martes, 24 de septiembre de 2013

Burned - Lo que ocurre después...

                 Traducido por: Daniela

                Sip, yo lo hice. Y solo estoy comenzando. El equipo de rescate puede haberles lanzado una cuerda de rescate, pero estas mentirosas siguen en un barco hundiéndose. Solo es cuestión de tiempo antes de que caigan por siempre.

                Spencer se está quedando un poco sin aire por perseguir a Reefer por toda la cubierta principal. Puede haberlo pescado y traído de vuelta por ahora, pero nunca nada con drogatas está tallado en piedra. Si tengo algo que decir al respecto, su relación se derrumbara antes de que lleguen a las puertas ivy de Princeton.

                Pobrecita Hannakins, perdiendo otra amiga gracias a moi. Supongo que nadie le dijo nunca que los puentes que cuelgan sobre aguas turbulentas siempre se queman. Hablando de quemadas, oí que alguien del barco estará rehabilitándose en la propia clínica de quemaduras de Rosewood. ¡Y nada alivia una conciencia culpable como un poco de trabajo voluntario!

                La Pija Ladrona robó el corazón de Emily y luego nadó como un cisne hacia la puesta de sol, pero la postal de Jordan lo hace sonar como que su historia de amor aún no se acaba. ¿O sí? Para Emily, todos los caminos llevan de vuelta a Ali. Y nada es más difícil de extinguir que una vieja llama…

                En cuanto a Aria, el collar de Tabitha no es lo único que necesita mantener enterrado. Si cierta personita se entera sobre su estrellada y tenebrosa noche el verano pasado en Islandia, explotará mucho más que un crucero.

                Disfruten el sol mientras puedan, señoritas. Los bronceados se desvanecen tan rápido cuando estás tras las barras.

                ¡Besos!
                —A



Burned - Capítulo 34: La diversión ni ha comenzado

Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío/Ade Rubiah

                El timbre sonó en la casa de Byron a las 8 A.M. la mañana siguiente, y Aria se levantó de golpe del sillón. La casa estaba vacía—Byron estaba en el trabajo, y Meredith había llevado a la bebé Lola a una cita con el doctor.

                Miró por la ventana en la puerta. Hanna, Spencer, y Emily estaban de pie en el pórtico, con caras serias.

                - Gracias por venir – Aria dijo en voz baja cuando abrió la puerta.

                Nadie respondió. Las guió al estudio. Sus tres amigas se acomodaron en el sofá dándole la cara a la TV. Se sentaron con postura perfecta, sus ojos vidriosos y rojizos, como que estuvieran en un funeral. Lo cual, por supuesto, era algo parecido.

                - ¿Están seguras de que debemos hacer esto? – Spencer dijo.

                Todas se miraron. – Yo no quiero – Hanna susurró.

                - Yo tampoco – Emily dijo. Su garganta tembló cuando tragó saliva.

                Aria se apoyó en el brazo del sofá, sintiéndose igual de dudosa. Cada momento de esta mañana se había sentido como el final de una era. Era la última vez que se despertaría en su cama. La última vez que se lavaría sus dientes en su baño. La última vez que besaría a Lola sin un guardia de prisión de pie junto a ella. ¿Siquiera Meredith llevaría a Lola a visitarla en la prisión? Los mensajes molestos de A la perseguían también: ¿Irá el novio de Aria a visitarla a la cárcel?

                Hanna se picaba sus uñas. Emily miraba una taza de café que sostenía, pero parecía no poder llevarse a sí misma a beberlo. Y Spencer seguía escogiendo una revista, observando la portada, y luego devolviéndola.

                - Quizás tendremos un juez muy gentil – Emily dijo – Alguien quien entienda lo asustadas que estábamos de que la Verdadera Ali venga de vuelta a herirnos.

                Spencer se burló. – Ningún juez comprará eso. Dirán que todos sabían que la Verdadera Ali estaba muerta.

                Emily se contoneó en su asiento, pareciendo que estaba a punto de orinar sus pantalones. – De hecho, no si le decimos a la corte que dejé la puerta abierta para ella el día del incendio.

                Las cabezas de todas se levantaron de golpe. - ¿Disculpa? – Spencer balbuceó.

                Emily enterró su cara en sus manos. – Lo siento. No podía simplemente dejarla  en el piso así nada más. No sé si salió, pero dejé la puerta abierta.

                - Pero vi la puerta – Hanna dijo – La cerraste.

                - No, no lo hice.

                Aria miró el techo, tratando de recordar esos momentos horribles, calurosos, agitados antes de que la casa se prendiera. Ella juraba haber mirado atrás y visto que la puerta estaba cerrada— ¿O era eso solo un invento de su mente más allá del hecho?

                - Dios, Emily – Spencer susurró, sus ojos abiertísimos.

                Hanna pasó sus dedos por el largo de su cara. - ¿Es por eso porque estás tan convencida de que la Verdadera Ali es quien nos acecha ahora?

                - Supongo – Emily jugueteó con el posavasos en la mesa de café. – pero he estado pensando en eso, y, chicas, quizás sea bueno. Si testifico que la puerta fue dejada abierta y lo asustadas que estábamos de que se haya escapado, quizás el juez entenderá nuestra paranoia en Jamaica.

                - O quizás pensará que estamos locas – Hanna dijo.

                Aria negó con la cabeza. – Deberías habernos contado esto antes.

                - Lo sé – Emily parecía torturada. – Y lo siento tanto. Pero ¿realmente hubiera cambiado algo? Probablemente hubiéramos estado aún más convencidas de que Tabitha era Ali en Jamaica.

                - O habríamos ido a la policía en vez de encargarnos nosotras mismas – Aria dijo.

                - Esto podría no haber ocurrido nunca. – Spencer añadió.

                Emily se desplomó. – Lo siento.

                - ¿Te das cuenta de lo que significa? – Aria pasó sus dedos por su cabello - ¡La Verdadera Ali podría andar por allí! ¡Podría ser A!

                - Eso es lo que he estado tratando de decirles – Emily se urgió – Ali tiene más sentido. Ella y Tabitha habían sido tan buenas amigas que Tabitha llevaba una foto de ella en un relicario. Quizás ella estaba con Tabitha en Jamaica, y quizás el plan había sido empujarnos por el techo, no al revés. Quizás eso es por lo que estaba esperando en la arena, tomando esas fotos. Pero entonces, cuando las cosas salieron mal, decidió torturarnos.

                - ¿Pero y Graham? – Spencer preguntó. – Él tiene mucho sentido también. Y estamos seguras de que él está vivo.

                Aria tragó saliva. – Pensé que no importaba ya que íbamos a confesar, pero escuché a Jeremy y a un policía hablando ayer, y Graham está en el hospital.

                Hanna entrecerró los ojos. - ¿Por qué?

                - No lo sé. Quizás por la explosión. No estaba claro.

                - ¿A quién le importa si Graham está en el hospital? – Spencer levantó sus manos – Saldrá de allí eventualmente. Y luego dirá todo lo que hicimos.

                - Había otra cosa rara también – Aria dijo. – El policía dijo que identificaron dos siluetas en la cinta de las calderas—uno era definitivamente Graham. No podían identificar a la segunda persona, pero pensaban que era un hombre.

                Spencer ladeó su cabeza. - ¿Recuerdas a alguien más estando allí abajo?

                Aria negó. Emily tocó la mesa. – Quizás solo te pillaron en un ángulo extraño o algo. O quizás era un trabajador al azar estando allí abajo al mismo tiempo que tú.

                - Quizás – Aria dijo lentamente. Luego cerró sus ojos. Estaba tan cansada de hablar de esto, avanzar y retroceder sobre quién podría ser A, dejar que A atormente sus vidas. Estaba harta.

                - Le diremos a la policía sobre Tabitha ahora mismo – decidió.

                - Está bien – Emily susurró, abriendo sus ojos ante el tono autoritario de Aria. Spencer solo asintió. Hanna tragó saliva, pero luego inclinó su cabeza hacia el celular de Aria.

                - Bien – Aria se sentía cargada eléctricamente y un poco loca. Tomó su celular y marcó el número de Michael Paulson, el hombre del FBI a cargo del juicio del asesinato. Era un código de área de Washington DC. Apretó los números en su teléfono innecesariamente fuerte.

                Marcó el último dígito y escuchó la línea marcando. Luego de un momento, alguien de recepción contestó. – ¿Puedo hablar con Michael Paulson, por favor? – preguntó, poniendo la llamada en altavoz.

                - ¿Puedo saber quién llama? – La mujer dijo con voz aburrida.

                Aria miró a sus amigas, luego de vuelta al teléfono. – Alguien que tiene información del caso del asesinato de Tabitha Clark.

                Hubo una pausa cargada. – El Sr. Paulson está en una conferencia de prensa ahora mismo – dijo luego de un momento. – Pero si es importante, podré ubicarlo. ¿Puede llamarte de vuelta en un momento?

                Aria dijo que estaba bien y colgó. Puso su teléfono de vuelta en la mesa de café, su corazón martillaba. ¿Qué iba a decir cuando el detective la llamara? ¿Cómo iba a decirlo? Tan pronto como lo hiciera, sus vidas cambiarían. ¿Realmente estaba lista para eso?

                Hanna tomó el remoto y prendió la TV. – Necesito ruido – dijo. – No soporto esto. – Un comercial de tortas de helado apareció en la pantalla. Todas lo miraron ausentemente. Aria se preguntó si todas estaban pensando en lo mismo—probablemente nunca tendrían algo tan frívolo y celebratorio como torta de helado otra vez.

                El comercial de la torta de helado terminó, y uno de camionetas Ford apareció. Luego uno de una pizzería local, luego seguros de vida. Después de eso, las noticias locales aparecieron. El hombre del tiempo habló sobre que iba a estar nublado hoy, pero habría un sistema de alta presión entrando mañana. - ¡Saquen sus shorts y remeras! – Anunció - ¡Estará extraordinariamente tibio!

                - Dios. ¿Tiene que ser tan animado? – Spencer gruñó a la pantalla.

                Emily miraba desesperadamente al teléfono. - ¿Por qué no llama de vuelta? ¿No sabe que es importante?

                Hanna abrazó un cojín. – Hay algo que no mencioné sobre mi conversación con Naomi ayer. Aparentemente, la Verdadera Ali la llamó cuando estaba de vuelta en Rosewood como Courtney y le dijo todo.

                Ahora era a ella a quien todas miraron. - ¿A qué te refieres con todo? – Aria preguntó.

                - La verdad, supongo. Todo lo que estaba en esa carta que pasó bajo la puerta en Poconos. Pero Naomi no le creyó. Pensó que estaba loca.

                Spencer parpadeó con fuerza. - ¿Por qué Ali daría a conocer un secreto tan grande?

                Hanna se encogió de hombros – Pensó que Naomi se pondría de su lado. Me dijo que Ali trató de reclutarla, al igual que Mona trató de reclutarte a ti, Spencer. Ali dijo ‘Atraparemos a esas perras, Naomi’.

                - ¿atraparemos? – Aria dijo.

                - Eso es lo que ella dijo – Hanna miró pensativa a Aria. - ¿Qué tiene de raro eso?

                Aria puso su cabello tras su oreja - No lo sé. Solo sonó raro por un segundo, como que Ali tuviera un equipo de gente tras nosotras. Pero quizás no.

                De repente, Spencer, quien había estado mirando su teléfono, levantó su cabeza. - ¿Recuerdas que dijiste que Graham estaba en el hospital, Aria? De hecho, creo que está en coma.

                Les mostró su teléfono. EL CRUCERO DEL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS DECLARA UNA VÍCTIMA, decía el titular de una historia online. Aria escaneó el texto. Graham Pratt fue hospitalizado por heridas luego de la explosión a bordo del Eco crucero Esplendor de los Mares. El staff médico en Bermudas dice que está en un coma, pero descansando cómodamente.

                - Wow – Aria susurró, su corazón se aceleró. ¿Un coma? ¿Había sido noqueado con la explosión? ¿Pero por qué ella no lo había visto tirado en forma de X en el piso de la sala de calderas, inconsciente?

                El presentador de noticias apareció en la pantalla de la tv con una historia sobre un accidente de tráfico cerca de Conshohocken Curve, desconcentrándola. Aria tomó el control remoto, queriendo  poner algo más, cuando la cámara mostró una cara familiar. Los ojos azules de Tabitha resplandecían. Su sonrisa era brillante y coqueta, como si guardara un secreto. NUEVO ACONTECIMIENTO, decía un subtítulo bajo su foto.

                El control remoto se cayó de los dedos de Aria al piso. Hanna la tomó del brazo y lo apretó.

                - Acabamos de recibir nueva información sobre Tabitha Clark, la adolescente que fue asesinada en Jamaica el año pasado – la reportera rubia dijo. – El examinador médico ha terminado la autopsia, y tiene resultados sorprendentes. Por más, aquí está Jennifer Rubenstein.

                La cara de Emily se palideció – Oh dios mío.

                - Aquí vamos – Spencer susurró. – Van a decir que Tabitha fue empujada.

                La imagen mostró a Michael Paulson, el mismo hombre a quien estaban esperando, frente a un mar de micrófonos. Un hombre con una bata de laboratorio blanca estaba de pie junto a él. Aparecieron flashes.

                - Luego de una larga examinación de los restos de la Srta. Clark. – Paulson dijo, caminando hacia adelante. – Mi equipo y yo hemos concluido que fue asesinada por un severo trauma en su cabeza. Hubo múltiples golpes en su cráneo, y parece que fue golpeada con un objeto desafilado.

                Hanna, quien había estado cubriéndose sus ojos con sus manos, miró. – Espera, ¿qué?

                Aria giró su oído hacia la TV, segura de que había escuchado mal también.

                - Quien sea que la mató lo hizo a poca distancia, - Paulson continuó – Esos son todos los resultados que puedo entregar por ahora.

                Los reporteros arrojaron preguntas, pero de repente uno de los asistentes de Paulson le tocó el hombro y le acercó un teléfono. Paulson se alejó de la cámara, dijo unas cuantas palabras concisas al asistente, pero luego tomó el teléfono y lo puso a su oído.

                El teléfono de Aria sonó, y todas saltaron. Miró el ID del llamante. Era el número de DC que había llamado recién. Paulson seguía en la pantalla de la TV, esperando su respuesta.

                Aria abrió bien los ojos hacia su teléfono, luego a sus amigas, y luego a la televisión otra vez. TABITHA CLARK ASESINADA POR TRAUMA EN LA CABEZA A CORTA DISTANCIA, decía la leyenda en la parte de abajo. Lentamente, se acercó al teléfono, y presionó IGNORAR. El teléfono dejó de vibrar mientras la llamada fue enviada a buzón de voz; él no dejó ningún mensaje.

                Luego silenció la TV y se dio vuelta hacia sus amigas. Sus palmas se sentían erizadas. Su cabeza se sentía como si hubiera sido separada del resto de su cuerpo.

                - No entiendo – dijo temblorosa - ¿Por qué la autopsia no dijo que su espalda fue rota del impacto de una caída? Digo, trauma con fuerza sin filo en la cabeza a poca distancia…

                -…no es algo que nosotras hicimos – Hanna terminó por ella. – La caída no la mató.

                Aria parpadeó. Los engranajes en su cerebro se movían lentamente – Así que… ¿Eso significa…que alguien más la mató?

                En la TV en silencio, los reporteros lanzaban preguntas al Sr. Clark. Aria forzó una sonrisa. Hanna se acercó y apretó su mano. Spencer y Emily se abrazaron, ambas comenzando a llorar. Una extraña mezcla de sentimientos abrumó a Aria: alivio, euforia, pero también miedo paralizante. Alguien más había hecho esto. Eran inocentes. Las palabras eran bella música para sus oídos.

                Y aun así sus manos temblaban tanto y su corazón latía muy fuerte. Habían estado a punto de confesar un crimen que no cometieron. Arruinar sus vidas, destruir sus relaciones. Lo habían hecho para sacarse a A de sus espaldas, pero quizás eso era exactamente lo que A había querido que hagan todo el tiempo. Porque, quizás, A era el verdadero asesino de Tabitha. No ellas.

                - Chicas, Graham ya no tiene sentido que sea A – dijo lentamente. – Él no tenía motivo para tendernos una trampa antes de lo de Jamaica. Quien sea que esté haciéndonos esto, es alguien que hemos conocido por mucho, mucho tiempo.

                Todas se intercambiaron una mirada de horror, definitivamente, pensando en lo mismo al mismo tiempo. – La Verdadera Ali – Spencer susurró.

                - Tiene que ser ella – Hanna tragó saliva.

                De repente, el celular de Aria sonó. Al comienzo, pensó que era el detective llamando otra vez, pero luego vio las palabras en la pantalla. Un nuevo mensaje de texto. Su estómago se revolvió. Cualquier noción restante de que Graham fuera culpable desapareció. La gente en coma no enviaba mensajes de texto.

                El teléfono de Hanna sonó después. El de Spencer chilló. El de Emily vibró. Todas se miraron entre sí, la sangre drenándose de sus caras. Luego Aria tomó su teléfono y presionó LEER.

                Me pillaron, perras—Yo lo hice. ¿Y adivinen qué? Ustedes son las que siguen.
                —A
           


Burned - Capítulo 33: Emily obtiene sus deseos

Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío/ Ade Rubiah


               
                 Al día siguiente, el transfer se estacionó en la entrada del auto de Emily, y el simpático conductor, quien había hablado a Emily todo el viaje sobre que su hijo de dieciséis años sería perfecto para ella, caminó a la parte de atrás para tomar los bolsos de Emily.

               Parece que no hay nadie en casa – Miró hacia la casa colonial azul de los Fields. Las ventanas estaban oscuras, las persianas bajadas, y habían hierbas y ramas tiradas por el viento en todo el pórtico.

                Emily se encogió de hombros. Su papá le había enviado un conciso mensaje poco antes de aterrizar en el aeropuerto Newark diciendo que no podía ir a recogerla y que había contratado un transfer. Él no le dio una excusa, y Emily se preguntó si esto era sólo porque él no quería estar atrapado en el auto con ella por dos tortuosas horas. Aparentemente, él no simpatizaba con el hecho de que tuvo que escapar del barco en un bote salvavidas.

                Le dio al conductor el último billete de veinte dólares en su billetera como propina, luego marcó el código del garaje y vio lentamente abrirse la puerta. Como era de esperar, los autos de ambos padres estaban estacionados tranquilamente en el garaje. Caminó junto a ellos y abrió la puerta lateral de la casa.

                El familiar aroma de su casa, una mezcla de popurrí ligeramente añejo, blanqueador, y la colonia de almizcle que su papá siempre usaba, hicieron que su garganta se apriete. Por unas pocas horas, había pensado que nunca tendría que volver aquí. Y luego de todo lo que había ocurrido, no tuvo tiempo para prepararse para volver a esta vida.

                A la vez, sus piernas no se movían. No podía soportar otra mirada de reojo de sus padres, otro suspiro pesado. No podía tolerar el pesado silencio de decepción, la puerta del dormitorio de su madre cerrada, esas terribles cenas con su padre donde ninguno de ellos hablaba. Y solo se pondría peor una vez que ella y sus amigas confesaran.

                Se paró en el cuarto de lavandería, una mano sobre la lavadora. Quizás se daría vuelta, caminaría por la puerta, y se quedaría en un hotel por la noche. Iban a llamar a la policía mañana—probablemente estaría en custodia en menos de veinticuatro horas. ¿Por qué no pasar las últimas horas en libertad en algún lugar pacífico y relativamente calmado? ¿Por qué torturarse a sí misma estando cerca de gente que la odiaba?

                Tragando saliva, comenzó a darse vuelta. Pero luego oyó una aguda, voz de cascarón llamando desde la sala de estar. - ¿Emily? ¿Eres tú?

                Se congeló. Era su mamá.

                - ¿Emily? – La Sra. Fields llamó otra vez.

                Luego hubo pasos. La Sra. Fields apareció en la puerta del living, usando un sweater rosado y jeans. Su cabello se veía lavado. Su cara tenía maquillaje. Y—aún más bizarro—estaba mirando a Emily con una débil sonrisa en la cara.

                Emily cautelosamente se tocó sus mejillas, preguntándose si estaba soñando. – Uh, ¿hola?

                - Hola cariño – La Sra. Fields miró sus bolsos. - ¿Quieres que te ayude?

                Emily parpadeó. Eran las primeras palabras que su mamá le decía en más de dos semanas. – No estaba segura si me querías en casa – chilló, sorprendiéndose a sí misma.

                La Sra. Fields juntó sus labios. Sus hombros subieron y bajaron, y por un breve segundo, Emily vio decepción formándose en las líneas de la cara de su madre y en las bolsas bajo sus ojos. Aquí viene, pensó. Su madre iba a ponerse a llorar y a desaparecer otra vez.

                Pero entonces la Sra. Fields dio un paso adelante, con los brazos estirados. Antes de que Emily supiera lo que estaba ocurriendo, había abrazado a Emily. Emily se quedó quieta a presión, con sus brazos a sus costados, aun esperando las lágrimas… o un reto… o algo terrible. Pero su madre sólo descansó su cabeza en el cabello de Emily, inhalando y exhalando quieta.

                - Oí que hubo una explosión en el barco – La Sra. Fields dijo – Y que ustedes casi se ahogaron en el mar.

                Emily bajó su mirada – Lo siento – dijo tímidamente.

                - Solo agradezco que estés a salvo. – La Sra. Fields sacudió las manos de Emily.

                Emily levantó la mirada. - ¿Lo estás?

                La Sra. Fields asintió. – Cariño, he tenido un montón de tiempo para pensar. Vamos a superar esto. Vamos a averiguar un modo de ser una familia otra vez.

                Emily se alejó y miró la cara de su mamá. – Bueno, ¡di algo! – La Sra. Fields urgió, parecía nerviosa. – Eso es lo que quieres ¿o no?

                - Por supuesto que es lo que quiero – Emily dijo – Yo solo… yo nunca…yo…- Sintió las lágrimas juntándose en sus ojos – Nunca pensé que me perdonarías – murmuró, comenzando a sollozar.

                La Sra. Fields la abrazó otra vez. – Tuve una larga charla con el Padre Fleming cuando no estabas. Sé que no hablamos sobre muchas cosas. Pero odio la idea de que hayas ocultado algo tan grande. He sido dura conmigo misma durante este tiempo también, Emily. Siento como que te he fallado como madre.

                - No digas eso – Emily balbuceó – Es mi culpa. Debí habértelo dicho. Estaba tan…

                - … asustada, - La Sra. Fields terminó por ella. – Lo sé. Carolyn nos dijo.

                Emily se hizo hacia atrás. - ¿Carolyn hablo contigo sobre esto?

                La Sra. Fields asintió. – Siente como que te falló también. Quiere venir a casa para un fin de semana largo pronto para hablar las cosas. Esto es una reflexión para todos nosotros, Emily. Y si alguna vez vamos a sanar, vamos a salir adelante todos juntos. ¿No crees?

                Emily miró a su mamá sorprendida. – Si – susurró. – Realmente quiero que seamos una familia también.

                Emily miró alrededor en el cuarto de lavado con sus canastos de pollo, viejas sudaderas en ganchos, y jarras de detergente. Nunca había prestado tanta atención a esta sala, pero de repente, era su lugar favorito en el mundo. Las posibilidades se abrieron ante ella. Reconstruir su relación con su hermana mayor. Hacer lo correcto con su mamá otra vez. Tener cenas normales, vacaciones normales—ser una familia. Y ser honesta con ellos en el futuro, no corriendo de ellos cuando tuviera un problema.

                Luego recordó: Tabitha. Pero puso eso a un lado por el momento, decidiendo concentrarse en esto y solo esto. Por un día, podía tener a su familia de vuelta justo como quería. Probablemente nunca tendría un momento como este otra vez.

                - Vamos – La Sra. Fields dijo, levantando uno de los bolsos de Emily y arrastrándolo a la cocina. – Siéntate, te haré un té, y puedes contarme sobre tu viaje.

                Emily dejó que su mamá la guie por el living y la sentó en la mesa de la cocina. Se sintió bien verla llenar la tetera con agua y ponerla en la cocina. Estaba a punto de comenzar una descripción del barco y de las islas que visitaron, pero luego un sobre de Correo Express llamó su atención. Emily Fields, decía el escrito en la parte de la dirección.

                Lo levantó. - ¿Qué es?

                La Sra. Fields lo miró sobre su hombro y sonrió. – No lo sé. Acaba de llegar esta mañana.

                Emily abrió el sobre y sacó una postal. Cuando vio la foto del Aeropuerto Internacional de Bermudas en el frente, su corazón se dio vuelta. La postal no estaba firmada, pero supo inmediatamente de quién era. Luego leyó la fecha, y su mente se detuvo. 3 de Abril. Era dos días atrás, el día de la explosión del barco. Se imaginó el cuerpo de Jordan saltando de la cubierta del barco, las burbujas en el agua, los botes de FBI buscando en la bahía. Una sonrisa se extendió en su cara. Luego miró abajo y leyó la nota una vez más.

                Emily: Estoy bien. No voy a donde habíamos planeado, sino que aun lugar aún mejor. Nos encontraremos algún día— Es una promesa.

Burned - Capítulo 32: El problema del novio


                Traducido por: Daniela
                Corregido por: Frío


                A pesar de que la compañía del Eco Crucero había fijado vuelos para que todos los niños vuelvan a Philadelphia, aún estaba el asunto de que todos recojan sus cosas del barco. El barco llegó al puerto Hamilton a las 7 A.M. el lunes, y todos tenían permitida una hora para empacar. Aria y Noel subieron la rampa, luego miraron el auditorio, que aún estaba decorado para el show de talentos. Era algo triste ver los globos festivos, serpentinas, y reflectores. Incluso la comida aún seguía puesta, aunque había moscas zumbando alrededor de esta hambrientamente.
               
                Noel apuntó a la Vespa del primer premio, que estaba estacionada cerca del escenario – Me pregunto quién la irá a recibir.

                - Nadie, supongo – Aria murmuró.

                Él negó con la cabeza sombríamente. – Ayer fue un asco – Tomó la mano de Aria – Simplemente no puedo creer que pensaron que era una buena idea ir a buscar alguna estúpida herencia familiar que Spencer perdió buceando. Podrían haber muerto.
               
                Aria bajó la mirada – No creí que fuera la gran cosa. No planeamos que la balsa se desinflara. Fue algo raro.
               
                - Debieron haberlo pensado – Noel tomó la cara de Aria con sus manos – Cuando Naomi me dijo que ustedes navegaron hacia la puesta de sol y aún no habían vuelto, mi corazón casi se detuvo. No sé qué haría sin ti.

                - No seas tan dramático – Aria murmuró, pero sus ojos se llenaron de lágrimas. Esos terribles momentos en el agua estaban tan frescos y vivos en su mente. Ella aun no podía aceptar en su mente la idea de que Naomi no era A tampoco—y de que A podría ser Graham y solamente Graham. Él las había visto, entrando y saliendo de las sombras tan sin esfuerzo. Él había sido quien mató a Gayle y casi las mató a ellas.

                Mientras caminaron más allá en el barco, el aroma a humo se hizo más fuerte. Noel arrugó su nariz. – Repugnante – Cuando pasaron el casino, Noel miró la mesa al frente, la cual aún tenía un letrero de la Eco Búsqueda del Tesoro - ¿Hablaste con Graham luego de que evacuamos? – Él dijo, poniendo una cara rara – Estoy sorprendido de que él  no haya querido rescatarte.
               
                Aria tragó saliva, reviviendo esos horribles momentos en la sala de caldera. Spencer le había dicho que el barco pudo salvar una de las cámaras de seguridad, pero estaba indecisa de lo que la cinta podría revelar: En un extremo, sería bueno que Graham sea identificado y pillado. En el otro, ciertamente ella era la otra persona en la cinta. Noel perdería la cabeza si se enterara de que ella casi había sido hecha añicos.

                Se secó sus ojos y miró a su alrededor a la multitud de chicos dirigiéndose a sus cuartos. La habitación de Graham estaba en ese piso, pero él no estaba entre ellos. De hecho, Aria no lo había visto en ninguna parte. Había buscado en la multitud en el lobby del hotel, restaurantes, y sitios al aire libre sin parar, pero él no había estado en ningún lado. Pensándolo bien, si él era A, esconderse a plena vista era lo que mejor hacía.
               
                Pero pronto ya no iba a importar. Una vez que contaran lo de Tabitha, Graham ya no podría atormentarlas. Serían libres.

                - ¿Tierra a Aria?

                Saltó. Noel la estaba mirando. - ¿Estás bien? – Preguntó.

                Aria trató de sonreír, pero su boca no cooperaba. La realidad la golpeó como un balde de agua fría en su cabeza. Iban a contarlo. ¿No le correspondía contarle a Noel también? No quería que él se entere viendo las noticias de las seis.

                - Yo… - comenzó, su voz quebrándose.

                Noel parecía preocupado - ¿Qué ocurre? – Preguntó suavemente.

                - Hi-hice algo terrible – Aria susurró.

                - ¿Qué? – Noel se acercó. No estaba claro si él no había escuchado o si estaba pidiendo que continúe.

                Alguien cerró una puerta. Otro barco en el puerto hizo sonar una ruidosa y fea bocina. La historia palpitaba en la lengua de Aria, rogando ser liberada. – Yo he…

                De repente, la voz de Jeremy salió por el altoparlante. - ¡Todos, quedan cuarenta y cinco minutos! ¡Por favor empaquen rápido!

                Noel le dio la espalda a Aria. Él la miró por unos momentos, esperando. Aria se dio vuelta. – No importa. – dijo. No había modo de que pudiera decirlo todo ahora.

                Él le dio un gran abrazo, luego se alejó y le tocó el cuello. - ¿Dónde está tu collar?

                La mente de Aria se desordenó en búsqueda de una excusa. – Debo haberlo perdido en el agua – Esperaba sonar convincente – Supongo que quería ser devuelto al mar.

                Noel asintió lentamente, sin parecer molesto – Supongo que es mejor que tú lo hayas perdido a él que yo haberte perdido a ti.

                Le dio un abrazo final, luego se dirigió a su habitación. Aria dio un paso atrás en el elevador—su habitación estaba dos pisos más abajo que el de Noel. Cada músculo en su cuerpo se sentía nervioso y cargado. Ese mismo podría haber sido el último abrazo que se darían. ¿Siquiera le hablaría luego de que se enterara de que ella era una asesina?

                De repente, justo cuando las puertas se estaban cerrando, un hombre con uniforme de policía caminó por allí, con postura tiesa, su mirada derecha hacia adelante. Aria golpeó el botón de ABRIR PUERTA y volvió al pasillo de Noel. El policía caminó hasta el final del pasillo, luego entró a una puerta a la izquierda. Aria estaba casi segura de que era la habitación de Graham. Ella recordaba donde estaba por cuando lo fue a buscar para ir al mini golf. Parecía que había sido tanto tiempo atrás.

                Miró a Noel caminar a su habitación, insertó su llave en la puerta, y entró. Luego, tomando aire, bajó por el pasillo también. Pasó la puerta de Noel, dirigiéndose al final del corredor a la puerta en la que el policía había entrado. Definitivamente era la de Graham—Aria reconocía el sticker de caballero en la pizarra.

                Miró adentro, preparándose para ver a Graham, pero en vez de eso solo estaban el policía y Jeremy. Sus cabezas estaban cercanas, y hablaban en tono intenso.

                - ¿Por cuánto ha estado inconsciente? – El policía preguntó, con las manos en sus caderas.

                - Desde la evacuación – Jeremy murmuró. – No estoy seguro de qué tan malas son sus heridas—los doctores no hablan mucho. Su familia volará pronto.

                Aria parpadeó. ¿Graham estaba en el hospital?

                El policía hizo una cara irónica. – La inconciencia es un modo fácil de no hablar ¿huh? La cinta de seguridad revela a dos personas, uno de quienes es él – Él miró un celular. – Tiene mucho a qué temerle ahora mismo.

                - ¿Han identificado a la segunda persona? – Jeremy preguntó.

                Aria contuvo su respiración. Pero luego el policía cambió su peso y dijo, - Aun no podemos obtener suficientes características faciales de la segunda persona. Pero creemos que es un hombre.

                Aria frunció el ceño, confundida. Pasó sus dedos por su largo cabello, luego miró sus fibrosos dedos femeninos, cada uno pintado de un color coral con glitter. Había sido confundida con un montón de cosas a lo largo del tiempo, pero nunca, jamás, con un hombre.

                De repente, los dos levantaron la vista y la vieron. Los ojos de Jeremy se expandieron. El policía parecía enojado. - ¿Sí? – ladró.

                - Um, estoy buscando a Graham – dijo, sorprendida por lo débil y tímida que se sonaba su voz. - ¿Saben dónde está?

                Algo tiritó en la cara de Jeremy por medio segundo, luego se calmó. – Tienes que empacar ahora, ¿está bien?

                Una alarma sonó en su cabeza - ¿Graham está…bien? – preguntó, su voz chillando.

                Jeremy frunció el ceño y caminó hacia ella. – En serio. Si no sacas todo de tu habitación en la próxima media hora, no te dejaremos volver por ella.

                Los contornos de su cara se habían afilado, haciéndolo parecer más viejo y amenazador. Aria se dio vuelta y caminó rápidamente de vuelta al elevador, sintiendo que acababa de ver y oír algo que no debería. Una sensación incómoda se apoderó de ella, pero antes de poder pensar claramente al respecto, se apresuró, queriendo estar lejos de la habitación que posiblemente podía haber sido la de A de una vez por todas.


Burned - Capítulo 29: S.O.S.

Traducido por: Daniela
Corregido por: Frío


           Tomó cerca de veinte minutos llegar al sitio de buceo al que el grupo de Spencer había ido esa tarde. El sol casi se había puesto; la última luz restante bailaba por el cielo en rayos morados. Spencer giró el bote en dirección a la sección de la costa que estaba marcado con grandes formaciones rocosas, acantilados naturales, y pequeñas cuevas. Escarpado coral sobresalía por todos lados. El agua chocaba contra resbaladizas y altas rocas cubiertas de algas. La cueva de la que estaban más cerca era muy profunda y oscura, parecía una tenebrosa boca enojada.

 Spencer paró el motor, luego se puso el tanque de oxígeno y aletas, sintiéndose un poco incomoda al usar el equipamiento de buceo luego de casi ahogarse. Pero chequeó las válvulas tres veces, y no había modo de que Naomi las hubiera alterado antes de partir. - La parte más profunda es en esa cueva. Iré sola ¿está bien? Ustedes chicas quédense aquí.
              
- ¿Estás loca? - Emily dijo. - No puedes nadar allí sola. Iré contigo. Yo me mantendré a flote en la superficie mientras tú buceas.
        
        - Yo igual - Hanna dijo.

Los ojos de Aria se expandieron. - ¡No me dejen aquí! Yo iré también.
                
Spencer la miró con preocupación. - ¿Puedes hacerlo?
                
Aria tiró un tirante de su chaleco salvavidas. - Estaré bien. Estamos en esto juntas, ¿cierto?
                
- Me quedaré cerca de ti Emily se ofreció.
                
Las chicas ataron el bote salvavidas a un afloramiento natural de rocas y se metieron al agua fría y llena de algas. Nadaron hacia el angosto pasaje y dentro de un oscuro y turbulento estanque. Luego de unas brazadas más, el pasaje se abrió a una caverna más amplia, donde el agua estaba mucho más calmada y tibia. Pero estaba negro como boca de lobo aquí también—Spencer apenas podía ver a unos pocos pies frente a ella. Apenas era mejor cuando prendió la linterna de buceo que tomó de la sala de equipamiento. La vaporosa y babosa alga marina seguía escurriéndose por sus piernas como sanguijuelas. Miró preocupada a Aria, pero estaba flotando cómodamente en su salvavidas.
                
Tomó el collar de la mano de Aria. - Deséenme suerte - declaró, luego desapareció bajo el agua.
                
Se hundió como lo había hecho más temprano ese día. Esta vez, su equipamiento funcionó, y el oxígeno llenó sus pulmones. Una vez que estuvo suficientemente abajo, encontró un afloramiento de rocas y puso el collar profundo en el golfo, soltando una nube de arena. Cuando se aclaró, el collar se había ido. Estaba oculto—ojalá para siempre.
                
Cuando volvió a salir, las chicas seguían flotando. Había un tenso silencio—Spencer pudo adivinar que ninguna de ellas había hablado todo el tiempo que estuvo abajo. Los dientes de Hanna temblaban. Aria estaba respirando con dificultad. Los ojos de Emily iban de un lado a otro hacia la orilla, la que parecía a un millón de millas de distancia.
                
- Está hecho - Spencer dijo cuando se sacó la máscara de la cara. - Vamos.
                
Patalearon de vuelta por el pasaje. El mar se había puesto aún más frío con la puesta del sol, y Spencer no podía esperar para volver a subir al bote salvavidas y dirigirse a la tierra. Entrecerró sus ojos al mirar el pequeño pedazo de sol en el horizonte. Apenas se podía distinguir entre el agua azul marina y el cielo oscureciendo. El único sonido que escuchaba era el pacífico oleaje.  Miró de derecha a izquierda, desorientada. Algo parecía diferente.
                
Emily apareció tras ella. Aria llegó después, luego Hanna. Todas se mantuvieron a flote junto a Spencer, mirando alrededor confundidas.
                
- ¿Dónde está el bote? - Emily dijo finalmente.
                
Spencer parpadeó. Así de simple, su orientación vino a ella. Vio el crucero a la distancia. Allí estaba la roca con forma de dedo que recordaba del buceo más temprano ese día. Pero cuando buscó el gancho natural a donde habían atado el bote, todo lo que vio fue un trozo de cuerda suelto. Lo tiró, sintiendo un peso subir de la profundidad. Un motor de fueraborda apareció a la superficie. Luego de eso, la carcasa de una balsa, sin aire.
                
Aria dio un grito ahogado. Emily y Hanna intercambiaron silentes y horrorizadas miradas. Las olas golpeaban violentamente las rocas. Una débil risa aguda dio vueltas en el aire.
                
Hanna dio un pequeño grito y miró a todas las otras con los ojos aterrorizados y amplios. - N-no entiendo.
                
- Algo debe haberlo perforado. - Spencer sugirió, su voz temblando.
                
Emily gimió. - ¿De verdad está ocurriendo esto? ¿Cómo vamos a volver a la orilla?
                
Se miraron las unas a las otras, luego a la vasta distancia entre ellas mismas y el barco. Spencer dio vuelta y trató de calcular el nado hasta la tierra, pero era muy lejos también. Emily podría nadarlo, quizás, pero junto a ella, Aria estaba luchando y respirando con fuerza, incluso usando un chaleco salvavidas.
                
- Debí haberme quedado en la balsa - Aria dijo entre tragos de agua marina. - Quizás esto no habría ocurrido. Podría haberlo mantenido a salvo.
                
- Para. - Spencer dijo severamente. - ¿Y si te hubieras quedado en la balsa, y hubiera comenzado a hundirse, y no pudieras salir?
                
Aria miró las suaves paredes de los acantilados. - ¿Cómo podría haberse pinchado con algo? No parece posible.
                
Y entonces, como respondiendo, lo escucharon otra vez: esa risa aguda, parecía salir de las profundidades del océano. Era una risa vengativa, una risa de satisfacción, una risa que decía, ¿Ahora que van a hacer perras? Y de repente, un pequeño vástago de idea se formó en la mente de Spencer.
                
- Naomi hizo esto - susurró.
                
La garganta de Aria se movió cuando tragó. El mentón de Hanna tembló. Los dedos de Emily temblaron cuando se puso su cabello tras sus oídos. Tan pronto como las palabras salieron de la boca de Spencer, supieron que era verdad. Naomi las había visto salir. De seguro había sabido lo que iban a hacer, y de seguro, como A, vio una oportunidad a prueba de tontos. Spencer ya podía ver las noticias de mañana: Cuatro lindas chicas van de paseo en un bote salvavidas cuando un crucero es evacuado. El bote tiene una fuga, las chicas se ahogan.
                
Probablemente había ocurrido antes. Cuando los equipos de rescate finalmente las encuentren, sería estimado un horrible accidente, pero ciertamente no un nauseabundo juego. Nadie iría a la cárcel. Era el crimen perfecto.
                
Todas se miraron. - Naomi nos dejó aquí para morir - Spencer susurró - Hasta donde sabemos, ella y Graham estuvieron en complot todo el tiempo. Una vez que su bomba no acabó con Aria, se movieron al plan B.
                
Emily comenzó a llorar. - ¿Que vamos a hacer? ¡No quiero morir así!
               
 - ¡Ayuda! - Hanna gritó. Pero las olas ahogaron su voz.
                
- No deberíamos haber venido aquí nunca - Emily balbuceó.
                
- Todo esto es mi culpa - Aria balbuceó - Si yo no hubiera recibido ese collar, no estaríamos aquí. No estaríamos en nada  de esto si yo no hubiera empujado a Tabitha
                
- No hables así - Spencer dijo.
                
- ¡Pero es cierto! - Aria lloró - Soy la única que se merece esto de A. ¡Ustedes no!
                
Spencer vio como una ola pasó la cabeza de Aria. Volvió a flotar a la superficie, tosiendo, cuando otra ola la hundió. Sus brazos se movían inútilmente. Había terror en sus ojos.
                
Emily tomó a Aria de la cintura y la tiró a la superficie. - Tienes que quedarte calmada - le gritó al oído - Entrar en pánico malgasta energía.
                
- ¿Cómo puedo no entrar en pánico? - Aria gritó - ¿No lo ves? A ideó un poético final para nosotras, lanzándonos al mar igual que como las olas se llevaron a Tabitha. Incluso si sobrevivimos, ¿Cuál es el fin? A va a encontrarnos otra vez y hacer algo aun peor.
                
- No digas eso - Spencer calmó - Vamos a vencer a A. Vamos a encontrar un modo. - Pero cuando miró a la luz apagándose, se dio cuenta de que todo lo que Aria decía era verdad. Estar a la deriva en el mar era como la peor muerte posible, pero si sobrevivían, ¿quién decía que A no saldría con algo aún más aterrador? ¿Cómo podría vivir sabiendo que A tenía algo guardado para ella justo a la vuelta de la esquina?
                
Aria se secó el agua de sus ojos. - Si salimos de esto vivas, le diré a la policía lo que hice en Jamaica.
                
Todas giraron sus cabezas y la miraron. - No, no lo harás. - Spencer chilló.
                
- ¡Ya no puedo soportarlo! - Aria agitó sus brazos - ¿No ven lo que está ocurriendo? ¡A está usando nuestra culpa y miedo para manipularnos—y podría seguir por siempre si no lo detenemos! El único modo de librarnos de A es confesar. Entonces A no tendría nada sobre nosotras.
                
El mar se calmó por un momento. Hanna se sacó el agua de sus ojos. Spencer aspiró sus lágrimas. Finalmente Emily se aclaró la garganta.
                
- Quizás todas deberíamos contarlo - dijo.
                
- No podemos dejarte hacer eso sola, Aria - Hanna añadió.
                
- Y es cierto - Una ola golpeó la mejilla izquierda de Spencer - A no tiene poder si confesamos. De cierto modo, probablemente nos liberará. Si, iremos a un juicio y si, quien sabe cómo serán nuestros futuros. Pero al menos A se habrá ido de nuestras vidas.
                
Aria tragó saliva. - Ustedes no tienen que arruinar sus vidas por algo que yo hice.
                
Spencer giró sus ojos. - Por última vez, Aria, estamos en esto juntas. Todas vamos a confesar. Nunca te dejaríamos echarte la culpa sola.
                
Luego, a través de un acuerdo no hablado, nadaron juntas y formaron un anillo protector. Se sintió, de repente, como que eran real y verdaderamente mejores amigas. Incluso hermanas.
                
Spencer entrecerró sus ojos a algo a la distancia. - ¿Qué es eso? - De vez en cuando, una vez que una ola pasaba, algo blanco pasaba por el agua.
                
La boca de Aria se abrió - ¡Un bote!
                
Hanna movió sus brazos sobre su cabeza - ¡Hey!
                
- ¡Por aquí! - Emily gritó.
               
El suave rugir de un motor sonó por sobre la rabiosa marea. El barco iba directo a ellas. Hanna se rió cuasi histéricamente. - ¡Nos ven!
                
El bote se inclinó hacia arriba en una ola y luego bajó. Parecía como una embarcación de pesca, con redes colgadas a los lados y postes sobresaliendo del casco. El conductor tenía un gorro kaki de pesca que estaba puesto lejos de sus ojos. Spencer se preguntó si era alguien del crucero.
                
- ¡Agárrense! – Una voz gritó. Una cuerda apareció en el agua. Spencer luchó para alcanzarla, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarla, Aria le tiró el pie.
                
- No lo hagas – dijo en voz baja.
                
Spencer estaba a punto de protestar, pero luego siguió los abiertos ojos de Aria. Había una chica de pie en la cubierta. La cabeza de Spencer comenzó a dar vueltas.
                
Naomi.
                
- ¡Agárrense! – Naomi dijo otra vez. Enrolló la cuerda y la lanzó otra vez como un sedal. Cuando ninguna de ellas tomó el anzuelo, entrecerró sus ojos. - ¿Qué hay de mal con ustedes chicas? ¿Quieren ahogarse?
                
- ¡Naden! – Spencer gritó, dando vuelta en el agua. - ¡Tenemos que alejarnos de ella!
                
Pero entonces otra voz llamó del barco. - ¡Apúrense chicas, por favor! ¡Necesitamos traerlas a salvo!
                
Spencer dejó de patalear, reconociendo la voz. La boca de Emily se abrió de golpe también. Mientras una ola se salió del camino, una segunda silueta apareció en la baranda. Él usaba una apretada remera de polo rosada, shorts de lino, y lentes con forma de estrella. La mirada en su cara era de preocupación y miedo puros.
                
- ¿Jeremy? – Spencer dijo, parpadeando.
                
Unas pocas otras personas aparecieron al lado. Esa chica zorra con la que Emily compartía cuarto, Erin. Kirsten Cullen y Mike. Noel.
                
Estaban a salvo.