencer tomó aire. No había pensado que Fuji realmente fuera a aceptar.
            Entonces explicó lo que sabían, incluyendo el cómo empujaron accidentalmente a Tabitha por el balcón pero que no la mataron. A pesar de eso, no podían decirle la verdad a nadie por cómo se veía. Y porque alguien las estaba amenazando.
            La Agente Fuji puso sus manos en forma de carpa. - ¿Entonces hay otro A?
            Emily miró a las otras. - Más de uno, creemos.
            Fuji juntó sus manos. - ¿Y quién creen que puede ser su acechador?
            Otra vez, todas intercambiaron miradas. Aria aclaró su garganta. - Alison, - dijo en voz alta.
            Fuji entrecerró sus ojos. - Ya veo.
            Spencer se lanzó a dar una explicación de exactamente por qué pensaban que A era Ali y cómo encajaban las piezas. - Espera un momento, - la Agente Fuji interrumpió, cuando llegaron a la parte del bebé de Emily. - ¿Creen que Alison mató a Gayle Riggs?
            Spencer asintió.
            Fuji entrecerró los ojos enfáticamente. - Pero en las notas policiales, ustedes dijeron que sonaba como que A había hablado con la persona que le disparó.
            - Exacto, - Emily dijo. - Oímos a Gayle hablándole a alguien. Algo como, ¿Qué estás haciendo tú aquí? Y entonces fue el disparo.
            La frente de Fuji se arrugó. - ¿Entonces quizá Gayle conocía a Alison?
            - Quizás, - dijo Spencer. - O quizás conocía a su ayudante.
            Las chicas se miraron entre sí. - Teníamos un montón de teorías, - dijo Spencer. - Graham Pratt por un tiempo. Y luego Noel Kahn.
            - ¿Noel? - Fuji ladeó la cabeza. - ¿Qué tiene que ver él con esto?
            Spencer abrió su boca para explicar, pero Aria le tomó el brazo. - Fue una pista falsa, - dijo rápidamente. Una mirada  que decía No delatemos a Noel ahora mismo pasó velozmente por su cara. Spencer solo se encogió de hombros.
            - Esto es realmente serio, chicas, - dijo Fuji. - Estamos hablando de un asesino serial. Agradezco que finalmente me dijeran esto—no hay modo de que puedan manejar esto por sí solas, y no deberían tener que hacerlo.
            Nadie habló. Spencer contuvo el aliento.
            - Con su permiso, me gustaría guardar sus teléfonos. Quiero mirar todos estos mensajes que A ha enviado. Hay maneras de rastrear de qué teléfono están siendo enviados, incluso de qué parte del área de Filadelfia.  También denme cualquier otra evidencia en la que puedan pensar. Cosas que estas personas puedan haber tocado. Lugares donde puedan haber estado. Necesitamos cada tip que puedan tener.
            Spencer se iluminó. - Creo que Ali y su ayudante destrozaron la casa modelo de mi padrastro.
            Fuji asintió. - Quizás haya huellas digitales.
            - También me preocupa que Ali pueda haberle hecho algo a una chica llamada Iris Taylor, - añadió Emily, explicando que Ali había conocido a Iris y que Iris se había perdido luego de que Emily le había hecho preguntas.
            Fuji escribió Iris en un cuaderno. - La buscaremos.
            Hanna levantó, indecisa, una mano. - Tenemos un montón más de mensajes, pero tendremos que sacarlos de nuestros teléfonos antiguos en casa. Cambiamos teléfonos cuando nos enteramos de que A nos estaba rastreando.
            - Un montón de mensajes ni siquiera están en nuestros teléfonos, - Spencer añadió, pensando en la primera misiva que habían recibido de este A. Había sido una postal dentro del buzón de Ali— ¡Jamaica es hermosa en esta época del año! Qué pena que nunca más puedan volver.
            - Está bien, - Fuji dijo. - Reúnan todo y tráiganmelo tan pronto como puedan. En cuanto a seguridad, tienen mi promesa personal de un equipo de seguridad veinticuatro/siete para ustedes—y sus familias—hasta que acabemos el caso. A ya no podrá llegar a ustedes.
            Aria parpadeó. - ¿Entonces de verdad nos dejarán ir?
            Fuji asintió. - Hablaré con mis compañeros en la policía estatal y les diré que sus cargos fueron retirados.
            - ¿Entonces mi papá no sabrá de esto? - dijo Hanna.
            Las manos de Emily temblaban. - ¿No estoy en problemas con el FBI?
            - Lo que me dieron es muy importante. Necesito mantener mi parte del trato, - dijo Fuji mientras se paraba. - Sin embargo, si reciben otro mensaje de A, quiero que me lo transmitan a mí inmediatamente. Pero les pido que no le digan a nadie lo que estamos haciendo o por qué tienen un equipo de seguridad. Mientras menos gente lo sepa, mejor.  ¿Está claro?
            - Sí, - dijeron todas al mismo tiempo, aunque entonces Hanna levantó una mano.
            - Mi novio sabe, - admitió. - Él como que lo adivinó.
            Fuji hizo un gesto de dolor. - Bueno, él estará bajo seguridad porque es el hermano de Aria. - Miró a su alrededor. - A, Alison, quien sea este, es el asesino de Tabitha. El asesino de Gayle. El asesino de Graham y de Kyla. Obviamente es peligrosa. Yo personalmente lideraré este equipo—y créanme, habrá un equipo en esto. Trabajaremos día y noche para averiguar lo que está ocurriendo. Quien quiera que sea, no es más inteligente que todos nosotros. Los atraparemos.
            Todas se intercambiaron otra mirada. - Dios mío. - dijo Hanna. - Eso suena…
            - Genial, - suspiró Emily.
            Se miraron entre sí incrédulas. Spencer miró a Fuji, y la agente le dio una pequeña y genuina sonrisa, la primera sonrisa que Spencer había visto de ella. Una sensación deliciosa bajó por su espalda. ¿Podría finalmente, finalmente haber acabado? ¿Alguien iba a ayudarlas de verdad?
            Las chicas se levantaron y se abrazaron con fuerza. Ya no tenían que manejar esto por sí solas. No tenían que mirar por encima de sus hombros o congelarse cuando oían un paso o una rama quebrarse o sobresaltarse cuando sus celulares sonaban. No tendrían que merodear por allí teniendo conversaciones secretas en lugares oscuros, temiendo todo el tiempo que Ali estuviera escuchando.
            Spencer echó hacia atrás su cabeza y rio. Se sentía genial, de repente, tener poder. Si tan solo Spencer supiera cómo localizar a Ali ahora, le enviaría un mensaje anónimo de su parte: Toma eso, perra.