lunes, 30 de diciembre de 2013

Crushed - Capítulo 17: Y el ganador es...

Traducido por: Daniela.
Corregido por: Brayan, Maite.

            La mañana del miércoles, solo tres días antes del baile de graduación, todos los alumnos de cursos mayores se reunían en el auditorio. Las chicas estaban enviando mensajes de textos y jugando Plantas vs. Zombies y un grupo de chicos de teatro cerca de la salida izquierda estaba interpretando una escena de un duelo de la obra Macbeth, la cual la escuela había presentado el mes pasado. Un gran letrero sobre el escenario decía REY Y REINA DEL BAILE DE MAYO. Dos coronas de apariencia ancestral, de oro plateado, y con joyas falsas, que eran usadas para adornar las cabezas de los reyes y reinas de años anteriores, esperaban sobre una mesa. Dos cetros de realeza, los cuales el rey y la reina llevaban al baile, esperaban en el escenario también. Las votaciones habían ocurrido esa mañana, y Rosewood Day había hecho el recuento inmediatamente. La asamblea estaba punto de anunciar a los ganadores.

            Hanna estaba sentada con los otros candidatos sobre el escenario, su corazón iba a un trillón de millas por hora. Miró a su alrededor al auditorio llenándose. ¿Dónde diablos estaba Mike? Él no se perdería esta asamblea, ¿o sí? Ella lo había visto antes del primer periodo esta mañana, así que sabía que él no estaba enfermo.

            Luego miró a Chassey Bledsoe a dos taburetes de distancia. Chassey seguía mirando a la multitud, entregándoles sonrisas llenas de esperanza y gracia a todos. Luego Chassey se volvió hacia Hanna, y sus ojos se iluminaron. - ¿Estás emocionada? – Preguntó, su voz temblaba ligeramente.

            Hanna asintió como respuesta. Estaba muy alterada y asustada como para responder. Todos esos días de no-hacer-campaña le pesaban. ¿Y si Chassey ganaba? ¿Podría superarlo alguna vez?

            Noel, quien estaba sentado junto a Hanna, estiró sus brazos tras su cabeza y bostezó ruidosamente. Hanna se volvió hacia él. – no pareces muy nervioso.

            Noel se encogió de hombros. – Esto no es tan importante para los chicos. – Luego sus facciones se volvieron serias. – Oye, ¿sabes lo que ocurre con Aria?

            Hanna parpadeó. - ¿A qué te refieres?

            - Está actuando…rara – Se estiró la manga de su blazer de Rosewood Day. – Pensé que estaba interesada en lo de ser la presidenta del comité de decoración, pero es casi como que está enojada de que le conseguí ese trabajo.

            Hanna se sentó hacia atrás. – ¿ le conseguiste ese trabajo? – Aria no les había dicho eso.

            Noel asintió. - ¿Ha dicho algo sobre por qué no lo quiere?

            Hanna estudió sus uñas, evitando su mirada. – Quizás solo se siente abrumada.

            - Eso es lo que ella dice, pero yo creo que hay otra razón. – Noel miró a la multitud. – Está actuando tal como actuaba cuando volvimos de Islandia.

            Cada músculo en el cuerpo de Hanna se inmovilizó al oír las palabras de Noel. ¿A que estaba llegando? Spencer y Emily habían compartido su teoría de que el ayudante de Ali era un chico, y ella estaba de acuerdo. Y bueno, Noel era un chico. Un chico que ya sabía demasiado por su asociación con Aria. ¿De qué sería capaz?

            Con cada día que pasaba, más recuerdos sobre Noel resurgían en su mente. En sexto grado, después de que Scott Chin insinuara que Noel y Ali estaban llegando a besarse, Hanna se obsesionó de manera extraña con espiarlos. Durante la segunda semana de escuela, cuando se suponía que ella debería estar en clase de música, miró por la ventana y notó dos cabezas corriendo hacia el patio de juegos. Una de ellas era Ali, y la otra de ellas, era Noel.

            Tomó el pase para ir al baño y se escabulló. ¿Qué harían al besarse? ¿Cerrarían sus ojos o los mantendrían abiertos? ¿A dónde irían sus manos? Cuando—si es que—Hanna alguna vez besara a alguien, quería estar lista.

            Pero cuando subió la colina hacia el patio de juegos, ellos estaban sentados el uno al lado del otro en los columpios. La cabeza de Ali estaba baja, y Noel tenía su mano en la espalda de ella. Luego de un momento, Hanna se dio cuenta de que ella estaba llorando. Eso fue aún más shockeante que verlos besarse—ella había asumido que Ali jamás en su vida había llorado.

            - No puedo creer que esto esté ocurriendo. – Hanna escuchó a Ali decir.

            - Estará bien – Noel había respondido. – Lo prometo.

            Hanna no había tenido idea de qué estaban hablando en ese momento. Pero ¿Y si había tenido algo que ver con su hermana gemela? Courtney, Su Ali, aún estaba en Radley en ese entonces, pero el cambio había ocurrido solo días después. Quizás Ali se había enterado de que Courtney venía de vuelta. Quizás estaba preocupada. Y quizás había confiado todo a Noel.

            Y quizás, solo quizás, Noel le había prometido ayudarla—de cualquier modo posible.

            Todos en el auditorio comenzaron a aplaudir cuando el Director Appleton subió al escenario. Hanna parpadeó y se salió de sus recuerdos. Las chicas del comité del baile de graduación los siguieron. Aria iba de las últimas, se veía inquieta, incómoda, y fuera de lugar junto a la las clones de cabello liso, labios brillantes, y portadoras de carteras Tory Burch. Hanna trató de hacer contacto visual, pero Aria no estaba mirando en su dirección.

            Appleton tomó el micrófono. – Es tiempo de anunciar al Rey y la Reina de Mayo.

            El corazón de Hanna comenzó a martillear. Miró a su alrededor en busca de Mike otra vez pero aún no podía encontrar su cabeza de cabello oscuro.

            Appleton sacó un sobre blanco brillante de su bolsillo interior de su blazer y lo abrió con su uña. Tuvo mucho cuidado en desdoblarlo y entonces tuvo que tomarse unos segundos para ajustarse los lentes. ¡Sigue! Hanna quería gritar.

            - Primero, el rey. – Appleton ajustó el micrófono y se escuchó un chirrido a través de los parlantes. – El ganador es… ¡Noel Kahn!

            Todos se animaron. Noel se levantó y caminó hacia el podio, sonriéndoles a todos con una sonrisa que decía “Soy genial y lo sé”. Hanna miró a Aria. Ella estaba aplaudiendo, pero había algo apagado en su expresión. Hanna volvió a pensar en que Aria no les había dicho que Noel le había conseguido el trabajo de jefa del comité de decoración. ¿Era eso todo lo que no les había dicho?

            Luego de que fue puesta la corona sobre la cabeza de Noel y los aplausos se terminaron, Appleton dio la cara a los estudiantes una vez más. – Y ahora, el nombre que todos estaban esperando: la reina del baile. – Miró a las luces brillantes. – La Ganadora es…

            Las luces quemaban la frente de Hanna. Una gota de sudor corrió por su espalda. Miró a la multitud. Los ojos de todos estaban en el escenario. Un trillón de pensamientos chispeaban por su cabeza a la vez, y ninguno de ellos tenía algo que ver con A: ¿Se veía sonrojada y nerviosa, o serena y genial? ¿Y si ganaba? ¿Y si no?

            - ¡Hanna Marin!

            Hanna puso una mano sobre su boca para controlar un grito de emoción. La audiencia aplaudió ruidosamente. Cuando se levantó para estrecharle la mano a Appleton, sus piernas temblaron. De repente, una mano tomó su brazo. – Felicidades, - dijo una voz. – Serás la reina perfecta.

            Los ojos de Chassey estaban goteando, pero había una amplia sonrisa en su rostro, como si realmente estuviera agradecida por Hanna.

            - Gr-gracias – Hanna tartamudeó, siendo pillada con la guardia baja. La mayoría de los postulantes hablaban basura del ganador. Era prácticamente una ley.

            Se dio vuelta y se dirigió al podio. Con un snap, cientos de globos azules y blancos cayeron de una red en el techo y cayeron sobre su cabeza. Los alejó, riendo. La multitud rugía. Las chicas del comité del baile sonreían. Aria se acercó y abrazó a Hanna.

            Mientras Hanna se dio vuelta y aceptó la corona, el cetro, e incluso una pequeña capa de lana falsa color azul real para sus hombros, todos sus problemas se desaparecieron. Por un brillante segundo, ella era la reina del baile y nada más—no una guarda-secretos, no una víctima, no una asesina incriminada. A no podía tocarla. Su vida era simple y encantadora, y absolutamente perfecta.

            La asamblea se suspendió, y Hanna caminó por el pasillo recibiendo centenares de felicitaciones. Cuando alguien tomó su mano al final del auditorio, asumió que era otra persona que le iba a dar buenos deseos. Una mujer en traje azul oscuro la miraba con los ojos fruncidos, sus ojos duros como piedra y afilados. Un grito se congeló en la garganta de Hanna. La Agente Fuji.

            - Felicitaciones, Hanna – La Agente Fuji dijo suavemente. – No quiero arruinar el momento, pero tengo unas pocas preguntas más para ti, y tú eres una chica difícil de encontrar. ¿Te molestaría si me paso por tu casa la tarde de mañana, quizás como a las cuatro y media?

            El labio inferior de Hanna tembló. ¿Por qué Fuji querría volver a hablar con ella? – Y-yo probablemente tendré que hacer cosas para ser Reina del baile mañana después  de clases.

            - Estoy segura de que pueden hacerse a un lado, solo tomará pocos minutos, lo prometo. – Una rara sonrisa atravesó la cara de Fuji. – Además, tú quieres sacar todo esto del camino antes del baile, ¿o no? – se ajustó el tirante de su maletín más arriba en su hombro y asintió a Hanna.  - ¡Nos vemos entonces!

            Y luego se fue. Hanna la miró irse, su corazón latía con fuerza. Pero repentinamente, algo se le ocurrió: La agente Fuji dijo que iba a ir a encontrarse con ella en su casa… pero ella no había dicho en cual casa. Todo lo que Hanna tenía que hacer era ocultarse en el centro comercial por unas horas. Cualquier casa desde la que llamara la Agente Fuji para saber dónde estaba, ella solo diría que estaba en la casa de su otro padre ese día.

            Era brillante. El ánimo de Hanna subió otra vez, y ella prácticamente iba saltando por el pasillo. Hasta que se dio cuenta: Las reinas de baile recientemente coronadas no saltaban, ellas se deslizaban. Lo que era exactamente lo que hizo.

           
            Más tarde ese día, Hanna seguía deslizándose. Pero esta vez era por el pasillo de la clínica de quemaduras con una botella de Mr. Clean balanceándose en su mano.

            - Voy a ser reina del baile, - cantó melódicamente, pausando en el medio del pasillo para hacer una pirueta. Pensó en las ventajas que las otras reinas de baile habían disfrutado. La foto de la reina del año pasado, Angélica Anderson, estuvo en la sección de estilo del Centinela de Filadelfia. El periódico incluso entrevistó a Angélica sobre su vestido de baile y sobre su día previo al baile, como si ella fuera una chica importante en una noche de Oscares. ¿Hanna también tendría esa oportunidad?

            Miró a la habitación de Graham. Hoy él estaba durmiendo tan pacíficamente que casi parecía muerto. Pero incluso eso no bajó su ánimo.

            - Alguien está feliz de estar en la labor de las bacinillas.

            Hanna levantó la vista. Kyla descansaba en su camilla en el mismo sitio en el pasillo donde había estado el otro día. Habían vendas nuevas en su cara, y se había sacado sus calcetas, revelando uñas de sus pies pintadas color coral. El verano pasado antes de que Mona se convirtiera en A, había estado obsesionada con el mismo tono.

            - ¡Hey! – Hanna dijo emocionada, sorprendida y complacida por lo emocionada que estaba de verla. – Acabo de obtener las mejores noticias en la escuela. – Se dejó caer en una silla de metal junto a la cama de Kyla. – ¡Fui elegida reina del baile!

            - ¿En serio? – Kyla chilló. Alcanzó la mano de Hanna. Esta vez, Hanna la dejo sostenerla. - ¡Eso es increíble!

            - Lo sé, - Hanna dijo efusivamente.

            - Y apuesto a que tienes una cita súper linda también, ¿huh? – Kyla preguntó, levantándose a sí misma un poquito en la cama. – Eres tan afortunada.

            Hanna se enrojeció. – Iré con mi novio. Y, sí. Él es bastante lindo.

            Kyla se emocionó. - ¡Suéltalo! ¿Cómo se ve? ¿Por cuánto tiempo han estado saliendo? Quiero saberlo todo.

            Hanna sintió otra avalancha de placer al ver el interés de Kyla. – De hecho estoy enojada con él ahora mismo, - admitió. – Él se perdió la asamblea donde anunciaron que yo gané. Va a tener que darme un masaje en la espalda por horas para compensarlo.

            Kyla cloqueó su lengua. – Te mereces algo mejor que eso.

            - Lo sé. – Hanna rodó sus ojos. – Pero normalmente él es genial, y…

            Alguien le tocó el brazo, y ella se detuvo. - ¿Srta. Marin? – Era Kelly. – Hay una llamada para usted en el mesón frontal.

            Hanna frunció el ceño. Las únicas personas que sabían que ella estaba aquí eran sus padres. Miró a Kyla. – Volveré en un segundo.

            - Estaré aquí – Kyla gorjeó.

            Un teléfono estaba esperando en el mesón frontal cuando Hanna llegó. - ¿Hola? – Hanna dijo preocupada al teléfono, preguntándose por qué sus padres estarían tratando de ubicarla.

            - Así que estás allí. – La voz de Mike sonó desde la otra línea.

            La sangre de Hanna se congeló. – ¡O-oh! – dijo luego de un momento. – Um, ¡Hola, Mike! ¿Qué ocurre?

            - Ocurre que me has estado mintiendo. No has estado haciendo cosas con tu mamá o yendo a citas con la peluquería. Has estado en la clínica de quemaduras. – Su tono era entrecortado y acusativo.

            Hanna enrolló el cordón en su dedo. El fuerte aroma al blanqueador que usaban para limpiar el piso molestaba en su nariz. ¿Cómo había averiguado Mike que ella estaba en la clínica de quemaduras? ¿A lo había contactado? Pero eso no tenía sentido—A ni siquiera sabía sobre esto tampoco. ¿Cierto? No había recibido ni un mensaje.

            - Es para estar con Sean, ¿no? – Mike dijo cuando ella no respondió. – No lo entiendo. ¿Qué ves en él? Él ni siquiera es simpático contigo.

            Hanna se desplomó en la silla de cuero del mesón frontal. – Espera, ¿Crees que estoy con Sean? – susurró. - ¿Por qué pensarías eso?

            Mike tosió. - ¿Por qué han estado hablando tanto? ¿Abrazándose?

            Hanna parpadeó con fuerza, recordando el tierno momento en que ella y Sean compartieron sobre Ali. – Está bien, nos abrazamos una vez. – Admitió. – Pero fue totalmente platónico. ¿Quién te dijo que eso ocurrió?

            - No importa – Mike dijo tensamente. – Solo importa que me estás mintiendo.

            - ¡Tengo una buena explicación de por qué estoy aquí! – Hanna gritó.

            - Genial. Me gustaría oírla. – Mike demandó.

            La mirada de Hanna se dirigió a la entrada circular. En ese mismo momento, la enfermera que había cambiado la bolsa intravenosa de Graham el otro día pasó por el lobby, sus labios apretados con fuerza. – No puedo.

            - ¿Por qué no? ¿Estás en un tratamiento top-secret por una quemadura?

            - No…

            - ¿Te harás una cirugía plástica? – Mike sonaba incrédulo.

            - Mike, no. Es solo que…

            - Es Sean, - Mike concluyó. – Esa es la única razón que tiene sentido.

            La cabeza de Hanna estaba comenzando a doler. - ¡No es Sean! Solo es que…

            - Sabes qué, ¿Hanna? – Mike sonaba agotado. – Realmente no quiero tener esa conversación. Hasta que de hecho me des una razón, no voy a ir contigo al baile.

            - ¡Jesús, Mike! – Hanna gritó al teléfono, tan ruidosamente que una enfermera en el lugar la miró con cara de “No se permiten llamadas personales aquí” - ¡Espera! ¡No seas así!

            Luego él colgó. Hanna se dio vuelta, tentada de patear el costado del escritorio, luego notó un pedazo de papel atrapado en su zapato. Frunciendo el ceño, se arrodilló y lo levantó. Una cara sonriente la miró de vuelta. Ali. Hanna casi podía oírla haciendo eco en el aire.

            Hanna miró a la recepcionista. - ¿Quién estaba de pie aquí antes que mí?

            La mujer la miró. – Nadie – dijo luego de un momento.

            El corazón de Hanna se aceleró cuando vio el papel. Era la foto de la Verdadera Ali que salió en el Centinela de Filadelfia cuando volvió a Rosewood el año pasado. Alguien había dibujado una corona en su cabeza con sharpie rosado. Y bajo su mentón estaba:

            No te mereces la corona, perra, y tú lo sabes. Aquí está la verdadera reina. —A




Crushed - Capítulo 16: El encuentro de las mentes

Traducido por: Daniela
Corregido por: Brayan y Maite.

            La noche del Martes, Spencer estaba sentada en la mesa de la cocina con Amelia, sus libros escolares estaban dispersos frente a ellas y la estación de música clásica estaba puesta a volumen bajo. A Spencer le gustaba hacer su tarea en la mesa de la cocina. Y resultaba que a Amelia también le gustaba, lo que significaba que la cocina se había vuelto en una guerra territorial.

            Un mensaje privado llegó al laptop de Spencer. Era Chase. Hola, Britney.
                      
            Spencer sonrió. El alias de Chase estaba comenzando a gustarle. Pero ella dudó antes de responder.  Una cosa era romper las reglas del internet en una conexión súper segura, pero probablemente A había estado espiando su laptop por meses.
                      
            Se levantó de la mesa y corrió a la oficina de su madre, un rincón escarbado tras la bodega. El computador de la señora Hastings estaba puesto en un sitio web de una receta vegana. Spencer salió de ella, e inició sesión con el nombre en pantalla de mensajería instantánea de su madre, RufusYBeatrice—a la Sra. Hastings le gustaba enviar mensajes privados a Spencer para decirle que la cena estaba lista y cosas como esa. Encontró el nombre en pantalla de Chase, se hizo amiga de él, y le dijo que era Britney, solo usando la cuenta de su mamá en vez de la de ella.
                      
            Luego de un momento, apareció otro mensaje de Chase. Dos cosas: Primero, he contactado a Billy Ford para ver si él había tenido alguna interacción con Alison antes de ser arrestado.

            Spencer casi dejó caer su botella de agua de coco. Billy Ford era el tipo que había sido incriminado por asesinar a Su Ali—él había sido uno de los tipos que había cavado el agujero donde fue encontrado el cuerpo de Ali. La gente también pensó que él era A. La policía encontró fotos de Spencer y las otras en el laptop en su camión. Pero la Verdadera Ali las había puesto allí.

            ¿Te dijo algo interesante? Spencer preguntó. Si recordaba bien, Billy le dijo a la policía que la única vez que él había visto a Alison—o, más bien, Courtney—fue cuando él había trabajado en su gazebo cuando las chicas iban en séptimo grado. Él no tenía idea de cómo la Verdadera Ali había puesto esos archivos en su computador.

            Él me dijo que unos días antes de que todas esas cosas fueran encontradas en su camión, alguien de Geek Squad fue a su casa y ofrecieron hacer un escaneo gratuito de seguridad. Quizás esa persona ayudó a incriminarlo. Quizás ellos estaban trabajando con Alison.
                      
            Los ojos de Spencer se iluminaron. ¿Era un chico o una chica?
                      
            Él dijo que era un chico. Pero apenas lo recuerda. No pudo seleccionarlo de la lista de culpables.
                      
            Spencer descansó su cabeza sobre el escritorio de su mamá. Otro cabo suelto.
                      
            Hubo otro ping. Segundo, acabo de recibir unas fotografías interesantes de Ali y su hermana cuando eran menores. Quizás vislumbraran una conexión.
                      
            Spencer miró sobre su hombro en caso de que Amelia estuviera mirando desde la cocina. ¿Dónde las encontraste? Escribió.
                      
            El cuadro de texto se iluminó otra vez.  No me creerías la clase de gente que sale de debajo de la tierra cuando corres un blog de teorías conspirativas. Obtengo toda clase de cosas raras sobre toda clase de temas. Estas las tuve de un anónimo, pero realmente creo que son legítimas. Emocionante, ¿cierto?
                      
            Spencer se echó a la boca un trago de agua de coco. Cada vez que algo era hecho anónimamente, su primer pensamiento era que fue hecho por A. Pero ¿Por qué A enviaría fotos de las gemelas DiLaurentis a un blog de conspiraciones?
                      
            Si es emocionante, respondió—y lo decía en serio. No solo encontrar nuevas evidencias, sino que también hablar con alguien que estaba tan interesado en el tema como Spencer. No solo alguien, tampoco, sino que un chico inteligente, interesante, divertido, e intrigante. No es que Spencer tuviera un flechazo con él ni nada.
                      
            Está bien, quizás sí.
                      
            La idea de él era simplemente tan atrayente. Toda la investigación que había hecho sobre Ali, su historia trágica sobre ser acechado, incluso su elección de palabras en sus conversaciones. La noche anterior, él había usado la frase Si yo pudiese optar, lo cual era tan adorablemente anticuado que Spencer había chillado de deleite. Chase era inteligente y divertido…Y ambos querían derribar a Ali. Como que se sentía que eran un dúo de superhéroes, conectados vía internet. Seguramente había una foto de él en internet, ¿cierto? Pero Spencer había pasado horas la noche anterior buscando en toda clase de sitios. El trabajo que él había hecho con la policía. La historia del acecho. No había ni una sola imagen de él en ningún lado—por supuesto, la ayudaría saber su apellido.
                      
            Ella tenía que conocerlo.
                      
            Miró la pantalla y respiró profundo. Realmente quiero verlas, escribió. Pero no quiero que me las envíes por internet. ¿Crees que podamos juntarnos en persona? Podría ser riesgoso revelar quién ella era realmente, pero quería correr el riesgo.
                      
            El cursor parpadeó…y parpadeó…y parpadeó. No apareció un mensaje nuevo. Las mejillas de Spencer quemaban. Esto se parecía a aquella la vez en séptimo grado cuando Spencer y Ali estaban compitiendo sobre quién podía besar el mayor número de chicos mayores. Spencer se había acercado a Oliver Nolan, el jugador campeón en la Preparatoria St. Francis, y le pidió un beso, y él la rechazó de plano. Ali había estado mirando—se rio a carcajadas.
                      
            Hubo un ruido en la puerta frontal. Spencer se levantó de la silla del escritorio de su mamá, corrió por la cocina y por el pasillo, y miró por la ventana lateral. Emily estaba en el pórtico. Su camioneta Volvo pegaba tragos en la cuneta; la cabeza rubia de Iris podía verse en el asiento del copiloto.
                      
            - ¿Qué ocurre? – Spencer susurró cuando mientras abría la puerta.
                      
            Emily miró de derecha a izquierda, luego tiró de Spencer por el pasillo y hasta el tocador. Cerró la puerta y prendió el ventilador del techo, el cual sonajeaba ruidosamente, y abrió el grifo a máxima potencia.
                      
            - ¿Qué haces? – Spencer frunció el ceño al reflejo de Emily en el espejo. - ¿Qué hay de Iris?
                      
            - Ella estará bien – Emily le aseguró. – Quiero asegurarme de que nadie oiga. Acabo de enterarme de que Ali tenía un novio especial, alguien de afuera. Los dos se juntaron tan pronto como ella salió de La Reserva después de que Ian fuera arrestado. Hay un tallado en el Parque Estatal Keppler Creek que dice Amo a Ali D con la fecha del año pasado.
                      
            - ¿El Parque Keppler? – Spencer se apoyó contra el lavamanos de pedestal. – Eso está casi en Delaware.
                      
            Emily se mordía su pulgar. – Lo sé. Quizás el novio es de allí. Ali dijo que él era su mejor amigo en todo el mundo. ¿Y si este amigo es su ayudante?
                      
            Spencer pensó en lo que Chase acababa de decir sobre Billy Ford: El empleado de Geek Squad que había plantado todas esas cosas en su laptop era un chico también. - ¿No dijo quién era?
                      
            - No. Pero quienquiera que sea quizás nos odiaba tanto como la Verdadera Ali. Quizás él estaba enojado porque dejamos a la Verdadera Ali en La Reserva y permitimos que Courtney estuviera libre. Suena como que estamos buscando a un chico, ¿cierto?
                      
            - Así que podría ser Jason, - Spencer dijo – O Wilden. O… espera. – Salió disparada del tocador, arriba por las escaleras, y tomó la lista enrollada que habían hecho en la habitación del pánico que había guardado en una caja con candado bajo su cama. La desenrolló sobre el lavabo y tachó los nombres de chicas. Jason y Wilden seguían en la lista.
                      
            - Si era alguien que estaba enfadado porque la Verdadera Ali fue encerrada, este chico tendría que haber conocido a la Verdadera Ali antes de que Courtney hiciese el cambio, ¿Cierto? – Emily murmuró mientras miraba la lista. – Jason tiene sentido, obviamente, pero no puedo imaginármelo matándola.
                      
            - Así es como yo me siento en cuanto a Wilden. – Spencer murmuró. – Él odia a Ali con una pasión—y de todos modos, como que Ali-como-A lo avergonzó con todo ese asunto de ser Amish el año pasado. – A había enviado a Emily a buscar una aguja en un pajar a un pueblo Amish, donde Emily había expuesto las raíces de Wilden.
                      
            Emily asintió. – Eso era algo que él definitivamente no quería que la gente supiera. Si él fuera el ayudante de A, no sé por qué habría permitido eso.
                      
            Spencer puso un signo de pregunta junto al nombre de Jason y dibujó una línea débil a través del de Wilden. Miraron la lista otra vez. Graham. Noel.
                      
            Spencer miró la cara pálida de Emily en el espejo. - ¿Has hablado con Aria últimamente? – preguntó con calma.
                      
            - No ha respondido mis llamadas. – Emily tragó saliva. – Creo que está molesta porque le estamos haciendo muchas preguntas sobre Noel.
                      
            - Me siento terrible por eso, - Spencer dijo – Pero… - se desconcentró, sus pensamientos aún no se enfocaban. Había revisado un montón de recuerdos sobre Noel los últimos días, y algunos detalles preocupantes habían surgido. Como el cómo el día después de que empujaron a Tabitha por el techo, las chicas se juntaron en la habitación de Spencer para discutir lo que deberían hacer. Mientras estaban en pánico, Spencer escuchó sonidos en el pasillo, miró por el ojo de pescado y vio a Noel de pie junto a la puerta, mirando a algo en su celular. Ella abrió la puerta y lo miró. - ¿Puedo ayudarte?
                      
            - ¡Oh! – Noel parecía sorprendido. – Solo estaba viendo si Aria estaba aquí. Quiero llevarla a desayunar.
                      
            Aria corrió al lado de Noel, y la conversación terminó. Spencer no había pensado mucho en eso—solo había estado agradecida de que Noel no hubiese oído nada. ¿Pero y si él había oído algo? ¿Y si él ya sabía sobre lo que habían estado hablando porque él había estado allí la noche anterior?
                      
            - ¿Qué tal va tu búsqueda? – susurró Emily. - ¿Has averiguado algo?
                      
            Spencer se enderezó. – Bueno, si Ali escapó de la explosión, podría haber un indicio de una enfermera privada que ella contrató para ayudarla a recuperarse de las quemaduras. Estoy tratando de averiguar dónde vive la enfermera y lo que sabe.
                      
            - Wow – Emily parecía sorprendida. - ¿Cómo averiguaste todo eso?
                      
            - Oh, ya sabes – Spencer dobló nerviosamente la toalla de manos una y otra vez. Ya podía oír la respuesta de Emily si le dijera que estaba comunicándose con un blogger de conspiraciones: ¿Estás loca? ¡Eso es muy peligroso!
                      
            - ¿Crees que Ali sabe que estás buscándola? – Emily susurró.
                      
            Spencer levantó una vela aromática y la volvió a colocar. – Espero que no.
                      
            Emily miró el reloj Nike en su muñeca. – Mejor vuelvo con Iris antes de que decida irse sin mí. Pero al menos estamos progresando.
                      
            - Solo tenemos que seguir insistiendo – Spencer dijo.
                      
            Encaminó a Emily a la puerta, su cerebro nadaba. Cuando cerró otra vez, el revelador ping de un mensaje privado se escuchó por el pasillo. Corrió de vuelta a la oficina de su mamá. La pantalla estaba parpadeando. Chase había respondido.
                      
            Muy bien, Britney. Juntémonos. ¿Museo Mütter en una hora?
                      
            - ¡Sí! – Spencer exclamó, saliéndose del programa. Corrió por la cocina, con una gran sonrisa en su rostro. Amelia se rio de ella. - ¿Por qué estás tan feliz?
                      
            - Nada – Spencer dijo cortantemente, serpenteando por el pasillo. Pero hubo un pequeño brote en su paso y un millón de mariposas golpeando su estómago. Está bien, quizás ella estaba feliz de juntarse con Chase.
                      
            Solo un poco.
           
            Cuarenta y cinco minutos después, Spencer pagó el parquímetro en la Avenida 21 y caminó por el empedrado café por la calzada. MUSEO MÜTTER DE RAREZAS MÉDICAS, decía un letrero a la antigua en un poste. Spencer había estado aquí una vez dos años atrás en un viaje escolar y casi vomitó varias veces. No solo era que el lugar olía abrumadoramente a formaldehído, sino que una de las atracciones era un montón de cajones con varios objetos que gente había tragado. También había un gran tracto digestivo humano metido en un gran jarro. No era exactamente lo suyo.
           
            Se puso una peluca rubia de Britney Spears en su cabeza—solo parecía que encajaban, después de todo—y sacó un par de Ray-Bans y se los puso en los ojos. A pesar de que los guías del museo la miraron como si estuviera loca, ella pagó su entrada con la frente en alto.
           
            El museo era esencialmente solo una habitación con exhibidores en el área. Una pareja miraba los esqueletos colgando. Una vieja mujer examinó el colon más largo del mundo. Parecía que era bien claro que A no estaba aquí, pero ¿Y Chase? Spencer miró a un hombre viejo de apariencia lujuriosa que sonreía a los gemelos siameses preservados y tuvo un mal presentimiento.
           
            - Um, ¿Hola?
           
            Saltó y se dio vuelta. Junto a un guardia de seguridad estaba un chico con cabello castaño y alborotado, mandíbula cuadrada, hombros anchos, y largas y flacas extremidades. Se sacó sus lentes de sol, revelando penetrantes ojos verdes.
           
            - Soy Chase – él dijo. - ¿Eres tú…?
           
            Spencer caminó hacia él aturdidamente. Chase tenía gruesas y expresivas cejas. Su cuerpo se veía firme y en forma bajo su remera y pantalones militares. Y cuando sonrió, toda su cara se iluminó.
           
            - H-hola – dijo ella temblorosa cuando se acercó, sintiéndose ridícula con la peluca y los lentes. – Yo soy, um, Britney, - Hizo un gesto hacia su peluca y se rio.
           
            - Es genial conocerte – Chase estiró su mano para estrecharla.
           
            - Es genial conocerte también – Spencer respondió, su mano tembló cuando Chase la tocó.
           
            Se miraron el uno al otro por unos segundos. Spencer estaba agradecida de haber usado el minivestido de seda estampado, el cual mostraba sus largas piernas. No podía alejar su mirada de los bíceps de Chase. Se veía como el tipo de chico que podría levantarla y darla vueltas sobre su cabeza sin siquiera sudar.
           
            Luego Chase sonrió. Spencer se rio nerviosamente en respuesta, - Lo siento – Chase admitió. – Es solo que normalmente no me junto con gente de este modo.
           
            - Lo sé. Yo tampoco. – Spencer dijo.
           
            Chase se sentó en una banca cerca de la tienda de regalos, sus ojos seguían en ella como si ella fuera la única cosa interesante en la habitación—quizás en el mundo. Cuando el celular de Chase vibró, Spencer sonrió incómodamente y se alejó. Chase miró la pantalla. Se encogió y comenzó a escribir inmediatamente.
           
            - Lo siento, - murmuró, inclinando su celular. – Esto solo tomará un segundo.
           
            - No hay problema – Spencer dijo. - ¿Emergencia del blog de teorías conspirativas?
           
            - Algo así – Chase murmuró.
           
            Volvió a poner su celular en su bolsillo y miró a Spencer nuevamente, desde su peluca rubia hasta sus botas puntiagudas de Loeffler Randall. Luego de un momento, tocó el brazalete plateado en la muñeca de Spencer. – Es realmente lindo
           
            - Oh, gracias. – Spencer lo giró. – Mi mamá me lo dio. Es de Prendergast’s.
           
            - ¿En Walnut? – Chase preguntó. – Solía llevarle cosas de allí a mi novia todo el tiempo.
           
            Spencer lo miró. - ¿Es una…novia actual?
           
            - Nah. – Chase puso sus brazos alrededor de sus propias rodillas. – Se acabó hace mucho. Antes de, um, lo del acecho.
           
            Spencer asintió rápidamente. Por la mirada en la cara de Chase, parecía que él no quería hablar de eso realmente. Ella no lo culpaba; a ella no le gustaba hablar sobre lo que Ali le había hecho tampoco.
           
            - ¿Qué hay de ti? – Chase preguntó. - ¿Saliendo con alguien?
           
            Spencer estudió sus pies. – Había alguien, pero…
           
            Repentinamente, la historia de Reefer se le salió por la boca. Aunque mientras la explicaba, se dio cuenta de que realmente no extrañaba a Reefer tanto como hace unos días. Tenía mucho más en mente como para pensar en él.
           
            - Eso apesta. – Chase admitió cuando ella terminó. – Tiene que ser un verdadero idiota como para haber abandonado a alguien como usted, Srta. Spears.
           
            Spencer enrolló un mechón de cabello falso en su dedo. – Sabes, lo peor de que me dejara fue que lo hizo dos semanas antes del baile de graduación. No hay nadie a quien pueda invitar. Tendré que ir sola, lo cual es más que depresivo.
           
            - Qué idiota. – Chase dijo, acomodándose. Cuando Spencer levantó la mirada, había una pequeña sonrisa esperanzada en su cara. De repente, se le ocurrió una idea. ¿Podría invitar a Chase al baile? Se vería impresionante en traje. Pero no, eso era loco. Apenas se conocían.
           
            Buzz. Era el celular de Chase otra vez. Esta vez se levantó y dio unos pasos antes de mirar la pantalla y escribir de vuelta.
           
            Cuando terminó, estaba concentrado nuevamente, rebuscando en su bolsillo. – Como sea. Tengo las fotos que querías ver.
           
            Le pasó tres brillantes papeles de siete-por-cinco pulgadas. Eran varias imágenes de partes que ella asumió que eran de la vida de la Verdadera Ali. La primera era una foto de gemelas rubias como de cinco años. Ambas usaban overoles morados, tenían moños rosados en sus cabelleras y estaban sonriendo. Spencer pudo ver un aire de Ali en ambas caras. Era imposible decir quién era quién.
           
            -Creo que esta es de cuando vivían en Connecticut – Chase explicó. – No nos dice mucho del caso, solo que las gemelas no siempre se odiaron. – exhaló. – Se oían locas ¿o no? Pensándolo bien, esos padres también deben haber sido tarados. ¿Quién no nota cuando sus hijas intercambian lugares?
           
            - De verdad. – Spencer murmuró, preguntándose qué diría Chase si supiera que esas mismas gemelas eran sus medio-hermanas.
           
            Avanzó a la siguiente foto y se sorprendió ante la familiar imagen. Dos chicas rubias en el patio trasero de los DiLaurentis en Rosewood. Ali— ¿O era Courtney? —mirando la cámara, y la segunda rubia, quien todos una vez pensaron que era Naomi Zeigler, miraba a otro lado. Una inocente Jenna Cavanaugh estaba junto a ellas, con una expresión en pausa. Spencer había visto esta fotografía antes: La Verdadera Ali-como-A se la envió a Emily junto a una nota que decía, Una de estas no pertenece. Averígualo rápido...o verás. Nunca se había siquiera acercado a averiguar por qué Ali se la envió a Emily. Para inculpar a Jenna, quizás—ella murió poco después y probablemente sabía demasiado para su propio bien.
           
            Spencer levantó la mirada. - ¿Vas a ponerlas en tu blog?
           
            Chase negó con la cabeza. – No voy a publicar nada hasta tener más pruebas.
           
            - Desearía que supieras quién te las envió. ¿No había un mensaje con ellas? ¿Nada?
           
            Chase se encogió de hombros. – Simplemente llegaron.
           
            Spencer tembló. ¿La había enviado la Verdadera Ali? Solo que, ¿por qué? ¿Para molestarlas? ¿Para mostrarles lo invisible y evasiva que era?
           
            Cambió a la última foto. En esta, Ali daba la cara a la cámara. Se veía mayor, casi mayor como la chica que ellas conocieron el año pasado, y usaba un par de pijamas blancos. Estaba de pie en la sala de esparcimiento de La Reserva—Spencer reconoció los recortes de cartulina en la pared. Alguien estaba de pie junto a ella también, pero Ali levantaba una mano que bloqueaba su cara. ¿Era otro paciente? ¿Su novio? ¿El ayudante de A?
           
            El teléfono de Chase volvió a sonar. Escribió una respuesta, luego puso su teléfono a un lado. – Lo siento, pero tengo que irme.
           
            - ¿Ya te vas? – dijo.
           
            Chase parecía sorprendido por su reacción. - ¿T-te gustaría volver a quedar? – preguntó, con un aire de esperanza en la voz.
           
            Spencer asintió rápidamente, luego se sintió como una idiota desesperada. – Para hablar del caso de Ali, claro. Tienes ideas realmente buenas.
           
            Por medio segundo, Chase casi se veía decepcionado, pero luego sonrió. – Definitivamente – dijo. – Me gustaría…mucho. – Estiró su mano para estrechar la de Spencer, pero ella lo acercó y lo abrazó. Él olía a cuero y a desodorante de aroma cítrico. Le tomó toda la fuerza de voluntad a Spencer para no pasar sus dedos por su cabello.
           
            Chase se alejó de Spencer, la estudio una vez más, y corrió su dedo pulgar por la mejilla de ella. Toda la columna vertebral de Spencer cosquilleó. – Quizás la próxima vez me dirás quién eres, Britney – él molestó. Y luego se dio vuelta y salió del museo, sus zapatillas casi no hacían sonidos.
           
            Spencer lo siguió a cierta distancia y vio cómo salió a la calle y dobló a la derecha en Market. Cuando se fue, ella se dejó caer en las escaleras de entrada de un edificio totalmente embelesada. Eso. Fue. Impresionante.
           
            Crack. Algo sonó al otro lado de la calle. Spencer se levantó, de repente alerta. Una botella vacía de Coca-Cola dietética rodó bajo un auto. Una cara apareció en el parabrisas de una van a su derecha, pero cuando se volvió para ver, no había nadie allí.
           
            Cuando su celular sonó, ella casi lo predijo. Pero era su celular antiguo—había recibido un e-mail en su cuenta del colegio. A pesar de que no era de A, Spencer parpadeó con fuerza al ver las palabras.
           
            Spencer, tengo unas cuantas preguntas más para ti. Me pasaré mañana para conversar. En tu casa, a las 4 PM. Por favor responde para hacerme saber que recibiste este mensaje.
           
            Sinceramente,
            Jasmine Fuji.
           
            El dedo de Spencer dudó en apretar el botón de RESPONDER. Pero luego, tragándose un nudo en su garganta, presionó BORRAR.

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